Lo confieso: Apple me cae mal. En contra de la opinión generalizada, no creo que haya aportado nunca equipos realmente exclusivos (es verdad que sí ha mejorado, copiando, otros ya existentes), la valoración en bolsa es a todas luces disparatada (el conjunto de la compañía depende del éxito de solo tres productos, que pueden fallar en cualquier trimestre), se gasta muy poco en Marketing (los periodistas se lo hacemos gratis), y, además, no paga impuestos en España (lo hace en Irlanda).
Pero lo último, que ya clama al cielo, es la demanda ganada a Samsung. Desconozco si Samsung ha contratado a personal especializado para entrar en las oficinas de Apple y le ha robado las patentes. Exclusivamente en este caso podría llevar razón.
Particularmente, no creo que la firma coreana necesite utilizar ese tipo de delito para competir en el mercado. Más bien, tengo la impresión de que Apple tiene miedo a Samsung porque, sobre todo el segmento de los Smartphones, está consiguiendo equipos de superior categoría: si la norteamericana perdiera mucha cuota en este mercado, se tambalearía.
Yo le hubiera pedido al juez de California que sentenció a favor de sus compatriotas que me contestara a estas dos cuestiones:
¿Por qué Apple no ha denunciado también a otras compañías, como LG, por ejemplo, cuyos modelos se parecen mucho más a los de la manzana que los de Samsung?
¿Por qué no se ha investigado a Google, que son los propietarios reales del sistema operativo que incorpora Samsung en sus teléfonos y que les hacen funcionar?
Por lo demás, qué validez puede tener una condena formulada por un juez que es imposible que tenga la preparación requerida para evaluar tecnologías tan complejas. No mencionemos la posibilidad de dejarse llevar por ese patriotismo barato a que nos tienen acostumbrados determinados estamentos de la administración norteamericana.
Que no me cuenten historias.