Desde el momento en que se sujeta por primera vez el LG G4, queda patente una de sus características: su diseño curvo. No es muy marcado, aunque lo suficiente para hacer que la pantalla (también curva) quede protegida en caso de que el terminal se caiga al suelo o reciba algún golpe. La pantalla es otro de sus factores más destacados, y no sólo por su gran tamaño (5,5 pulgadas).
Y es que ofrece resolución QuadHD (también conocido como 2K), es decir, multiplica la resolución HD por cuatro, mostrando imágenes realistas y nítidas. También tiene una tecnología llamada quantum dot que aumenta el brillo de las imágenes y mejora su color y contraste, y otra que mejora la respuesta táctil.
Siguiendo con el exterior, sigue la tendencia de las versiones anteriores de este terminal y despeja completamente los bordes de controles, llevándolos a su parte trasera. Eso sí, los ha rediseñado. Así, el botón de encendido tiene ahora una forma rectangular con borde curvo y los botones de volumen situados arriba y abajo se controlan directamente con el índice.
La cámara trasera, de 16 megapíxeles, tiene una lente más grande que los modelos previos. El láser de autoenfoque ha aumentado levemente su tamaño y, junto al flash, ahora se halla un nuevo sensor denominado Color Spectrum Sensor, el cual mide el color de la iluminación en el ambiente para compensarlo y ofrecer imágenes con colores más naturales. Debajo de la carcasa están la batería, que en este caso es extraíble (algo que ya no es muy común en los teléfonos de gama alta) y las ranuras para añadirle una tarjeta microSD de hasta 2 Tb y la tarjeta SIM.
Posee unas dimensiones de 148,9 x 76,1 x 9,8 milímetros y un peso de 155 gramos. Funciona con Android 5.1 Lollipop, y tiene 32 Gb de memoria interna. En cuanto a su configuración, cuenta con un procesador Qualcomm Snapdragon 808 con seis núcleos, dos Cortex-A57 y otros cuatro Cortex-A53, de 64 bits, fabricados en 20 nanómetros, memoria LPDDR3 así como soporte para redes LTE Cat.6, Wi-Fi 802.11ac, Bluetooth 4.1 y eMMC 5.0.