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2007091402. Nuevo marketing: Pantallas interactivas

Son tantos los anuncios con los que a diario me siento “invadida” que a veces “descubro” uno que lleva meses instalado y no había reparado en él. En otras ocasiones estoy casi cansada de ver el que me ha llamado la atención, me gusta, hasta pienso en lo bien hecho que está, pero me pregunto ¿Qué está anunciando?, me he perdido en el “camino”. Sospecho que no soy la única a la que esto sucede, con lo que, igualmente, es de suponer que, pese a la inversión en marketing de la empresa anunciante, no parece, desde fuera y como profana en el asunto, que estén cumpliendo con su objetivo.
Sin embargo estoy altamente sorprendida, y de ahí que lo relate, por lo que ayer me ocurrió. Me enteré de toda una información que, no sólo no buscaba, sino que, en principio, no me interesaba en absoluto, pero que ha conseguido que desde que lo vi esté pensando en el producto y, lo que es mejor, que ya haya informado a un conocido, que sé que sí lo demandaba, y a otras muchas personas, de las “bondades” del mismo.
Sin más dilación paso a contarlo. Me encontraba paseando por mi calle y al pasar por delante del concesionario de coches que lleva media vida ubicado ahí y cuyo escaparate nunca miro, no soy aficionada al mundo del motor y no pienso cambiar de coche en mucho tiempo, me llamó la atención algo del cristal del escaparate. Había una imagen, ¿Cómo diría?, Flotando dentro del mismo.
Representaba un bonito vehículo, pero lo más novedoso es que se podía ver a través del mismo. “¡Qué bonito!” Por supuesto, me detuve. Miré con atención. Entonces surgió un mensaje que me invitaba a tocar la pantalla. “¿Qué pantalla?” Yo sólo veo el cristal del escaparate. Me sentí como un niño pequeño que está descubriendo algo nuevo. Y ¿qué hice? Pues lo toqué.
Inmediatamente el bonito coche fue sustituido por un “menú” que me sugería que siguiera tocando el cristal para acceder a más información. He de confesar que soy curiosa pero, ¿quién se puede resistir a algo tan novedoso?, Sentía como que estaba hablando, con un cristal. La diferencia era me escuchaba, no como a menudo empieza a sucederme cada vez que solicito información, y además, de manera inmediata a mi solicitud.
Pues bien, seguí. Toqué y apareció toda una gama de productos que, como he comentado, nada me interesaba, pero que leí sólo por el hecho de verlo y comprobar qué aparecería a continuación. ¡Qué coches tan espectaculares! Nunca los había visto en ningún sitio, qué colores, además se movían, casi sentí que disfrutaba de lo que me ofrecían. Claro está, pasé a mirar el precio, y sin que ya me lo indicaran volví a tocar. Surgió la forma de pago, otros modelos…En esto mi móvil vibra, vuelvo a la realidad, pero ¿qué digo a la realidad?
Tengo un mensaje. Simultáneamente el transeúnte que se encuentra a mi lado también se detiene a mirar su teléfono. Lo abro y…¡es del concesionario en cuya puerta me encuentro!: “Esto parece una película futurista”, me digo. A lo que mi “compañero de mensaje” me pregunta que ¿por qué? Se lo cuento, lo comprueba, y se muestra encantado. Él si está dando vueltas a lo de cambiar de coche. Leemos nuestro mensaje: “ Buenos días, le gustaría probar uno de nuestros coches? Hasta final de año puede probar cualquiera de nuestros vehículos y beneficiarse del aniversario de la marca y obtener un 10% de descuento en todos nuestros modelos. No lo dude y consúltenos o acceda a nuestro catálogo interactivo en el escaparate”.
Es más, me pregunta si quiero ver un video del modelo que estaba viendo en la pantalla táctil!!!!. Acepto, y de manera gratuita me descargo un video promocional del coche que estaba configurando.
Sin darme cuenta llevaba 5 minutos explorando aquel menú, con un interés mucho mayor que cuando decidí continuar paseando mientras miraba el escaparate. No obstante, reparé en que tenía prisa. Además la otra persona que recibió el mensaje está esperando ansiosa a que acabe. Pulso el botón de “salir”, y es aquí donde mi “escaparate” me pregunta, a través de la misma pantalla cuyas imágenes flotan en medio del cristal, si deseo llevarme el presupuesto y fotos del coche que he configurado. ¿¿?? Cómo? Créanme no salgo de mi asombro. ¿Dónde estoy? Pues sigo comprobando.
