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SIMO, Steve Jobs y la muerte de Apple

Por primera vez en mi larga (de tiempo) trayectoria profesional, me he perdido la celebración del SIMO de este año. No tengo buena memoria, pero seguro que no me equivoco si afirmo que desde al menos treinta años, no había faltado nunca a esta cita.


Precisamente esa carencia para guardar recuerdos me hizo planificar un viaje, sin acordarme (de otra forma lo habría aplazado) de que coincidía con nuestro evento informático. Por tanto, en esta ocasión, a diferencia de todas las anteriores, no voy a poder opinar sobre el desarrollo de la feria.


A falta de canal español, toda vez que me encontraba muy lejos, como es mi costumbre, aprovecho para, en ocasiones, sintonizar la CNN. El día que murió Steve Jobs, coincidiendo con la celebración de SIMO Network, este canal americano le dedicó al fundador de Apple, toda aquella tarde, a glosar su vida, costumbres, amigos, etc., etc.


La verdad que no daba crédito. Los medios de comunicación de todo el mundo, de una forma incomprensible para mí, magnifican las noticias de la compañía de la manzana y la muerte de su máximo exponente no iba a ser menos.


Con todos los perdones y respetos hacia esta persona, no acabo de entenderlo. No me parece que su figura mereciera tanto y, menos que menos, que Apple cada vez que presenta un producto sea la portada de todos los periódicos.


Voy a dejar aquí escrito algo para quien quiera apostar. En mi modesta opinión, Apple no tiene ningún futuro. Apple depende en este momento de cuatro productos: los portátiles, que son una marca más, sin incidencia en el mercado; los iPods, MP3 que son productos a extinguir; el iPad, que, a pesar de su éxito no tiene garantía de que pueda mantener su escandalosa cuota de mercado, además de que, como producto, será superado por otros modelos; y, el iPhone, que hoy arrasa, pero el consumidor es muy cambiante.


A la que le falle (que le puede pasar en cualquier momento y, si no, nos podemos fijar en lo que le ha pasado a Nokia) el lanzamiento de su próximo producto, tanto en tabletas como en smartphones, la compañía se puede ir al garete. No tiene margen para equivocarse. Su acción está muy alta pero ya hemos visto casos similares que, en dos sesiones, pierde todo su valor.


De ahí que mi apuesta sea muy clara: no durará, como está ahora, otros cinco años

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