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Smart cities

Las ciudades cambian su fisonomía externa, los servicios a los ciudadanos son mejores y muchas veces no nos damos cuenta de ellos. La ciudad inteligente no es algo perteneciente al futuro. Es algo que ya está aquí y que lleva varios años entre nosotros. Las aplicaciones son múltiples, desde la regulación de los semáforos para gestionar mejor el tráfico de vehículo, hasta el pavimento inteligente, que en su interior tiene antenas, para conectar los dispositivos de los ciudadanos mediante redes wifi o los sistemas para regular el consumo de energía y de electricidad en una ciudad.


Las ciudades han experimentado un proceso de evolución constante a lo largo de la historia y progresivamente se las ha ido dotando de elementos que las hacían más habitables. El próximo paso en la evolución se producirá en la línea de dotarlas de inteligencia para permitir que sean gestionadas mejor y permitir un índice mayor de confortabilidad para los ciudadanos. Esto será posible porque se añade un elemento nuevo que no existía de forma generalizada hasta el momento: la información. Toneladas de nueva información sobre lo que está sucediendo en la ciudad en cada momento. Convenientemente procesada se puede convertir en una nueva forma de gestionar y vivir las ciudades.


Cada uno tiene su propia definición de ciudad inteligente pero básicamente todo el mundo coincide en algo: facilitar la vida al ciudadano. Para el equipo de Smart Cities del Centro de Innovación BBVA, “los pilares de una Smart City son la calidad de vida, la eficiencia y la sostenibilidad. El conjunto de medidas impulsadas en torno al concepto de ciudad inteligente son aplicables tanto al diseño inicial de la ciudad como a las intervenciones sobre la ciudad existente, pero sobre todo, se convertirán en influencia para los sistemas de gestión urbana. En relación al uso eficiente de los recursos y la creación de nuevas oportunidades, desde BBVA consideramos que la información es en sí misma un nuevo recurso inmaterial que se debe tener en consideración. No aprovecharlo implica perder potenciales oportunidades.

Hoy en día la tecnología facilita que el tipo de información con la que contamos dé un salto cualitativo, ya que por un lado permite conocer cuál va a ser el impacto o las consecuencias de nuestras acciones, y por otro lado permite la autogestión de muchos elementos de la ciudad. Todo ello puede lograrse si desarrollamos la capacidad de usar la información adecuadamente para la toma de decisiones”.


La realidad es que ciudades como Málaga, Madrid, Santander o Barcelona, por citar alguna en nuestro país, tienen entre sus prioridades aprovecharse de la tecnología para hacer una ciudad mucho más cómoda para el ciudadano. Estas cuatro urbes además encabezaban el informe que cada año realiza la consultora IDC en nuestro país. Veamos qué hace cada una de ellas.


Las más inteligentes


Málaga encabeza el ranking español de ciudades inteligentes. Esta ciudad ha sido pionera en el desarrollo de un proyecto de ciudad eco eficiente, basado en la integración óptima de fuentes de energía renovable en la red eléctrica. El objetivo del mismo es conseguir un ahorro del 20 por ciento en energía en la zona seleccionada, Playa de la Misericordia, con un total de 12.000 hogares.


La urbe que ocupa el segundo lugar es Barcelona, que destaca por su adopción de las TIC y las soluciones de movilidad en el transporte urbano, con el desarrollo del proyecto LIVE (Logística per a la Implementació del Vehicle Elèctric, http://w41.bcn.cat/) como referencia. Cabe recordar que el sector transporte es el responsable del 37,9% del consumo de energía final en España y representa más de la cuarta parte de las emisiones de CO2.


La tercera ciudad clasificada, Santander, ocupa esta posición debido a sus significativos avances en las áreas de edificación, energía y medio ambiente. Mediante el proyecto SmartSantander (http://www.smartsantander.eu/) esta ciudad de menos de 200.000 habitantes se posiciona como una muestra realista para la experimentación y evaluación del Internet del futuro y de las cosas. Para ello, se han desplegado 20.000 sensores orientados  al control medioambiental y de tráfico, la eficiencia en el transporte público y la gestión de los residuos urbanos.


Madrid, la cuarta ciudad del ranking, destaca por su economía y base TIC. Además de ser la mayor economía española, Madrid ha sido clasificada por el Global Economic Power Index como la décimo cuarta ciudad con más poder económico del mundo. Las actuaciones “inteligentes” llevadas a cabo se centran en el Centro Integrado de Servicios de Emergencia (CISEM), que moderniza y coordina todos los servicios de emergencia. De esta forma, SAMUR, bomberos y policías municipales se integran en un mismo centro de control, mejorando así su tiempo de respuesta. Éste ha disminuido en los últimos años un 25% y se sitúa de media por debajo de los 8 minutos para Policía y bomberos y 7 para el SAMUR.



En cuanto a la movilidad urbana, destacan los sistemas de información en tiempo real de la Empresa Municipal de Transportes, el proyecto MOVELE para la implantación del vehículo eléctrico y el programa Car Sharing (vehículo multiusuario).


