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Juan Manuel Sáez de la Calle, Director de la Revista Byte TI huawei

Tecnología que destruye, por Juan Manuel Sáez

Nadie puede dudar de que las nuevas tecnologías han sido globalmente positivas para el desarrollo de la Humanidad. Nos hemos aprovechado y nos ha permitido progresar y servirnos de ellas en todos los campos de la vida. Pero hay un apartado que me inquieta, sobre el que me gustaría reflexionar en esta ocasión.

Me refiero, no ya a cuando se utiliza la tecnología con fines perversos, contra las personas, en conflictos de cualquier tipo, ciberataques y demás delincuencia, sino al oscuro mercado del juego Online, que se ha beneficiado sin piedad de los avances informáticos.

El año pasado, las apuestas online contaban con casi un millón y medio de jugadores activos

La tecnología en este campo ha abierto a todo el universo (incluidos los menores) la posibilidad de ejercitar el juego y las apuestas con controles totalmente insuficientes.

El año pasado, las apuestas deportivas virtuales contaban con casi un millón y medio de jugadores activos. En España se contabilizan ya más de 400.000 ludópatas, y el 14% de los menores de edad se han iniciado en algún tipo de juego. En los gabinetes de consultas de psicología ya son mayoría los casos relacionados con problemas de este tipo.

Expertos en adicciones resaltan la gravedad de este emergente problema adictivo, por encima incluso del alcohol o las drogas, porque no es tan visible físicamente y muchas veces se detecta con el problema muy avanzado.

Lo peor de todo es que no somos conscientes del drama. Cuando veo los anuncios en la televisión, donde «intelectuales» que se autodefinen de izquierdas, como Jorge Javier Vázquez, José Coronado o Carlos Sobera, se prestan a promocionar ese peligroso juego online, que está destruyendo un montón de familias, me entra una indignación difícil de digerir: no me creo que no se den cuenta de que están promocionando algo peor que las drogas o el alcohol: ¿no les llega con lo que ganan con sus programas? Reflexionen un poquito, ¡por favor!

En Byte TI hemos practicado con el ejemplo. Antes del verano rechazamos una jugosa campaña de publicidad de una conocida casa de apuestas: es la primera vez que nos negamos en esta casa a insertar un anuncio, de lo que nos sentimos especialmente orgullosos.

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