En los últimos tiempos, se suele prestar mucha atención a las redes sociales y bastante menos a otros efectos de la informática, esa llamada “nueva tecnología” que tiene ya más de setenta años…
No deja de ser lógico. Las redes sociales, de manera antes impensada (como ya ocurriera en su día con el teléfono…), se han convertido en el nuevo “juguete” de todos y la escasa experiencia de cómo usarlas hace que surjan todo tipo de anécdotas y, también, otros hechos ya no tan anecdóticos como esas fake-news que han llegado a amenazar incluso los procesos democráticos (eso sí, en los escasos países en que están vigentes…).
Pero la informática es mucho más que las redes sociales y ya vivimos en un mundo que parece esclavo de un tipo de sociedad que, sinceramente, no podría funcionar sin la informática.
Recuerdo ahora la clásica película de ciencia ficción que aquí se llamó “Ultimátum a la Tierra” (1951 – The Day the Earth Stood Still, de Robert Wise). En esa película, un extraterrestre, para advertir a los terrícolas del peligro de ciertos desarrollos tecnológicos (muy claramente el armamento atómico en la película), decide mostrar su poder, realmente conminatorio, anulando el efecto de la electricidad en todo el planeta. Dejando al margen lo absurdo del procedimiento (sin electricidad colapsan los núcleos atómicos y la materia se va descaradamente al garete…), lo cierto es que esa muestra de poder (y de nuestra dependencia…) resulta de lo más efectivo, al menos en la película.
El que pasa por ser el primer ordenador electrónico, el ENIAC estadounidense, fue operativo desde 1945 y llegó al gran público en febrero de 1946, hace ya más de setenta años
Algo parecido ocurre con la informática. Además de las redes sociales (tal vez demasiado visibles para todos), lo cierto es que nuestra sociedad depende claramente de muchos recursos y soluciones informáticas que se nos han hecho imprescindibles. Haciendo con la informática un ejercicio parecido al que hacía “Ultimátum a la Tierra” en 1951 sobre la electricidad, lo cierto es que sin informática, además de perder las ubicuas redes sociales, tendríamos hoy sistemas bancarios obsoletos que darían al traste con la modalidad del capitalismo financiero en que vivimos. Pero también se resentirían incluso los nuevos sistemas de diagnóstico por la imagen, la microcirugía y tantas otras tecnologías médicas “informatizadas” que tanto han hecho por alargar la esperanza de vida de la humanidad. También habríamos logrado muchos menos descubrimientos científicos si los investigadores no dispusieran de la potencia informática que hoy utilizan en su trabajo para proporcionarnos nuevas medicinas, nuevas soluciones a viejos problemas y, en definitiva, nuevos desarrollos en casi todos los ámbitos.
El que pasa por ser el primer ordenador electrónico, el ENIAC estadounidense, fue operativo desde 1945 y llegó al gran público en febrero de 1946, hace ya más de setenta años. Y es curioso que, antes de ello, aunque a veces se hablara de “cerebros electrónicos” lo cierto es que no se imaginaba la omnipresencia de la tecnología informática que hoy constatamos. Se hablaba de “robots” (una especie de ordenador con IA autoconsciente y con dos patas…), pero respondiendo a otra tradición cultural y literaria y no como fruto de un desarrollo tecnológico.
Valga como muestra un botón. Para muchos (en una visión limitada y muy a primera vista), la ciencia ficción trata de lo que nos depara el futuro. Por eso sorprende que un gran fresco que trata de una extendida civilización galáctica pueda concebirse sin informática. Así ocurre en Isaac Asimov y su imperecedera serie (siempre de lectura recomendable) iniciada con “Fundación” (1951). Asimov, un experto profesor que acabó dedicándose a labores de divulgación científica y, también, a una brillante carrera literaria en el ámbito de la ciencia ficción, abordaba a principios de los años cuarenta del pasado siglo, la magna historia de una civilización galáctica en la que no había ordenadores.
Hay que tener en cuenta que excepto el primer capítulo, los demás se habían publicado en la revista Astounding desde mayo de 1942. Y, lógicamente, a falta del ENIAC (entonces secreto militar muy bien guardado…), en la civilización galáctica que describe “Fundación” no hay ordenadores. Ni siquiera aunque el factótum de la historia (el creador de la Fundación) sea un matemático genial como Hari Seldon. Cosas veredes amigo Sancho…