Cierra el listado de las cinco primeras ciudades inteligentes españolas Donostia-San Sebastián, con un especial énfasis en los servicios y la movilidad. El proyecto Estrategia 2020 Donostia-San Sebastián (http://donostiafuture.com/cas/portada.php) se basa en cuatro ejes estratégicos principales: Diseño en DSS; Personas y valores; Ciudad conectada; Vivir, disfrutar.


Ventajas para todos


En principio pudiera parecer que el hecho de adoptar una filosofía smart en una ciudad, únicamente beneficia al ciudadano, pero la realidad es que la Administración Pública también se ve beneficiada. Salvador Pérez Crespo, Head of  Technology Dissemination de Telefónica I+D, asegura que “a las Administraciones Públicas les ayuda principalmente consiguiendo que sean más eficientes. El disponer de información en tiempo real de lo que está pasando en la ciudad ayuda a poder actuar en el momento adecuado y sólo en el momento adecuado. Por ejemplo, es posible realizar tareas como riegos, recogida de basuras o mantenimiento de infraestructuras públicas en el momento preciso. Esta forma de gestionar los servicios permite ofrecer un servicio que es percibido como de mayor calidad con unos costes lo más optimizados posibles. Para los ciudadanos las ventajas son innumerables. Lo que ofrecen las “smartcities” es la posibilidad de disponer de información precisa de todo lo que está ocurriendo en la ciudad. El tipo de información que se puede recopilar es casi infinita y los servicios que se pueden desarrollar sobre ella son en muchos casos inimaginables.


El reto está en conseguir desarrollar servicios que procesen toda esta información que estará disponible adaptándola al contexto particular de cada ciudadano, para que cada uno reciba lo que es útil para él, idealmente en el momento que lo necesita. El portavoz de Telefónica I+D pone como ejemplo a un ciudadano que se dispone a hacer un desplazamiento y que recibiría en ese momento información sobre la ruta óptima y el lugar donde podría aparcar. Más ejemplos: Un ciudadano que desea comprar una viviendo podría disponer de información recopilada sobre los que ocurre en distintas zonas de la ciudad con datos como precios, índices de criminalidad, niveles de polución, grado de equipamientos municipales, etc. De la misma manera, el ciudadano puede recibir información precisa sobre la gestión que está haciendo el municipio, en un claro ejercicio de transparencia política.


Por su parte, Javier Gil, director de Desarrollo de Negocio de Smart Cities de IBM, cree que “la visión “smart” proporciona una serie de beneficios, como el fomento de una mejor calidad en las vidas de los habitantes, el desarrollo del talento asociado a los puestos de trabajo o un crecimiento del progreso empresarial de la ciudad. Por tanto, para que la adecuación al concepto “smart” resulte exitosa es necesario que la solución tecnológica que se implante beneficie a los ciudadanos y, por ende, a la administración, que realmente es el “brazo ejecutor” que ha de buscar el beneficio para el ciudadano. Todos los sistemas de la ciudad deben adaptarse a un modelo “yo gano pero tú también”. Se debe trabajar, por ejemplo, para conseguir una mejor gestión del tráfico, una administración más ágil en la apertura de nuevos negocios o un sistema de gestión de emergencias eficiente”.


Hoy en día se puede decir que una ciudad que pretenda transformarse en “inteligente”, se tiene que basar en: la optimización de recursos (con el fin de proporcionar más y mejores servicios con igual o menor coste), la sostenibilidad de cualquier solución que se implante y mejorar la calidad de vida actual de los ciudadanos. La información, los medios y soluciones deben ser útiles para los ciudadanos (independientemente de su edad), las empresas y las Administraciones.


Para Darío Ferraté, Responsable de Smart Cities de Atos, “los mayores beneficiados son los ciudadanos. Son ellos los que verán cómo mejoran y aumentan los servicios, con las mismas partidas presupuestarias o, mejor aún, “más por menos”. Es importante para el conjunto de ciudadanos saber que los presupuestos de las ciudades son utilizados de forma eficiente y para fines que ellos mismos han seleccionado, propiciando más la participación e involucración ciudadana. Por otra parte, de forma indirecta, también se beneficiarán las Administraciones y empresas. Las Administraciones, haciendo un uso más optimizado de los presupuestos que disponen, siendo más transparentes, atendiendo más a las necesidades del ciudadano y, por supuesto, generando oportunidades económicas que repercuten en las empresas”.


Los problemas


Viendo que el auge por las ciudades inteligentes puede empezar a ser importante, hay que tener las cosas muy claras a la hora de establecer una posible estrategia. Es decir, Oviedo no tiene por ejemplo los problemas de tráfico de Madrid o Barcelona, por lo que sus necesidades serán otras muy diferentes a las de éstas dos últimas. Siguiendo con el informe de IDC, se dan unas pautas para aquellas urbes que quieran avanzar en el conecpto “smart”:


– Definir la estrategia como ciudad inteligente: Las ciudades sostenibles son los mejores lugares para vivir y resultan menos caras de gestionar. Ciudades de todo el mundo compiten por atraer inversiones, habitantes que incrementen su PIB, y turistas. Cada una de ellas ha de cuidar su desarrollo sostenible de cara al futuro, y evaluar claramente los aspectos más relevantes sobre los que trabajar.


