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Miquel-Barceló esperanza matemática

Más tecnología, ¿y qué queda para nosotros?

Ya saben que, pasado el Mobile World Congress (MWC), suelo dedicarle uno de estos Temporales. Seguramente será el efecto de una sobreexposición a los medios periodísticos que suelen, al menos en Cataluña, hablar y hablar del MWC y, sobre todo, de los réditos económicos que deja en las ciudades donde se hace: Barcelona y (no lo olviden) L’Hospitalet.

Esta vez hemos tenido, como no podía ser menos, un show adicional por parte de algunos políticos catalanes bisoños y un tanto incompetentes. Con gran habilidad han mostrado su desprecio al rey, pero no a la cena (los políticos también comen y, en general, se agarran a todo lo que pueden para satisfacer sus necesidades habituales: dinero, comida, estatus y todo eso que forma su vida). Sabemos que tenemos y tendremos MWC por aquí desde 2006 a 2023 según consta en los contratos establecidos, aunque alguna alcaldesa inteligente (me refiero a la de L’Hospitalet) esté siempre al acecho por aquello de quedarse el novio cuando otra (menos perspicaz) lo desprecia. Wait and see que dicen los anglos…

Antes de seguir, me gustaría comentar algo que hace años me inquieta.

Ya sé que la repetición hace válidos algunos nombres incorrectos pero hay veces en que la lengua tiene su valor. Solemos hoy llamar a “crimen” a lo que son simplemente “delitos” por aquello de una mala traducción del inglés. En castellano, en la tercera acepción del DRAE, la que la gente suele interpretar, un crimen es la “acción voluntaria de matar o herir gravemente a alguien”, pero hay muchos delitos en que no hay ni muerte ni herida alguna. Y siguen siendo “crime” en inglés aunque en nuestra lengua (muy rica) debería llamársele simplemente “delito”.

De manera parecida, hace años que, en el mundo académico suele llamarse “conferencia” a lo que es un congreso. En castellano conferencia es, en la primera acepción del DRAE, una “exposición oral ante un público sobre un determinado tema”, mientras que “congreso”, siempre según el DRAE, es, en primera acepción una “junta de varias personas para deliberar sobre algún negocio”. Y esa deliberación y/o debate puede durar varios días.

Todo esto me lleva a la sorpresa de que el WMC se etiquete precisamente como “Congress”, y le llamemos, nosotros también, “congreso”. Evidentemente, poco se debate y delibera en el WMC. Es más bien una muestra de novedades tecnológicas, en donde cada participante ofrece aquello de lo que dispone (o espera disponer en escaso plazo) en una verdadera “feria” (“mercado de mayor importancia que el común, en paraje público y días señalados” según el DRAE). Posiblemente la palabra “congreso” (que, eso sí, también alude a una congregación o reunión de personas…) tenga más prestigio que feria, pero el WMC sigue siendo una feria comercial y ya se sabe que aunque la mona se vista de seda…

Yendo ya a los contenidos, este año, la prensa se ha centrado en las maravillas de la todavía nonata tecnología 5G para los teléfonos móviles inteligentes. Se la presenta, sin saber exactamente lo que va a dar de sí, como la gran panacea que abre un futuro ampliamente prometedor lo que seguramente sea cierto.

El problema en el mundo de la tecnología para móviles es que en la creación de los estándares intervienen las empresas defendiendo cada una de ellas sus propios intereses. No hay una entidad neutral que estandarice y lo que vaya a ser la tecnología 5G (más potente que las anteriores, eso sí) es difícil de prever.

Y aún lo es mucho más lo que puedan ofrecer las nuevas APPS basadas en esa tecnología. En 2016 se ofrecían entre cinco y seis millones de APPS. Sólo Google Play que ofrecía 2.200.000 APPS en 2016, había pasado al doble (3.300.000 APPS) en 2017. Las descargas de APPS alcanzaron la cifra de 80.000 millones en 2016 y se doblaron en 2017 (160.000 millones) en 2017. Y esas APPS dependen, en sus prestaciones, de la tecnología. ¿Qué podremos hacer con la 5G? me declaro incapaz de adivinarlo, aunque me temo que con todo ello poco quedará para hacer a los seres humanos sin smartphone… ¡Futuros!

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