El 15 de septiembre de 2015 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó por unanimidad la resolución “Transformar nuestro mundo: Agenda 2030 para el desarrollo Sostenible”, que fijó 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible”, ODS, que marcan el camino consensuado por todas las naciones para transformar nuestro mundo sobre 5 pilares esenciales: poner a las personas en el centro del desarrollo por encima de ideologías y del crecimiento del producto material; proteger el planeta, nuestra casa común; compartir la prosperidad que se sea capaz de generar; buscar la paz; fomentar las alianzas sobre el eje del principio de cooperación y no de competencia.
Para el logro de las nuevas metas a las que aspira la humanidad, se propone un crecimiento económico sostenible, inclusivo, sostenido, una prosperidad compartida y un trabajo decente para todos. Es necesario alcanzar un desarrollo multidimensional en lo económico, en lo social y en lo ambiental. Y en el mundo en el que vivimos esto pasa, necesariamente, por superar la brecha digital. Efectivamente, una de las cosas que más se ha evidenciado en estos tiempos de pandemia, es la importancia de la digitalización en nuestras vidas y en nuestros trabajos. Sin embargo, la desigualdad digital es una realidad y uno de los factores más importantes para el desarrollo de las personas y de los pueblos, siendo un objetivo prioritario para conseguir un desarrollo inclusivo, acercar la tecnología a las personas y así evitar que esta brecha sea cada vez mayor, máxime ante los nuevos retos que tiene la sociedad digital. Las nuevas necesidades de infraestructura tecnológica y de ciberseguridad serán los nuevos retos y adversidades que las organizaciones tendrán que afrontar y mitigar, pero deberá ser de una forma sostenible e inclusiva. La industria, las corporaciones, los fabricantes de proveedores de software deberán tener los mayores estándares en materia de seguridad y protección de su información, pero deberán también ser conscientes de los nuevos retos que la sociedad demanda para garantizar un crecimiento económico sostenible, inclusivo y sostenido.
Los ODS buscan poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático
Efectivamente, el cambio climático y la protección del medio ambiente aparentemente nada tiene que ver con la sociedad de la información y la transición digital, pero tienen en común ser los dos pilares básicos que inspirarán el conjunto de normas disruptivas llamadas a transformar la sociedad del futuro. A pesar de que a primera vista podría pensarse que estos dos temas no tienen nada en común, les une disputar igual protagonismo en la Agenda 2030 que marcará las actuaciones de las entidades públicas y privadas en los siguientes 15 años. Estos ODS buscan poner fin a la pobreza, luchar contra la desigualdad y la injusticia y hacer frente al cambio climático, toda vez que reconoce que la expansión de las tecnologías de la información y las comunicaciones, brindan grandes posibilidades para acelerar el progreso humano, superando la brecha digital y desarrollando sociedades del conocimiento.
Siendo esto así, el coste del desarrollo tecnológico no puede llegar a ser inasumible, el desarrollo de la industria de la informática no puede ser insostenible ni accesible sólo a unos pocos privilegiados. No bastará con fabricar software que tengan los mayores estándares en materia de seguridad y protección de su información, sino que se deberán respetar estándares de sostenibilidad e inclusividad, siendo uno de los factores decisivos a la hora de elegir qué sistemas implementar en las organizaciones.
No podemos ser ajenos a los muchos impactos que en el medio ambiente tiene la informática en los diferentes sectores. Los residuos de los aparatos eléctricos y electrónicos (RAES), los aparatos electrónicos como sus componentes contienen materiales tóxicos y los consumidores se deshacen de los viejos monitores y equipamientos electrónicos a los pocos años de su compra, siendo un problema grave la obsolescencia programada en una sociedad del “usar y tirar”, lo que produce un efecto adverso en el medio ambiente al generar una cantidad cada vez mayor de residuos y aumenta la brecha digital, por cuanto no todo el mundo puede tener acceso a esos aparatos y equipos y por cuanto que toda esta producción tecnológica genera toneladas de basura electrónica, cuya gestión es muy deficitaria e incluso demoledora en muchos países. Todo esto tiene que cambiar. La carga social y ecológica de la economía digital debe ser asumida por el sector económico, debe ser ambientalmente sostenible e integral, sólo así será ética la transición digital.
Por otro lado, no admite duda que hoy el cambio climático es el primer desafío de la humanidad con graves consecuencias ambientales, económicas y sociales. Baste con recordar las declaraciones que hizo el Secretario General de Naciones Unidas con motivo del Acuerdo de París de 2015, apelando a la responsabilidad moral de actuar de forma solidaria por las sociedades más desarrolladas tecnológicamente, en favor de los más pobres y más vulnerables, que son los que menos han contribuido a provocar el cambio climático y sus nefastas consecuencias y que, sin embargo, serán los que sufran con más intensidad sus efectos. Por ello, Naciones Unidas nos alerta sobre el deterioro ambiental, proponen una nueva solidaridad universal y exhorta a desarrollar tecnologías ambientalmente amigables a nivel global. Efectivamente, las nuevas tecnologías están llamadas a ser un aliado en la lucha contra el cambio climático. Deben ser protagonistas del desarrollo sostenible a través de nuevos procesos de tecnologías verdes, que estarán llamados a ser el mejor aliado de la humanidad. Avancemos todos en el camino.
Por Víctor Moralo, socio de ECIJA