Es comúnmente aceptado que las condiciones económicas óptimas de un país no solo se basan en unas cifras macroeconómicas positivas, sino también, -y es igual o más importante- en el clima de confianza de la gente a todos los niveles.
Sobrevivimos de milagro al desastre de la época de Zapatero, que nos dejó un país arruinado. Llegó Rajoy y consiguió incumplir todas sus promesas electorales. Hay que reconocerle que, al menos, ha invertido la tendencia económica descendente de los últimos siete años y ha logrado alcanzar esas cifras de otro color para nuestra macroeconomía.
Una palpable mejora que nos ha permitido tocar fondo e iniciar una franca recuperación que, aunque lenta y leve, nos ha servido para volver a confiar en el futuro España. O, al menos, eso parecía hasta hace poco tiempo.
En nuestro sector tecnológico, como en los demás, nosotros, los periodistas, que nos tenemos que mover cada día entre un montón de empresas, con intercambio de información abundante con sus directivos, llevábamos meses constatando ese optimismo naciente. Personalmente, doy fe de este estado de ánimo: a lo largo de todo este 2014 que ahora acaba, no he escuchado a una sola empresa que me dijera que las cosas no le iban bien.
Hasta aquí, perfecto. Pero, y ésta es mi queja y mi gran mosqueo, siempre hay alguien que se empeña en quebrar ese buen ambiente, necesario para que todo vaya bien. Me refiero al ambiente político que nos está rodeando, donde la corrupción aflora en todos los estamentos, donde un mesías periférico nos tiene en vilo y, para colmo, nos aparecen salvadores, que es lo que más miedo me da.
De cara a 2015, si los que tenemos que mover económicamente este territorio llamado España, los que todavía trabajamos en él, nos contagiamos de ese nefasto ambiente, perderemos la batalla de la incipiente recuperación. Tenemos que ir a lo nuestro, y no debemos dejarnos influir por una casta política asquerosa y por unos salvadores que, como tengan alguna opción de gobierno, nos vamos a acordar hasta de Franco.
La nueva estructura de HP empieza a tomar forma. Es curioso: lo que antes era bueno (la unión) ahora es mejor deshacerlo. Sirven los mismos argumentos para lo uno y para lo otro. Me da la sensación de que esta “reiniciativa” forma parte del sueldo de las grandes consultoras que tienen que justificar sus altos emolumentos. Lo malo es que quienes tienen que sufrirlo son los pobres empleados. Aun así, estamos ante una compañía (compañías) de futuro.