Las diversas formas de empleo impuestas por la economía digital, hacen cada vez mas necesario buscar alternativas diversas de trabajo por cuenta ajena, pero trabajar como empleado ¿está sobrevalorado? Una experta en recursos humanos, hablando sobre los nuevos modelos vinculados a la digitalización y la ingeniería social, me decía: “Si no tienes competencias digitales y marca personal, tu empleabilidad baja a cero”. Cierto era su diagnostico que viene auspiciado por el empuje de las nuevas generaciones y sobre todo por el cambio de prioridades vitales de los más jóvenes.
Su forma de entender la vida y sobre todo, la manera en la que prestan sus conocimientos, irremediablemente va a chocar con organizaciones tradicionales, escasamente innovadoras y poco flexibles, como son un buen número de empresas españolas, especialmente pymes, que es precisamente donde la digitalización va penetrando a un ritmo más lento del deseable, pero donde es más fácil conseguir empleo que en las grandes corporaciones.
Si no tienes competencias digitales y marca personal, tu empleabilidad baja a cero
El valor de la marca personal emerge como trampolín de la empleabilidad para la generación Z. Su presencia activa en redes sociales amplifica su nombre como marca y destaca sus fortalezas gracias a la divulgación de sus publicaciones. Los Z cuidan al máximo su presencia activa, siendo capaces de situarse en stand by a la espera de recibir ofertas procedentes de un mercado laboral tradicional, claramente distante de sus intereses personales y profesionales. Esta falta de sintonización entre oferta y demanda, crea la disfunción de la que tanto se quejan los empresarios españoles al no encontrar jóvenes cualificados para sus empresas, aduciendo estos una falta de estímulo formativo que es rebatido por los jóvenes, que alegan los bajos salarios como base del problema.
Los Z ponen sus condiciones: las ofertas deben ser atractivas, y encajar con su filosofía de vida donde conceptos como la sostenibilidad, la desconexión digital, el modo de trabajo hibrido y el salario emocional, marcan su doctrina laboral. Son plenamente conscientes de saber en lo que son buenos y exigen que sean valorados sus conocimientos en forma de retribución salarial acorde a sus conocimientos y capacidades.
Los Z son nativos digitales, se informan por Twitter, utilizan servicios de movilidad compartida o piden comida a domicilio a través de aplicaciones, siendo estas algunas de las señas de identidad que los definen. Ante esta forma de afrontar la vida, me pregunto… ¿entonces, en qué se parecen a las generaciones precedentes? ¡En nada! Y justo esa es la gracia……
Muchos jóvenes se sienten atraídos por especialidades que acogen nichos de mercado que dan cobijo a empleos emergentes que exigen una formación específica, en muchos casos soportadas por microcredenciales al que sumar su valor añadido que potencia tanto su marca personal, como su identidad profesional. La empleabilidad de los Z va a converger en un mundo de equilibrios laborales y emocionales, inéditos e impensables años atrás. Este cambio de paradigma va a condicionar el futuro de unas relaciones laborales reordenadas y superadas por los nuevos tiempos, liderados por una generación sorprendente y fantástica.
José Joaquín Flechoso, presidente de Cibercotizante