– Construir la ciudad inteligente: Una vez clara y validada la estrategia, hay que transformar los objetivos en un plan de implementación cuidadosamente diseñado que se adecúe a la estrategia y con puntos de valoración mensurables. El plan de acción requerirá colaboración de actores públicos y privados.


– Innovar en servicios inteligentes: Una ciudad inteligente no es un conjunto de tecnologías independientes que proporcionan datos e información, sino un sistema de sistemas cuyo último objetivo es mejorar la calidad de vida de sus habitantes y asegurar su desarrollo económico sostenible. Con este enfoque en mente, todos los servicios, públicos y privados, deben ser reevaluados y cuestionados para poder transformarse en servicios innovadores para los ciudadanos.


– Gestión y operaciones inteligentes: La gestión profesional de la ciudad es necesaria para mejorar en eficiencia, medir los rendimientos y tomar decisiones basadas en una visión realista de la ciudad, los servicios y su impacto en la sociedad. Una gestión inteligente también implica una mejora de los procesos y mejor organización ciudadana, un cambio que requiere un compromiso a largo plazo.


– Medición inteligente y mejora continua: La transformación en ciudad inteligente es un camino largo. Es importante mediar y comunicar los logros intermedios. Además, IDC recomienda revisar, analizar y replanificar la inteligencia de la ciudad de forma continua.


Lo qué más se lleva


Como ya hemos destacado, una ciudad inteligente es aquella que lleva a cabo un uso eficiente de los recursos, minimizando su impacto sobre el medio, al mismo tiempo que logra ofrecer a sus ciudadanos una adecuada calidad de vida, tanto por su configuración, como por los servicios que le presta. En este sentido desde el Centro de Innovación del BBVA pueden ordenarse las propuestas de las ciudades en ciertos grandes epígrafes:


-Minimización de los consumos asociados a servicios urbanos (agua, electricidad, combustibles), sistemas tendentes a evitar el sobredimensionamiento, a integrar elementos de generación basados en energías renovables y a minimizar la dependencia de redes de infraestructuras centralizadas.


-Gestión de la evacuación y tratamiento de residuos y de efluentes.


-Gestión de la movilidad: medidas orientadas a incentivar el uso del transporte público, control del vehículo privado, migración a la movilidad eléctrica, nuevos modos de transporte mixtos (colectivo/individual). Logística inteligente de mercancías, optimizando rutas y modos de distribución, y minimizando la contaminación y las interferencias con la movilidad de pasajeros.


-Medidas de dinamización económica, aproximando la oferta a la demanda (en el tiempo y en el emplazamiento), identificando nuevas oportunidades y configurando nuevos servicios; en este campo la innovación es el pilar fundamental. Es en este último aspecto el BBVA hace una mayor aportación: en Innovación ya que están trabajando en diversos proyectos que tratan de reutilizar la información que generamos diariamente por el uso de las tarjetas de crédito en los entornos urbanos. Cada vez que se produce un pago, independientemente de quién lo haya hecho, tenemos un dato que nos habla de lo que está pasando en la ciudad, y que la describe. Por ejemplo, podemos ver con bastante exactitud cuáles son las calles o barrios donde se da un tipo de actividad comercial u otra dependiendo de la hora o del día o del día de la semana, y también podemos identificar de dónde se atrae a la gente a determinadas áreas de la ciudad. Toda esta información puede ser muy importante a la hora de llevar a cabo una actuación pública, el rediseño de un servicio urbano o la apertura de un negocio. Además, el potencial es muy grande si esta información se combina con otras fuentes de información, cosa que es posible, como ya estamos demostrando con algunos ejemplos de cruce con información de redes sociales, etc.


Otra empresa muy presente en todo lo relacionado con las ciudades inteligentes es Cisco. Esta multinacional norteamericana ha realizado un importante trabajo en esta materia con Barcelona donde Cisco está colaborando para construir la estrategia Barcelona 2020, que pretende convertir a la ciudad en referente global en desarrollo urbano sostenible y en motor económico del Sur de Europa para el año 2020.

Para ello, Cisco contribuye con la denominada Plataforma Urbana de Referencia basada en nuestra aproximación Smart Connected Communities y que se compone de una infraestructura de red física presente en las calles y en los espacios públicos de Barcelona a la que pueden conectarse múltiples dispositivos (como sensores, puntos de acceso a la información y dispositivos móviles) de forma sencilla y segura.

Ya hay en marcha distintos pilotos como son:


  • Bloques energéticos autosuficientes. Crear bloques energéticos autosuficientes, determinando la producción y el consumo netos y la energía comercializada para definir un mapa holístico del uso energético urbano.
  • Monitorización de la energía en edificios públicos. Establecer un análisis del consumo energético en tiempo real y su monitorización en los 2.000 edificios públicos de Barcelona.
  • Optimización del uso del agua de lluvia. Maximizar la recolecta y el uso del agua de lluvia y del agua sin tratar en la ciudad.
  • Red inteligente de autobuses. Desarrollar un modelo de red para monitorizar las nuevas rutas de autobuses en la ciudad y proporcionar a los usuarios información sobre los autobuses en tiempo real.
  • Parking inteligente. Solución de parking integrada para la ciudad que incorpora sensores para proporcionar una visibilidad en tiempo real sobre los parkings urbanos y crear nuevos modelos de negocio en torno al aparcamiento público.


