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El futuro de las PYMES en la era digital pasa por la externalización

Las necesidades tecnológicas que permiten a las empresas ser competitivas son cada vez mayores y alcanzan un espectro muy amplio que difícilmente se puede cubrir con un número limitado de recursos internos. Es cada vez más necesario disponer de nuevas capacidades y mantenerse al día en una tecnología que cambia a gran velocidad, y estas necesidades no siempre pueden ser cubiertas internamente. Por ejemplo, ¿es posible cubrir la presencia en redes sociales o desarrollar soluciones de movilidad en las compañías si disponemos de departamentos IT creados muchos años atrás y estos no se han transformado y familiarizado con estas nuevas tecnologías? Por Xavier Moreno, Director de Servicios IT de RICOH España

Las organizaciones están destinadas a cambiar hacia unos procesos de trabajo mucho más flexibles que los actuales. Existe una clara tendencia a externalizar todos aquellos servicios que no formen parte de su negocio principal, y especialmente todos aquellos relativos a la tecnología, puesto que son los que requieren una implantación más rápida y los que confieren mayor eficiencia a las empresas. No es tan solo una cuestión de supervivencia, sino de aprovechar las oportunidades que la tecnología nos ofrece para mejorar la productividad y competitividad de nuestras compañías.

Los modelos de contratación serán cada vez más simples y flexibles, siendo algunos ejemplos los servicios SaaS (Software as a Service) o IaaS (Infrastructure as a Service) y la impresión a pago por copia. Este modelo se extiende hacia el desarrollo de servicios de marketing concretos, planes estratégicos, servicios de administración, servicios de RRHH y de personal, y por supuesto servicios de tecnología.

Este cambio desembocará en un nuevo paradigma de organización y de puesto de trabajo. La oficina como ubicación física irá desapareciendo y los trabajadores estarán continuamente conectados a través de las tecnologías que permiten la movilidad en una red de trabajo muy dinámica. Se aprecian movimientos hacia este esquema: BYOD (Bring Your Own Device) o VDI (Virtual Desktop Infrastructure) son solo algunos ejemplos de estas tendencias orientadas a poner a disposición del profesional, desde cualquier lugar y en cualquier momento, las herramientas y documentos de trabajo necesarios.

En base a estas circunstancias, es razonable pronosticar que, en el futuro, el tamaño medio de las empresas en términos de empleados será inferior y cada vez más especializado. Del mismo modo, las empresas y sus empleados van a dedicarse exclusivamente a su actividad más nuclear, externalizando cualquier actividad de orden distinto. Así pues, estas organizaciones estarán compuestas por un talento superior y más concentrado, y funcionarán perfectamente con estructuras más planas y autónomas, donde desaparecerán las funciones de supervisores o coordinadores. Serán, por tanto, menos jerárquicas y más dinámicas en cuanto a la composición de equipos de trabajo.

Es lógico pensar que cada vez más el talento no tendrá una barrera física o geográfica, y que éste podrá fluir y ser exportado gracias a las nuevas tecnologías y herramientas  (GroupWare, Unified Communication Systems, etc). Curiosamente y llevándolo al extremo, un país podrá presentar una balanza comercial positiva gracias a la exportación de servicios, sin que ninguna persona ni ningún producto se desplacen hacia el exterior. Seguramente las barreras de importación entre mercados caerán por la necesidad de todas las empresas y países de ser competitivos.

En definitiva, el talento podrá ser contratado con mayor flexibilidad que en la actualidad. Tanto la oferta como la demanda de servicios especializados crecerá, generando ofertas más amplias, más especializadas, de mayor calidad y, por lo tanto, más competitivas.

Estas estructuras organizativas aumentarán exponencialmente la iniciativa individual y el dinamismo de las empresas. Es decir, en la medida en que tengamos una menor estructura jerárquica y un mayor talento dentro de la empresa que disponga de mayor autonomía, así como una mayor facilidad para contar con servicios especializados externos, las empresas estarán dotadas de una mejor capacidad de respuesta ante una demanda cambiante y más exigente y, en esencia, el dinamismo de las organizaciones se verá muy beneficiado.

Esta dinámica ya lleva algún tiempo desarrollándose en las grandes compañías, puesto que las grandes consultoras tecnológicas ya se han encargado de orientar a sus clientes hacia este nuevo modelo organizativo. No obstante, las PYMES quizás no habían advertido todavía toda la magnitud de los beneficios que aporta. Aunque en la pequeña y mediana empresa la evolución es modesta, sí que se aprecia un cambio en las tendencias organizativas de las mismas. Hace diez años era extraño identificar PYMES con servicios de tecnología externalizados, pero hoy en día, y a pesar de estar todavía en una fase muy embrionaria, es cada vez más frecuente.

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