2020 pasará a la historia, sobre todo por las consecuencias colaterales del COVID-19. Los emprendedores han visto acelerado su desarrollo en un entorno digital, que ha permitido reducir sus costes. En sus presupuestos ya no se incluyen los gastos derivados del alquiler de una oficina o local con precios elevados, pues su ubicación ya no importa a nadie. La deslocalización del talento, ha permitido plantear un nuevo modelo de vida donde el hábitat urbano, no es considerado imprescindible.
El comercio y los negocios basados en grandes superficies, tanto comerciales como de oficinas, están más cuestionados que nunca. Las tendencias muestran un elevado crecimiento entre los minoristas independientes que optan por la digitalización. Los consumidores replantearon su forma de comprar, condicionados por los desafíos pandémicos y el ecommerce seguirá acelerándose, a medida que las normas de compra evolucionen y el market place se ira convirtiendo en el gran cajón de sastre del comercio independiente.
La pandemia ha cambiado la percepción de los compradores de acudir a las tiendas, y los minoristas resistentes buscarán la tecnología para satisfacer las necesidades de los clientes. Opciones alternativas como recogida en tienda, combinadas con logística, y la adopción de nuevas medidas de salubridad para evitar riesgos en las tiendas, evolucionarán el shopping.
Los nuevos modelos de negocio y de consumo, las finanzas y los préstamos, están en revisión de su modelo tradicional. Las instituciones financieras deberán empatizar con las realidades actuales de los empresarios y pymes. Al seleccionar un banco, la experiencia digital del usuario será un factor importante, especialmente para aquellos que acaban de empezar con el espíritu empresarial. Mientras, empresas con mayor antigüedad están recurriendo a los nuevos servicios de pago on-line para reducir sus gastos comerciales. La década será prodigiosa… o no será ¡Atentos!
José Joaquín Flechoso. Cibercotizante