Una segunda fase de esta iniciativa consiste en la creación por parte de Cisco de un Centro de Innovación en Barcelona con la intención de generar crecimiento económico a largo plazo y nuevos puestos de trabajo a través de la innovación tecnológica y la inversión empresarial. Este Centro se apoya en tecnologías de colaboración en red de última generación capaces de conectar Barcelona con otros centros de innovación tecnológica mundiales.

Además y como se detalla en la pregunta 6, el Ayuntamiento de Barcelona, GDF Suez y Cisco acabamos de impulsar la creación del City Protocol, el primer sistema de certificación para ciudades inteligentes que podrá adoptarse por cualquier núcleo urbano del mundo.


Bajo otra perspectiva, también destacamos a Sage quelleva comunicando y poniendo a disposición nuestras soluciones de Administración Electrónica desde el año 2007 acompañando y facilitando la adaptación a la Ley de Administración Electrónica 11/2007. En este ámbito ya existe una ley que favorece el camino de forma nativa hacia el concepto Smart Cities. Pónganos un ejemplo,  para la realización de cualquier trámite en la gran mayoría de los casos ha de producirse una gestión de registro, bien de entrada o salida, con las soluciones de Sage puede ofrecer un servicio 24×7 a sus ciudadanos, a sus proveedores y a otras Entidades con las que se relacione. Eso da como resultado ahorros directos superiores al 40% y además triplica la agilidad y rapidez del trámite. También hay otros ahorros indirectos a valorar, como por ejemplo la reducción o eliminación del papel y su archivo.  Las soluciones de Sage de firma electrónica y gestión documental eliminan por completo estos costes indirectos que en algunas entidades son relevantes.


La situación española


La crisis que está sufriendo nuestro país y más concretamente la crisis de las AA.PP. puede hacer que varios proyectos queden en el olvido o al menos se estanquen por un tiempo. Salvador Pérez Crespo de Telefónica I+D cree que “Afortunadamente, la situación en España es bastante buena. Se ha sido pionero con experiencias como las de Santander donde se está haciendo uno de los primeros despliegues masivos de sensores, la de Málaga sobre coche eléctrico o la de Barcelona alrededor del mundo móvil. Teniendo en cuenta que las AA.PP. son las que más están sufriendo la crisis, ¿está frenando el desarrollo de las ciudades inteligentes? En momentos de crisis la búsqueda de la eficiencia es primordial, por eso es perfectamente posible su desarrollo en tiempos de crisis. De hecho, lo que puede ocurrir es que esa priorización en el despliegue de servicios de la que hablábamos antes, presente un sesgo hacia la priorización de los servicios que más eficiencias presenten”. Por su parte Darío Ferraté, Responsable de Smart Cities de Atos cree que “en España está bastante avanzada y arraigada la idea de convertir a las ciudades en “Smart Cities”. Existe un gran número de iniciativas de distinta índole para avanzar en esa dirección. Por otra parte, esta carrera para ver cuál es la mejor, la más “Smart”, genera un sinfín de proyectos que, aún siendo “pilotos”, los resultados que se obtienen se comparten con otras ciudades con problemáticas similares. Esto agiliza la implantación de aquellas soluciones que obtienen mejoras a corto plazo (estudios sobre ahorros energéticos, agua, respuesta ciudadana, etc), ahorrando costes y esfuerzos. Hoy en día es fácil disponer de informes especializados e inclusive encontrar listas en las que se mencionan el ranking de ciudades inteligentes según unas determinadas premisas (en cada informe se pone de manifiesto los criterios para evaluar una ciudad y considerarla como “inteligente”). En estos informes, encontramos varias ciudades españolas (por orden alfabético, Barcelona, Bilbao, Málaga, Santander, Vitoria,…), inclusive con distintos premios y reconocimientos a nivel internacional. Sin embargo, creemos que estamos en el comienzo de todo este “movimiento” y hay mucho camino aún por recorrer. Las empresas, las Administraciones, las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC) y los ciudadanos tenemos mucho que aportar y mejorar para tener una ciudad donde la calidad de vida sea realmente elevada y podamos considerarla como una “Smart City” en sentido amplio. Es cierto que para poder evolucionar una ciudad, las AA.PP. deben impulsar estas iniciativas pero, a día de hoy, no es fácil debido a los problemas presupuestarios. Es ahí en donde las empresas privadas tenemos  que buscar (y lo estamos haciendo) distintos modelos de negocio que sean útiles para poder poner en práctica la evolución de las ciudades. Tenemos que tener en cuenta que conseguir transformar una ciudad en “Smart” conlleva mucho tiempo y esfuerzo, pero debemos avanzar en ese sentido sin dilación. Todos debemos ser conscientes de que esta evolución es necesaria; los recursos naturales no son infinitos y la forma de vida cambia rápidamente”.


