Tal vez sea que llevo ya demasiados años a cuestas, pero las cosas eran distintas. Lo recuerdo claramente.
Antes, cuando querías llamar por teléfono a una empresa, simplemente marcabas el número. Podían ocurrir dos cosas, pero sólo dos… Si tenías suerte te contestaba una voz humana que te saludaba y te daba los buenos días para luego preguntarte por lo que querías. La comunicación se había establecido. Cuando había mala suerte, no se establecía la comunicación, el teléfono seguía sonando como la máquina que era y aquí paz y después gloria: te cargabas de paciencia, colgabas el teléfono y confiabas en tener más suerte una próxima vez cuando volvieras a llamar.
Entonces parecía normal pero hoy ya sé que eso nos está vedado…
Ahora las cosas han cambiado. Y, para mi gusto personal, más bien demasiado.
Ahora llamas por teléfono y cuando no ha pasado ni siquiera un milisegundo te contesta una voz que, tras darte amablemente los buenos días, a menudo te dice que la conversación que se supone vas a tener va a ser grabada por alguna razón que a ti ni te importa ni estás interesado en ella, aunque supones que la empresa a la que estás llamando lo va a necesitar y por eso sigues adelante.
Luego esa voz amable te dice, por ejemplo, que para ser atendido debes seguir sus instrucciones: “Pulse 1 para Comercial, 2 para Asistencia técnica y 3 para Empresas” (no estoy inventando nada, se trata de un ejemplo real como la vida misma…).
Entonces suele ocurrir que, casi inmediatamente (pongamos dos o tres milisegundos esta vez…), esa voz amable te dice: “Nuestros agentes están ahora ocupados y no pueden atenderle. Siga a la espera, por favor”. A menudo esa voz se intercala con trozos de buena música (aunque no parece esa la mejor manera de escuchar un concierto…).
Si eres obediente te pones a la espera y vas agotando poco a poco tu paciencia (mi record es de 25 minutos cuando decidí que ya estaba bien de oír la amable voz repitiendo eso de “Nuestros agentes están ahora ocupados y no pueden atenderle. Siga a la espera, por favor”). Y aquí paz y después gloria. La comunicación (o “el intento de”…) ha fracasado.
Me temo que, demasiadas veces, usamos potentes tecnologías de manera errónea y nos hace estar incomunicados
Debo concluir que, en el caso citado que estoy describiendo, todavía no he logrado, tras más de una docena de intentos de llamar por teléfono, conseguir la comunicación que yo, inocente de mí, perseguía. La vida es dura, pero hoy en día resulta serlo mucho más de lo que era hace sólo unos años…
Estamos, según se dice, en el siglo de las comunicaciones (y podría hacer constar que hoy ya llevamos transcurrida una quinta parte de ese siglo…) y, al menos en casos como el que he descrito, resulta evidente que la comunicación se puede establecer entre máquinas pero no sirve para poner en contacto a dos seres humanos.
Tal vez sea que yo, chapado a la antigua, persiga esa vieja tontería de hablar con una persona en la tonta y absurda confianza de que eso va a ayudarme a resolver mis necesidades. Me temo que lo único en que va a ayudarme (si lo logro alguna vez…) es a satisfacer la necesidad de esos que, amparados en su mal uso de la máquina, son incluso incapaces de, por ejemplo, comprobar con esas cintas grabadas, que no ha habido comunicación alguna que supervisar… Difícilmente se va a supervisar una necedad de conversación que no ha podido ni ser grabada porqué ni siquiera se ha establecido comunicación.
No se me oculta que la nueva parafernalia tecnológica tiene sus razones, pero lo cierto es que mal empleada, como tantas veces ocurre, es una molestia que hace añorar viejos tiempos en los que las cosas eran más directas y simples. A veces ocurre que olvidamos que la tecnología ha de estar al servicio del posible usuario, hacerle la vida más cómoda y, en definitiva, ayudarle en sus necesidades. Me temo que, demasiadas veces, usamos potentes tecnologías de manera errónea y nos hace estar incomunicados. Es evidente que nos equivocamos cuando logramos que esas nuevas posibilidades a nuestro alcance acaben haciendo menos cómoda la vida de los usuarios.