Confieso que el título que encabeza este artículo lo tuve que cambiar tres veces, según se fueron desarrollando los acontecimientos. Antes de proclamarse la DUI, escribí que el MWC se iría de Barcelona si se decretaba la independencia. Cuando la aprobó el Parlament, cambié a: “Se irá de España”. Después de aprobado el 155, lo dejé como queda arriba.
No tengo claro lo que harán los responsables de este gran certamen, aunque sí alcanzo a vaticinar que todo va a depender de algo esencial: que desaparezca la incertidumbre. ¿Lo lograrán las elecciones? Desearía con toda mi alma que así fuera, pero me temo que estamos dilatando el problema en el tiempo.
Lo que es seguro es que la dirección del Mobile World Congress está buscando una ciudad alternativa para la celebración del evento. Si bien es cierto que, salvo catástrofe, no hay tiempo material para trasladar la cita de febrero del año que viene (está ya todo reservado y contratado, sin posibilidad de llevarlo a otro lugar), sus directivos no se van a arriesgar a perder el monumental beneficio que atesoran porque las empresas duden de acudir a una ciudad donde no se va a poder garantizar la paz social.
La dirección del Mobile World Congress está buscando una ciudad alternativa para la celebración del evento
Lamentablemente, el negocio puede perderse: no creo que opten por Madrid (que les recibirían con mil amores); no nos engañemos, lo que ocurra en el futuro en Cataluña también lo vamos a sufrir en el resto de España y, ante las dudas, se irán a otra ciudad europea.
Del mismo modo, multinacionales como IBM, HPE, VMware, Oracle, SAP, Huawei y otras, que venían organizando congresos mundiales en la ciudad Condal, se plantearán suspender esas actividades hasta encontrar tranquilidad.
Empresas con profundas raíces en Cataluña, como T-Systems, Tech Data, Acer, Ingram Micro, y otras muchas, de continuar los problemas, seguro que estudiarán trasladar sus centros de operaciones a otras capitales españolas.
El deterioro económico está servido. El costoso camino de la recuperación –tampoco conseguida del todo- se va a ir al traste. Ya no hay dudas. El final de año y el próximo será un desastre por la falta de confianza y el parón administrativo que se espera.
Por mucho que ganen los partidos constitucionalistas las próximas elecciones (que lo dudo), el problema no se va a terminar: los dos millones de personas que, legítimamente, no quieren ser españoles, no van a desaparecer. Lo mismo que no se puede consentir que unilateralmente decreten la independencia, no es de recibo que se les cierre la boca a base de palos. Particularmente, prefiero que Cataluña forme parte de España, pero no estaría dispuesto a recibir un pelotazo de goma para obligarles, en contra de su voluntad mayoritaria, a mantenerse con nosotros.
Lo único claro de todo este lamentablemente proceso es que tenemos unos políticos ineptos, a los que votamos para que nos resolvieran los problemas y lo que han hecho ha sido agravarlos.
Para los que tengan alguna duda de lo escrito más arriba, les diré que tenemos un ejemplo bien reciente. Desde que el Reino Unido aprobó el Brexit, las citas de nuestro sector en Londres han caído de forma dramática. Hasta su salida de la Unión Europea, la capital británica venía siendo la primera ciudad en acoger presentaciones de las principales multinacionales del mundo tecnológico. Todos los meses nos convocaban a los periodistas para acudir a eventos diversos. Ahora, Berlín y Munich están cogiendo el relevo.
No hace tanto decias esto Juan Manuel
La verdad que esta feria es una pasada. Lo he escrito varias veces: tiene lugar en una ciudad con un encanto especial que la hace única; dispone de unas infraestructuras que nada tienen que envidiar a las que se puedan encontrar en otros países de nuestro entorno; cuenta con una organización casi perfecta; y, lo más importante, dispone del apoyo casi unánime de la práctica totalidad de las empresas tecnológicas.