Diferentes necesidades


Como hemos dicho antes, no es lo mismo Madrid que Oviedo o que Nueva York y Londres. Las necesidades son distintas, así que hay que centrarse en ella y ver qué es lo que conviene a cada urbe. El portavoz de IBM cree que “el modelo de la ciudad lo marcan los tres actores principales de la misma: el gestor o gobernante, el ciudadano y la red empresarial En todas las fases del proceso de integración tecnológica se ha de tener en cuenta que una solución inteligente no lo es tal si el ciudadano no disfruta de un beneficio real de la misma. Ese debe ser el principal objetivo. Además, se ha de realizar un exhaustivo estudio de todos los factores que conforman el entorno de esos ciudadanos y que, sin duda, impactarán de una u otra forma en el latido de la ciudad. Por ejemplo, cuestiones demográficas, sociales, económicas, políticas o culturales. No existen dos ciudades con una misma personalidad al igual que no existen dos personas exactamente iguales. Todas las personas somos genéticamente similares, pero unas son deportistas y otras intelectuales, y a unas les gusta el campo y a otras la playa. Por ejemplo, ciudades como Nueva York, Las Vegas o Memphis se han centrado en la mejora del área de seguridad. IBM ha colaborado con los departamentos de Policía de todas ellas con el objetivo de reforzar la seguridad de los ciudadanos mediante la aplicación de una solución tecnológica. Algunas ciudades como Estocolmo o Londres, con las que también ha trabajado IBM, han puesto el foco en temas como el tráfico y otras lo han hecho en el desarrollo económico. Dicho esto, sí podemos encontrar en todas las ciudades un nivel estructural común que se debe adaptar a la idiosincrasia de cada caso y a las soluciones que se han de priorizar”.


Para los responsables del BBVA, “lo más importante es que la transformación tenga lugar de una forma planificada, ordenada. Respecto a la batería de medidas tendentes a disminuir las citadas tensiones, y que se engloban bajo el concepto de Smart Cities, debemos destacar que actualmente asistimos a una eclosión de soluciones tecnológicas que necesariamente deberán converger. Nos encontramos en una fase inicial análoga a la que han vivido otras ramas de la ciencia y la industria previamente, hasta alcanzar madurez, estabilidad y estandarización, tal y como demanda el usuario final. Y no debemos olvidar que la tecnología es una herramienta pero no un fin: en ocasiones no hay más que plantearse las cosas de una forma diferente para lograr una solución “smart”. La ciudad es tan inteligente como sus ciudadanos”.


Pero también existen problemas. Por ejemplo desde Cisco cree que “actualmente la mayoría de las ciudades no tienen sus servicios conectados bajo una plataforma común. Para lograrlo, las redes IP nos permiten no sólo crear edificios inteligentes, conectados y controlados por los ciudadanos y las empresas, sino conectar en un sistema unificado la gestión de todos los servicios urbanos -transporte, sanidad, seguridad, energía, residuos, educación…- con el fin de optimizarlos y reducir sus costes, así como aprovechar esta plataforma para fomentar la creación de nuevas empresas, facilitar los procesos a las que ya existen, promover su internacionalización y atraer capital económico y humano. Además, es necesario establecer un sistema de certificación que permita medir la eficiencia y calidad urbanas mediante indicadores clave que abarcan aspectos estructurales, funcionales, sociales y de sostenibilidad, con el objetivo final de definir políticas, procesos y proyectos que impulsen el progreso de los entornos urbanos a corto, medio y largo plazo. Y eso es lo que estamos impulsando con el City Protocol, que podrá adoptarse por cualquier núcleo urbano del mundo”.


¿Quién puede ser Smart?


Cualquier ciudad que se apoye en la tecnología para estandarizar y optimizar los servicios que se ofrecen a los ciudadanos combinando urbanismo, ecología y tecnología puede convertirse en una ciudad inteligente. Desde el centro de innovación del BBVA aseguran que “la gran diferencia reside en cómo podemos dotar de inteligencia a los gestores de la ciudad para que consigan cubrir sus objetivos con los ciudadanos. No hay ciudades inteligentes, hay ciudades con herramientas inteligentes que ayudan a los gestores, a las empresas y a los ciudadanos a vivir, trabajar y desarrollarse de la mejor manera posible. La capacidad de tener personas inteligentes es lo que hace inteligentes a las ciudades”.

Salvador Pérez Crespo, Head of  Technology Dissemination de Telefónica I+D cree que “para conseguir hacer que una ciudad sea inteligente hay que realizar instalaciones de elementos que recojan información de lo que está pasando en la ciudad. Estas instalaciones se harán más rápido o más despacio dependiendo de lo preparada que esté la ciudad para ello. Por este motivo, los proyectos más avanzados son los que se realizan sobre ciudades nuevas o sobre barrios nuevos de ciudades. Este es el caso de la ciudad coreana de New Songdo al oeste de Seúl, cuyo objetivo es convertirse un centro internacional de negocios. O la ciudad de Masdar en Abu Dhabi, que se plantea como la  primera ciudad 100% ecológica del mundo sin emisiones de carbono y sin residuos”. Por su parte el portavoz de Atos cree que “bajo el punto de vista de Atos, cualquier ciudad puede mejorar puntualmente, proporcionando y disponiendo de servicios cada vez más inteligentes u optimizando algunos existentes, pero eso no significa que se “convierta” en una Smart City. Consideramos que una ciudad debe ir cambiando, mejorando y optimizando muchos y diversos aspectos (transportes, seguridad, educación, Administración, medios tecnológicos, energías y recursos naturales, edificios, …) para poder ser considerada una ciudad realmente inteligente”.


