Actualmente no hay fenómeno más científico, cultural y político que Internet. La Agenda 2030 define que esta tecnología tiene “un gran potencial para acelerar el progreso humano” y una encuesta de la BBC confirma que el 87% de los usuarios consideran el acceso a Internet un derecho fundamental.
Cierto que no es un derecho humano como la libertad de expresión, pero para tutelar los derechos humanos, Internet es imprescindible. A día de hoy y aunque sea inconcebible, en algunos países sigue habiendo censura en la Red. Aunque la mayoría de países permiten el uso de VPN, otros encuentran estos servicios indeseables e incluso ilegales. El 2019 fue el año con más bloqueos e interrupciones desde que existe la Red. Se produjeron un total de 122 cortes totales o parciales de Internet en más de 21 países, con una duración superior a las 18.000 horas.
Los gobiernos interrumpen o ralentizan Internet cuando se producen protestas continuadas para dificultar que los manifestantes se coordinen o convoquen nuevas acciones, a la vez que se evita la difusión de vídeos e imágenes que muestren la más que probable brutalidad policial. Para evitar estas situaciones, algunos gobiernos optan por impedir únicamente el acceso a las redes sociales y permitir la navegación normal en el resto de webs. Las plataformas más afectadas son WhatsApp, Facebook e Instagram, seguidas por Twitter y, en mucha menor medida, YouTube.
Los gobiernos interrumpen o ralentizan Internet cuando se producen protestas continuadas
En 2016, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó una resolución para la “promoción, protección y el disfrute de los derechos humanos en Internet” aprobando una resolución no vinculante, es decir, que ningún país está obligado a cumplir con esta resolución……
Es un contrasentido que en el tiempo del Internet de las Cosas (IoT), aun sigamos teniendo que reivindicar el Internet de las personas.