A lo largo de los siglos, el mundo ha vivido cambios que han formado la organización de la sociedad. Los avances tecnológicos, la mecanización de la producción y el crecimiento de las industrias han transformado la economía y el estilo de vida de las personas. El hecho más importante ha sido el de la Revolución Industrial, un periodo de transformación económica y social que tuvo lugar entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, y que fue impulsada por una combinación de avances tecnológicos, cambios en la agricultura y la creciente disponibilidad de capital.
Después, hacemos un gran salto en el tiempo hasta llegar a la evolución tecnológica empresarial. En los 80, la introducción de los ordenadores personales permitió a las organizaciones hacer procesamientos de datos de una manera mucho más eficiente. Con el paso del tiempo, el desarrollo de softwares empresariales más específicos facilitó la automatización de procesos y la integración de funciones dentro de las empresas.
A mediados de los 90 llegó la popularización del internet. Este cambio fue revelador y abrió nuevas oportunidades de modelos de negocio, pues las empresas empezaron a crear sus webs, se implementó el comercio electrónico y el acceso a información instantánea se convirtió en una realidad a nivel mundial. Y así llegamos a las últimas décadas, donde hemos tenido una evolución de las herramientas de comunicación en línea, el incremento en el uso de dispositivos móviles y un avance en la recopilación y análisis de datos. Todos estos cambios tan significativos nos invitan a hacernos una gran pregunta: ¿Cuál es el próximo paso para las organizaciones en esta carrera tecnológica?
La Industria 4.0 se caracteriza por la integración de tecnologías avanzadas en los procesos industriales
Hoy en día, las empresas deben diseñarse en función de las necesidades de los clientes, optimizar los recursos disponibles, ser ágiles y responder a los cambios del mercado de forma inteligente. Aquí es donde entra otro término que para muchos puede resultar desconocido pero que ya es una realidad: la industria 4.0. Este concepto corresponde a una nueva forma de organizar la producción de bienes, tomar decisiones más inteligentes basadas en variables medioambientales y optimizar los recursos disponibles.
Pero ¿la Industria 4.0 realmente tiene futuro? Algunos la llegan a conocer como la cuarta revolución industrial y se caracteriza por la integración de tecnologías avanzadas en los procesos industriales. Estas tecnologías pueden ser el Internet de las cosas (IoT), el big data, la realidad virtual y aumentada, la robótica avanzada, la automatización, machine learning, la hiperconectividad, cloud computing, ciberseguridad, etc. Todas estas herramientas permiten una mayor eficiencia en el trabajo de las personas, la digitalización y la conexión dentro de una empresa, desde la producción y la cadena de suministro, la contabilidad, hasta el servicio al cliente y la toma de decisiones basada en datos.
Todo suena muy bien, aunque no es raro que algunas empresas se pregunten cómo se pueden implementar fácilmente estas nuevas tecnologías en su día a día. Al hacer uso de ellas, las organizaciones pueden mejorar su eficacia y agilidad, optimizar sus operaciones, reducir costos y ofrecer productos y servicios innovadores. Algunas de las características clave de una empresa 4.0 incluyen la adopción de sistemas de producción inteligentes, el uso de análisis avanzados para la toma de decisiones, la creación de una cadena de suministro conectada en tiempo real y la personalización en masa de productos y servicios. Para llevar a cabo esta transformación de la industria, es necesario caracterizar el concepto de Industria 4.0, adoptar un pensamiento estratégico y que las empresas identifiquen de qué forma estas tecnologías pueden contribuir a su sistema.
Ahora, en el 2023, se puede decir que la nueva Revolución Industrial está aquí y las empresas tienen que estar preparadas. Es una nueva etapa donde lo artificial, la creciente acumulación de grandes cantidades de datos, el uso de algoritmos para procesarlos y la interconexión masiva de sistemas y dispositivos digitales se apuntan como elemento central de esta transformación.
Las empresas españolas deben adaptarse, como lo han hecho a lo largo de los siglos, y crear una nueva forma de organizar los medios de producción, con «fábricas inteligentes» capaces de una mayor adaptabilidad a las necesidades y procesos de producción, así como una asignación más eficiente de los recursos para abrir el camino a una nueva revolución industrial, o mejor dicho a la Revolución Industrial 4.0.
Por Rafael Funes, CEO y fundador de LOVIS