En las rebajas es muy típico aquello del dos por uno, y algo parecido ha pasado aquí: dos pandemias por el precio de una, y me explico….
Cuando algún iluminado dijo que “tendríamos algún caso aislado” refiriéndose al coronavirus, nadie se lo tomó en serio y nos pilló con el paso cambiado. El resto ya lo sabemos: confinamiento hasta nuevo aviso. Esto motivó poner en marcha el teletrabajo como remedio de urgencia para aquellas actividades susceptibles de aplicar, pero tanta improvisación y falta de método, ha provocado una saturación imposible de digerir.
Hemos perdido la costumbre de hablar por teléfono y todo lo hacemos vía videoconferencia. La hiperinflación de webinars hace que se solapen unos con otros, convocándonos a múltiples actos con temáticas repetitivas y a veces, de escaso interés. Lo positivo, es que ahora somos muy puntuales. Nos hemos vuelto youtubers improvisados, pero… ¿tal vez somos conferenciantes compulsivos? Yo por si acaso, me lo voy a revisar.
Con la pandemia hemos perdido la costumbre de hablar por teléfono y todo lo hacemos vía videoconferencia
Lo que ya no tiene tanta gracia, es la dependencia del teletrabajo de algunas organizaciones para con sus empleados, que a veces hacen jornadas sin horario. Desde el 5 de diciembre de 2018 cuando se promulgo la Ley Orgánica de Protección de Datos y Garantía de los Derechos Digitales (LOPDGDD) está reconocido el derecho a la desconexión digital que protege a los trabajadores de jornadas abusivas, donde no se respetan horarios, ni tiempo de ocio, o vacaciones, invadiendo el espacio digital propio, por quienes ostentan la jefatura hacia sus subordinados. Convenios colectivos como el de Telefónica, BBVA u Orange, por poner algunos ejemplos, ya contemplaban estos derechos para con sus trabajadores al amparo de la mencionada ley y constan recogidos en sus convenios, con anterioridad a las dos pandemias: la del COVID-19 y la del teletrabajo…