Nokia acaba de anunciar que en los próximos 18 meses recortará 10.000 puestos de trabajo. Los motivos, organizativos… pero la realidad indica que está perdiendo la batalla en el sector de la movilidad y, uno de los grandes culpables, es Android de Google. Le quita constantemente cuota de mercado y, de esta forma, va dejando “desangrarse” a Nokia.
Mala visión de Nokia
El mal momento que vive Nokia, del que evidentemente puede salir, comenzó con la mala visión del mercado de los smartphones por parte de los finalandeses. No quisieron o no supieron ver que estos dispositivos serian los más utilizados en pocos años y no creyeron en que los usuarios demandarían de forma masiva equipos que fueran más ordenadores que teléfonos.
Cuando quiso reaccionar, y lanzó el sistema operativo MeeGo -una evolución de Maemo de Nokia y Moblin de Intel- junto a Intel (otra que tampoco supo ver la evolución de la movilidad en la telefonía y acaba de desembarcar en ella), pero apenas consiguió tener relevancia y, ahora que su nombre es Tizen, es sólo un sistema residual. Básicamente, y por falta de apoyos, MeeGo nació moribundo.
En ese momento, más o menos el año 2008, el sistema operativo que dominaba los smartphones era iOS de Apple, que sí que supo ver las necesidades de los usuarios gracias a la visión de Steve Jobs. Lo que debió hacer Nokia fue lo que hizo otra compañía: Google. Desarrolló Android como un sistema abierto, justo lo contrario de iOS, para ganar así a los fabricantes del mercado: Samsung, HTC, LG… y, así, en el año 2009 Android se convirtió la segunda alternativa con unas expectativas impresionantes.
Nokia tenía que decidir que hacer, ya que se le habían adelantado por dos veces. Y, de nuevo, tardó en decidirse. Muchos esperaban que se uniera al “universo Android”, pero no, esa no fue su decisión. En el año 2011, nada menos que dos años después de la llegada definitiva de Android, decidió dar las riendas de la compañía a Stephen Elop y, este, llegó a un acuerdo con Microsoft para ser el partner de referencia de Windows Phone. Sobre el papel un buen movimiento, ya que su socio -también con problemas en el mundo de la movilidad- era poderoso. Pero había un pequeño fallo: la cuota de mercado de Microsoft y la de Nokia era reducida ya y, para cambiar eso, haría falta tiempo y dinero. Y en esa fase se encuentra ahora Nokia, pero es difícil saber si será capaz de soportar el esfuerzo que se necesita.
Mientras, Apple mantiene su cuota de mercado casi inamovible y Android se corona como la dominadora en porcentaje… y es el sistema operativo de Google quien hereda casi siempre lo que pierde el tándem Nokia/Microsoft. Por lo tanto, Android es el enemigo y, por lo que parece, es muy poderoso. Además, como se ve con el anuncio de la reducción de puestos de trabajo y de la salida de las fábricas de Nokia en Finlandia, es posible que los recursos de los que dispone la compañía finlandesa no sean suficientes.
Posibles “soluciones”
A Nokia ya no le sirve ser quien más teléfonos no smartphones vende del mundo, ya que estos están en pleno decrecimiento y no son una vía de futuro. Por lo tanto, son pocas las salidas que le quedan. Bien es cierto que los últimos datos de las ventas de su gama Lumia, en especial Lumia 900, han sido más que buenos, pero quizá llegan demasiado tarde…
Por lo tanto, Nokia se encuentra en una encrucijada de la que tiene dos opciones para salir: apostar por si misma y competir “de forma agresiva contra Android” como dijo Stephen Elop (y para ello cuenta ya con un terminal de buena factura como Lumia 900), o llegar a un acuerdo con Microsoft y vender la parte de fabricación y desarrollo de dispositivos móviles (podría quedarse la orientada al sector profesional y competir con RIM).
La primera es una apuesta arriesgada, que tiene consecuencias duras: cierre de fábricas y de equipos de desarrollo (como por ejemplo los de Ulm en Alemania); focalizarse en los mercados claves, como son China, EEUU, Europa y Japón; y seguir con el traslado de la fabricación a lugares menos costosos. Ninguna de estas opciones es agradable, pero es lo que debería hacer.
En el caso de tomar la decisión de abandonarse a los brazos de Microsoft, la decisión sería triste por lo que tiene de simbólica, pero es mucho menos arriesgada y más efectiva. Ambos ganarían (incluso manteniendo la marca en los dispositivos), y Microsoft tiene la capacidad económica suficiente y las ganas -y necesidad- para plantar cara a quien sea. Esta es, sin duda, la mejor de las opciones. ¿Se atreverá Nokia a dar el paso?