No sé si pellizcarme por ver si estoy soñando, pero no, me decanto por algo más práctico: Doy a “aceptar” y… el teléfono vuelve a vibrar, “leeré antes el mensaje”. Pero: ¡nueva sorpresa. Es el presupuesto y las fotos para que pueda verlas tranquilamente en casa o enseñárselo a mis hijos, pareja o amigos. Vuelvo a reflexionar en lo que tantas veces, “el teléfono, el móvil, pensar que hasta hace poco serví sólo para hablar…”
¿Se está convirtiendo, sin duda, en una nueva forma de marketing? Si es así, desde luego es la más personalizada.
Con toda seguridad acabo de vivir una experiencia que recordaré durante el día e incluso comentaré a mucha gente: publicidad, escaparate, móvil, virtualidad… NUEVAS TECNOLOGÍAS,
Me marcho tras 5 minutos totalmente sorprendida y con una información que, con mucha seguridad, utilizaré pronto.
Podría seguir relatando otras muchas experiencias en lo que a información de pantallas se refiere y que me han resultado igualmente útiles. No sé si como en tantas ocasiones empezar por el final. No hace muchos días, y como si de un número de magia se tratara, me sorprendí contemplando en una pantalla lo que segundos antes pensaba que de poderlo contemplar puesto sería mucho más fácil hacerme a la idea de cómo quedaría.
Les cuento. Como en tantas ocasiones me encontraba mirando en unos grandes almacenes un bonito traje de verano pero, a fecha de Marzo…lluvia, frío…es decir paraguas, abrigo, bolso…poco tiempo, menos ganas de perderlo…¿Cómo me sentará? Imposible saberlo con las botas que llevo…¡qué pereza probarlo! Y…¡comprarlo sin verlo puesto!…
Pero…levanto la cabeza y veo delante una pantalla con diferentes trajes y un mensaje que me invita a “pulsar”. Instintivamente lo hago, total ¿Qué pierdo? Pulso en el traje que me ha gustado, y…aparece el mismo puesto en tres modelos con distintas tallas.
Nuevamente me invitan a “pinchar” en una de ellas. Lo hago en la que puede ser la mía y a continuación aparecen varias modelos con el traje combinado con otros tantos tipos de calzado, bolsos, complementos…Me indican que puedo solicitarlos para probarlos o comprobar precios tocando nuevamente la pantalla.
Decido probarlo y cuando me estoy mirando al espejo reparo en una nueva pantalla que me ofrece una parte del traje con otra de uno diferente pero que creo que me puede sentar bastante mejor. Para no perder más tiempo, sigo las sugerencias de la pantalla y contemplo como sienta según las tallas la nueva composición. Me convence de nuevo. ¡Adelante! Solicito la prenda.
En fin, pueden imaginar que no me llevé sólo el traje. Y… ¿quién tenía la culpa? ¡Yo desde luego no! De nuevo había sido la nueva forma de realizar marketing en ese punto de venta. Créanme, de no haber sido por la primera pantalla y todo el protagonismo que después me confirieron nunca me hubiera probado el modelito y, desde luego, para nada los complementos. Pero de esa manera ¿quién podría haberse resistido?

Podría seguir añadiendo innumerables ejemplos del protagonismo que están adquiriendo las pantallas como nuevo elemento de marketing. Pocos puntos de venta de dispositivos móviles carecen de ellas. Y no es de extrañar. Hoy día quizá son los establecimientos dónde más tiempo tenemos que esperar los clientes para ser atendidos.
Pues bien, prueben porque a través de ellas y en pocos segundos pueden, personalmente, desde consultar su saldo a recargar su móvil, consultar los puntos acumulados, conocer promociones especiales y lo que es bastante más atractivo: siendo usted el protagonista, esto es, de manera interactiva, según sus propias necesidades o preferencias.
¿Es este el marketing del futuro? Del futuro no lo sé, pero, desde luego no recuerdo desde cuando no había estado tan sorprendida, encandilada… no sólo por el producto, sino por la manera en la que me lo han dado a conocer. Además, soy consciente de cómo me han convertido en un “medio” para contribuir a hacer su trabajo de manera gratuita: no sólo por lo que no dejo de contar, sino por la cantidad de veces que he mostrado y enviado el mensaje que, amablemente, me enviaba mi interlocutor del concesionario: EL ESCAPARATE.

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