La cara oculta


Pero no todo se centra en las bondades de las smart cities. Son muchas las críticas que reciben los ayuntamientos cuando realizan determinadas concesiones relacionadas con las ciudades inteligentes. Además, muchas de esas críticas se centran en que algunas de las soluciones y proyectos aprobados por los ayuntamientos se centran en el beneficio económico (o en la reducción de costes) más que en buscar el beneficio de los ciudadanos, ¿pueden hacer críticas como ésta o similares que nos encontremos ante una burbuja? En este sentido, el portavoz de Telefónica cree que “la reducción de costes supone un claro beneficio para los ciudadanos. Permite optimizar los gastos y abordar otros servicios que de otra manera quedarían fuera por motivos presupuestarios. Es difícil pensar en burbuja en servicios cuyo objetivo es conseguir que los ayuntamientos, y por lo tanto los ciudadanos, gasten menos. Sí que es cierto que las ventajas por el ahorro son menos glamurosas para ser promocionadas que los nuevos servicios que pueden recibir los ciudadanos. Tal vez, un contexto económico como el actual pueda favorecer que este tipo de ventajas se promocionen más en el futuro”.En Cisco creen que “una plataforma integrada de comunicaciones basada en las redes IP puede generar ahorros cercanos al 25 por ciento en los costes de explotación de los servicios existentes, y una reducción superior al 50 por ciento en los costes asociados a la puesta en marcha de nuevos servicios. Por tanto, los beneficios de reducción de costes y de reducción de emisiones contaminantes son fundamentales, pero el objetivo final de cualquier proyecto de smart city consiste siempre en una mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. De hecho, en Cisco creemos que la aplicación de estos proyectos no sólo tendrá un beneficio medioambiental y social, sino también económico generando una nueva economía mediante la creación de servicios innovadores y nuevos empleos bajo un modelo de colaboración público-privada”.

Finalmente desde el BBVA creen que las críticas vienen porque “el centro de una ciudad inteligente debe ser el ciudadano. Y en realidad las decisiones que se tomen deben de responder a los tres criterios mencionados al principio: calidad de vida, eficiencia y sostenibilidad. Si no se atienden a los tres a la vez, serán decisiones equivocadas, que pueden arreglar cosas a corto plazo, pero que se demostrarán inadecuadas. Por ejemplo, no se puede hacer más eficiente (más barata) la gestión de una infraestructura, pero que de un peor servicio al ciudadano, o que contamine más. Nadie aceptará de su gobierno cosas así. Respecto a la posible existencia de una burbuja, no creemos que sea así en términos económicos, aunque quizá sí se dé en términos mediáticos: desde hace poco todas las ciudades quieren ser inteligentes ¿cómo no?, es un concepto como decíamos, en plena eclosión, que quizá deje de tener la fuerza de la novedad cuando llevemos ya un tiempo aplicando herramientas de racionalidad en la gestión urbana apoyadas en una nueva forma de pensar, en gran medida posibilitada por la tecnología y los datos. Ese día la inteligencia seguirá estando ahí, como se encuentra tras multitud de hechos cotidianos (pulsar un interruptor y que se encienda una luz, o abrir un grifo y que salga agua tienen muchísimo trabajo anónimo detrás), se trata de cuestiones que damos por hecho, como en el futuro daremos por hecho que todo ello se haga con el menor impacto medioambiental y económico, pues ambas variables son ya indisociables”.



La tecnología como herramienta básica de desarrollo de las Smart Cities


Juan Murillo. Técnico de Innovación en el proyecto Smart Cities . BBVA Innovation Center


Asistimos a una verdadera explosión de diversidad en los sistemas de monitorización y gestión de los servicios urbanos, este fenómeno es común a todo ciclo tecnológico en su fase inicial.

Los retos de cara a los próximos años son la estandarización y la integración, lo que a su vez permitirá de paso alcanzar economías de escala que reduzcan los costes unitarios de hardware y software. Dado que la tecnología no es un fin en sí misma, sino un medio orientado a unos usuarios muy bien definidos- decisores políticos, ciudadanos y empresas concesionarias gestoras de las infraestructuras- tras esta fase inicial de convivencia de diferentes sistemas que realizan una misma función es previsible que se dé una etapa de selección que cribe las aplicaciones más adaptables, útiles y transversales. En este proceso creemos que triunfarán las plataformas abiertas basadas en una filosofía colaborativa, enriquecidas gracias al feedback de sus usuarios. Es la visión que compartimos en BBVA, y en esta dirección van nuestros esfuerzos en el marco del nuevo urbanismo. En el grupo de Smart Cities del Centro de Innovación trabajamos ya en obtener, combinar, procesar, y utilizar toda la información generada por la dinámica socioeconómica urbana, por ejemplo colaborando con varios municipios para analizar en qué zonas y tipos de comercio realizan mayor gasto los turistas, y en qué momentos. Este mismo análisis puede llevarse a cabo eligiendo el segmento de consumidores que deseemos (estudiantes, mujeres de un determinado rango de edad, etc.), y podemos también centrarnos en la categoría comercial que nos interese estudiar. Estamos consiguiendo resultados muy interesantes en base a una serie de datos que previamente apenas se utilizaban, pero las conclusiones más esclarecedores surgen a menudo al combinar nuestra capa de información con las de otros agentes, de ahí la importancia de lograr sinergias en base a la colaboración, a la coordinación de esfuerzos. El objetivo es estructurar nuevos servicios para los ciudadanos, para los gobiernos, y para las empresas en base a este nuevo conocimiento, y no necesariamente por parte de nuestra entidad, pues tenemos la voluntad de abrir y compartir estos resultados como una más de nuestras aportaciones para contribuir a dinamizar la economía en la coyuntura actual, y porque creemos firmemente en la creatividad de la gente, del usuario final.

