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Amenazas

Decían que el buen paño en el arca se vende. Y era cierto, aunque hoy sólo valga lo que conocemos y de ahí el auge de la publicidad (cierta o falsa que de todo hay en la viña del señor…). Por eso, lo que los medios transmiten suele ser aquello que se conoce y está en la cresta de la ola de la popularidad.

Cuando escribo, a primeros de marzo, se habla mayormente de dos temas: el día de la mujer y el coronavirus y sus efectos. Déjenme comentar alguna de esas cosas y el papel de las TIC en ellas… Hay otros (la aglomeración de migrantes a las puertas de Europa, por poner un ejemplo), en los que no voy a detenerme aquí.

Respecto al día de la Mujer, se está llegando hoy a una peligrosa saturación publicitaria que puede incluso llegar a aburrir. Siempre me ha parecido curioso cómo las burguesitas cercanas al poder han logrado, hace unos años y en sedes como la ONU, que se hable sólo del día de la Mujer, olvidando esa “Trabajadora” que daba sentido al origen y los porqués de la celebración, nacida como reivindicación en el ámbito del trabajo.

Intentando proyectar el tema hacia un futuro cercano les diré que, con o sin ministras de igualdad, me temo que a primeros de abril, cuando ustedes puedan leer este texto, poco quede del sarampión actual sobre la mujer y todo se limite (una vez más…) a esperar al próximo marzo de 2021 para “recordar” de nuevo los inalienables derechos de todo ser humano (incluidas las mujeres, evidentemente).

Sobre la infección por coronavirus me temo que sus efectos sí perduren todavía en abril cuando ustedes puedan leer este texto. Vaya por delante que en la inevitable lucha de las especies por sobrevivir, tienen y tendrán siempre mayores facilidades los organismos más simples como los virus que nos ocupan. Un cuerpo humano es extremadamente complejo y más difícil de mantener en vida que, por ejemplo, un virus elemental como el coronavirus, un parásito celular que vive a expensas de otro ser, en este caso un humano.

Viene todo ello a cuento para ilustrar con dos ejemplos hoy famosos que nos demuestran que sigue habiendo muchos casos en los que las TIC (y el resto de tecnologías) juegan un escaso o nulo papel. Y no son casos banales: la revuelta de las mujeres por exigir algo evidente e imprescindible y el miedo ante una amenaza biológica que, hoy por hoy, parece tener la batalla encarrilada a su favor. No son casos demasiado parecidos, en uno de ellos se trata de la necesaria reivindicación de exigir que todos los seres humanos sean tratados como tales y en el otro de uno de los mayores temores aparecidos en los últimos meses.

El mes pasado les hablaba de tecnologías y, la realidad, es que ante esos dos temas antes citados, las tecnologías parece que tienen poco que decir.

Una aclaración: los dos ejemplos citados son “amenazas” tan solo para algunos (espero que los menos)

Se nos dice que tal vez la tecnología médica encuentre pronto una vacuna contra el coronavirus y esa sería una buena respuesta tecnológica. Aunque no cabe olvidar que ya disponemos de una vacuna contra la gripe habitual y que, pese a ello, son muy pocos los que la usan (y así generamos del orden de más de seis mil muertes en España el año 2019 por lo que ahora se llama “muertes «con» gripe”…).

Una aclaración: los dos ejemplos citados son “amenazas” tan solo para algunos (espero que los menos). La revolución de las mujeres no debe ser vista como amenaza sino como simple justicia. Y el coronavirus, como tantos otros peligros que nos aguardan en la vida, sí es una evidente amenaza aunque sea (permítanme la broma macabra) una amenaza limitada: si el coronavirus triunfa, se obliga a sí mismo a mutar y cambiar ya que, en caso de triunfar, acabará eliminando a todos los seres humanos.

Y me permito esa broma porqué estoy seguro de que venceremos al coronavirus de la misma manera que (me temo que algo más tarde…) lograremos la igualdad real entre hombres y mujeres.

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