Las nuevas arquitecturas de los chips modernos, al puro estilo chiplets, parecen que pueden mantener la ley de Moore tan vigente como en las pasadas cinco décadas, en relación directa con la expansión de la influencia en las empresas de la industria tecnológica.
Mientras que el principio Moore parece dejar de estar de moda en el desarrollo de procesadores de ordenadores y varios productos tecnológicos, la dificultad para multiplicar por dos el volumen de transistores en los chips en el transcurso de 24 meses, principalmente para CPUs de servidores y ordenadores, y también algunos componentes semiconductores, ha hecho que muchos se replanteen la posibilidad de continuar con el sistema Moore.
La actual situación resulta muy complicada a la hora de generar nuevos equipos informáticos adaptados a las exigencias de las últimas aplicaciones, tanto en pequeños dispositivos como en estructuras mayores. La novedosa arquitectura para la computación, que se centra en optimizar ciertos procesos, está tomando la delantera. Los chiplets, con grupos de componentes distintos y una arquitectura heterogénea, creados para las necesidades de aplicaciones concretas, son un ejemplo claro de este nuevo paradigma tecnológico.
Esta nueva forma de trabajar permite crear procesadores con módulos que incluyen sus propios transistores, al contrario que los clásicos CPUs más rudimentarios, y así lograr que la industria amplíe cada dos años la cantidad de ellos en sus equipos, como marca la clásica Ley de Moore. Además es probable, que pudiera aumentar ese número ya que los chiplets no dependen directamente de miniaturizar chips, lo que permite un horizonte mucho más amplio.
Algunos expertos indican que los microprocesadores con chiplets crecerán en el mercado en unos 5.800 millones de dólares alrededor de 2024, frente a los discretos 645 millones que crecieron en 2018. No cabe duda que el ciclo de desarrollo que inició Gordon Moore con su teoría, es la clave para la evolución a la que estamos asistiendo con los semiconductores hoy en día.
El importante aliento que supone la llegada de los chiplets para el valor económico de la industria de tecnologías, ya sean softwares o sistemas, implica poder cumplir el calendario de dos años para los semiconductores pautado por Moore, e incluso, como hemos visto, ir más lejos. Se abre un futuro muy interesante para el sector.