Pero más allá del debate en torno a los medios técnicos que posibilitan la recogida de datos y la gestión remota de infraestructuras y servicios, el factor más importante de cara a lograr hacer más con menos, lo constituye la capacidad para analizar dichos datos, para llevar a cabo un diagnóstico acertado de los problemas, y finalmente para adoptar decisiones que mejoren la ciudad, y hagan más fácil la vida de sus habitantes. Afortunadamente cada vez podemos encontrar más equipos de gobierno que apuestan firmemente por la gestión urbana apoyada en las tecnologías, con los objetivos de lograr mayores cuotas de eficiencia, e incrementar la calidad de vida de los ciudadanos.

En este proceso de búsqueda de la eficiencia de los diferentes sistemas que marcan el pulso de nuestras ciudades (consumos de agua y energía, movilidad, logística de mercancías y residuos, dinámica socioeconómica), los retos tecnológicos son perfectamente salvables, la clave del éxito radica en la capacidad de coordinación entre las partes participantes.  Buscando favorecer este proceso de convergencia (tecnológica y operativa), muchos gobiernos municipales están sentando ya compromisos de coordinación que eviten volver a inventar «n» veces la rueda. Un ejemplo de ello en nuestro país es la recientemente constituida Red de Ciudades Inteligentes de España a la que se han adherido 25 municipios, y que distribuye sus líneas de trabajo y desarrollo entre sus miembros para compartir sus experiencias a medida que se recorren las curvas de aprendizaje en los respectivos proyectos piloto.

Nuestra labor de interpretación del registro digital de la actividad comercial, para identificar carencias en la dinámica económica de un entorno específico que puedan ser transformadas en oportunidades, es un ejemplo más de que la tecnología es una herramienta imprescindible –aunque complementaria y no sustitutiva del factor humano- con enorme potencial de cara a mejorar la sociedad. Empleémosla sacando todo el provecho que nos pueda dar.



¿Ciudades más inteligentes?

Javier Gil Arenales, Director de Smarter Cities de IBM

En 1900 solo el 13% de la población mundial vivía en ciudades. En el año 2050 se prevé que la cifra aumente hasta un 70%. Dicho de otro modo, en tan solo cuatro décadas se estima que la mayor parte de la población habite en espacios urbanos donde los ciudadanos tendrán que realizar todas las actividades necesarias para poder estudiar, trabajar, divertirse o comer. Este es el factor que diferencia la forma en que las ciudades están evolucionando y que ha propiciado que la “inteligencia urbana” cobre cada vez más importancia.


¿Cuál es el funcionamiento de una ciudad inteligente? En primer lugar, conviene subrayar que no hay dos ciudades iguales. Cada una se define según su propia personalidad. Al igual que las personas desarrollamos nuestra inteligencia y forma de ser adquiriendo habilidades y conocimientos, la ciudad debe hacer lo propio respetando sus propios genes. Estos genes vienen definidos por el entorno social, cultural, económico y político en el que conviven sus ciudadadanos. Por ello, el funcionamiento de una ciudad inteligente nunca será igual al de otro.


Una ciudad necesita dotarse de tres elementos básicos: capacidad para sentir, aglutinar la información que capta del entorno y enviarla al “cerebro”, y procesar las órdenes adecuadas. ¿Cómo sienten las ciudades? El mundo está lleno de diferentes tecnologías de recogida de información, como sensores de posición, cámaras de tráfico o teléfonos móviles. ¿Cómo se comunican las ciudades? Al igual que nosotros disponemos de un sistema nervioso, estas tienen un sofisticado sistema de comunicaciones, compuesto por elementos como las redes de fibra óptica, la tecnología Wi-Fi o el denominado “Internet de las cosas”, ese modelo de comunicación entre maquinas que va a revolucionar un fenómeno que ya ha sido una revolución: el Internet de las personas. ¿Cómo adoptan decisiones más inteligentes?  Los gestores de las ciudades pueden ya emplear tecnologías de análisis y herramientas de predicción para aprovechar la ingente cantidad de información de que disponen y, en última instancia, tomar decisiones más rápidas y efectivas, y a un menor coste.


Los ciudadanos ya no solo aportan datos sobre sus hábitos de vida a través de los sensores de la ciudad. Las miles de millones de voces anónimas que emplean la Red para hacerse oír en redes sociales, blogs o foros tienen mucho que decir en la configuración de la vida urbana. Muchos de los 900 millones de usuarios activos en Facebook (más del 10% de la población mundial) o los 140 millones en Twitter aportan, sin ser conscientes de ello, una muy valiosa información.


