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Lo que Colau no consiguió…

En su afán populista, cuando Colau accedió por primera vez a la alcaldía de Barcelona, uno de sus objetivos fue poner en la diana el gran evento “capitalista” del MWC. Se debió de dar cuenta de todo lo que generaba el evento y la exactivista mutó en gran defensora del certamen.

Al calor del Mobile, se han producido siempre huelgas de transporte: metro, cercanías, taxistas… La Generalitat, también puso su granito de arena el año pasado, dictando una nueva normativa que, en la práctica, supuso la desaparición de Uber y Cabify de la Ciudad Condal de tal forma que miles de congresistas tenían que echar grandes dosis de paciencia para conseguir un transporte. Todo ello sin mencionar los típicos enfrentamientos entre independentistas y constitucionalistas, que se aprovechan de la magnitud del evento para intentar ocupar alguna página en algún medio internacional.

Durante el tiempo que el MWC lleva instalado en Barcelona, siempre han aparecido problemas de toda índole y, aprovechando esta coyuntura, todos los años aparece alguna ciudad que se presta a tomar el relevo de la urbe catalana, para organizarlo. Novias, por tanto, no le faltan.

Ni siquiera la Colau más activista logró torpedear más al Mobile World Congress que el coronavirus

Sin embargo, nada de todo lo sucedido ha hecho que la organización retire su confianza a Barcelona. Ni siquiera la Colau más activista. Hay que reconocerlo: a los “guiris” les gusta Barcelona y aguantan carros y carretas a cambio de permanecer allí.

Sin embargo, este año, la cosa ha cambiado. Primero ha sido LG. Después, ZTE cancela su mayor presentación. HP también se retira y el mayor proveedor de infraestructura 5G europeo, Ericsson, decide que tampoco va (lo de Amazon suena más a campaña de marketing). Todo por un virus (real, no informático) y también por la inoperancia de la organización del Mobile.

El MWC es un negocio para la ciudad que lo acoge, pero sobre todo, es una tremenda máquina de hacer dinero para sus organizadores. Crearon un congreso de móviles hace unos años que se ha convertido en la gallina de los huevos de oro y esto ha hecho que los John Hoffman y compañía hayan caído en la autocomplacencia. Si no, ¿cómo se entiende que la mejor iniciativa de la organización sea que los asistentes no se den la mano? ¿Cómo se comprende que cuando ven que van a caerse otras compañías anuncien que no dejarán pasar a nadie que haya estado en la “zona cero” del virus? Y lo que es más sangrante, ¿cómo se puede tener la desfachatez de decir que los responsables de la Sanidad Pública Española, aseguran que Cataluña no es una zona de riesgo? Es decir, que si algún contagio se produce, es por culpa de la Administración Española, no de la organización.

Autocomplacencia

La realidad es que (quitando a Apple, que no ha asistido nunca) las empresas punteras del mundo de la movilidad anticipaban sus principales lanzamientos a antes de que empezase la feria, de tal forma que para muchos periodistas, por poner un ejemplo, el MWC empezaba y terminaba el fin de semana anterior al inicio del evento. Es así, el Mobile se ha convertido en un espacio para escuchar charlas con ponentes que se suponen de prestigio.

Este de los ponentes es otro punto que demuestra la autocomplacencia de la organización. No parece muy de recibo tener que pagar 878,90 euros (el pase más barato) para que la estrella principal del evento sea Mark Zuckerberg durante tres años seguidos (2014, 2015, 2016) o Fernando Alonso (2018).

El coronavirus ha desatado las alarmas, pero lo cierto es que ha afectado (en el momento de escribir este texto) a más de 30.000 personas, de las que el 99,16% están en China. No sólo eso, el número de personas contagiadas y que se recupera del virus, triplica al de fallecidos. En definitiva, no parece el apocalipsis que se quiere vender.

Pero sí ha servido como excusa para que determinadas compañías abandonen el certamen, asumiendo unas pérdidas importantes. Una excusa muy válida porque parece anteponer la seguridad por encima otros factores pero que, en mi opinión, lo que esconde es un hastío de las empresas por este evento. Un evento al que sale demasiado caro asistir y poner stand, que supone pagar hostales a precio de hotel de cinco estrellas, que hace que el menú del día sea de 50 euros, y en el que los negocios y contratos que se firman van en descenso. En muchos casos, sólo se asiste porque la competencia lo hace, pero no por que se vaya a recuperar la inversión.

El coronavirus lo que ha demostrado es que una feria que fue el ejemplo para muchos, puede acabar muriendo de éxito por no hacer sabido evolucionar y pensar únicamente en el dinero que van a recibir “los organizadores”. Acuérdense de SIMO. En 2008, expositores como Telefónica, Microsoft, Toshiba, y otras más, decidieron no asistir. Esa edición se suspendió. ¿Se acuerdan de lo que ocurrió con las posteriores? Al final, Colau, sin quererlo, va a conseguir lo que quería… y es una pena.

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