Tanto los gestores municipales como las empresas del sector tecnológico son conscientes de que actualmente tienen ante sí un tesoro que han de saber aprovechar para saber adecuar sus decisiones según los intereses de los ciudadanos. Estos publican sus opiniones más sinceras acerca de las películas que han visto, los artículos que han leído o el restaurante en el que han comido. Pero también comentan cómo han sido sus experiencias en el uso del transporte público, el servicio recibido en un hospital o la tramitación de documentos y registros con la administración pública.


Una de las principales ventajas de esta participación ciudadana a través de los medios sociales es la extraordinaria diversificación y segmentación de las audiencias. Los grandes volúmenes de datos que hoy día circulan por la Red ofrecen información sobre los comportamientos ciudadanos, las preferencias en el uso de medios de comunicación, las opiniones y patrones de comportamiento…. y mucho más.


El 90% de los datos en el mundo fueron creados en los últimos dos años, debido fundamentalmente al rápido crecimiento de los medios sociales y del uso de dispositivos móviles. Una muestra del extraordinario valor que en tan poco tiempo han adquirido todos estos datos son las iniciativas que hoy día se están desarrollando para fomentar el uso de las redes por los ciudadanos y así poder adecuar las políticas municipales a sus intereses. Por ejemplo, el World Tech Jam, gracias al cual el pasado mes de junio pudimos conocer las opiniones de miles de ciudadanos sobre una gran cantidad de ámbitos como la sanidad, el transporte o la educación.


El uso de las redes sociales ha propiciado una mayor transparencia en la información como instrumento para el desarrollo y reforzamiento de la marca de la ciudad. Gracias a ello, los ciudadanos, la administración y las empresas están mejor interconectados y existe una mayor eficiencia en la gestión municipal. Asimismo, se ha facilitado la toma de decisiones, gracias al “derrumbamiento” de muchas barreras en las organizaciones e instituciones. El nuevo entorno online ha cambiado también, en definitiva, la concepción tradicional de las ciudades inteligentes. ¿Ha llegado el momento de hablar de la smart city 2.0?


Soy “smart”, facilito la vida a mis ciudadanos


Antonio Casamayor, director de estrategia de Delaware


El término “Smart City” está de plena actualidad y son muchas las ciudades que están poniendo en marcha iniciativas orientadas a colgarse la etiqueta de “ciudad inteligente”. Sin embargo, como ha ocurrido ya en otros ámbitos, la euforia tecnológica deslumbra, y a veces desvía la atención del verdadero propósito que hay detrás de este concepto: hacer la vida más fácil al ciudadano.


La implementación de una tecnología sofisticada o espectacular no convierte a una ciudad en “ciudad inteligente”. Esto es una carrera de fondo. Las ciudades que han avanzado más en esta carrera llevan años trabajando en sistemas o desarrollos que faciliten la vida cotidiana a sus habitantes, y claro está, la tecnología es una ayuda imprescindible para gestionar sistemas altamente complejos – desde la regulación del tráfico a las redes del subsuelo, pasando por la sostenibilidad medioambiental.


Pero una ciudad inteligente no se consigue a golpe de titular. Es necesario empezar la casa por los cimientos. No hay un concepto ni un modelo único de Smart City. Cada ciudad parte de una realidad distinta, de unas infraestructuras diferentes, sus ciudadanos tienens costumbres diferentes. Lo que puede tener sentido en una ciudad puede resultar absurdo en otra.


Hay ciudades que deben comenzar con lo básico, es decir empezar conociendo lo que tienen. Es lo que los expertos llaman la creación de “Open data”, es decir, repositorios de información estructurada y sistematizada de todo lo que se tiene. A veces se tiene que empezar incluso con el propio censo de población o el catastro de inmuebles. Esto es obvio en nuestro entorno, pero hay países en desarrollo, que están estructurando ahora sus ciudades y están en esta fase. Empezar de cero puede tener sus ventajas.


Una vez superada esta fase, las autoridades municipales se tienen que plantear seriamente hacia dónde quieren ir, es decir, qué tipo de “Smart City” y qué iniciativas tienen realmente sentido en su ciudad, de qué servicios existe realmente una demanda social. Una vez conseguido ésto, la tecnología está ahí para poder hacerlo realidad. Se trata de integrar sistemas complejos, aprovechar toda la información de que se dispone para ofrecérsela al ciudadano, crear nuevas infraestructuras en línea con esos objetivos, etc. Lo que no tiene sentido es lanzarse a implementar la última maravilla tecnológica sin un plan previo en el que encaje.


Este es el momento en el que la tecnología y los proveedores tecnológicos intervienen y aportan todo su valor. En el extremo pueden incluso ayudar a los entes municipales que carezcan del know how suficiente, a gestionar esta complejidad.


En definitiva, no hay que dejarse deslumbrar por los “rankings” de ciudades inteligentes. No hay ciudades “smarter than others”. Una ciudad será inteligente en tanto en cuanto sea capaz de facilitar la vida a sus ciudadanos. La tecnología per se no debe ser el criterio a la hora de definir qué entendemos por “smart city”, sino sólo un facilitador.


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