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Una estrategia de globalización tecnológica

Sin embargo, era obvio que había cosas que ya eran globales, y mientras decíamos “Esto no va conmigo” nos tomábamos una Coca-Cola, vistiendo unos Levis en un McDonalds. La globalización ya estaba aquí. Hace mucho que llegó y conforme mejoran las comunicaciones, el transporte y la tecnología crece más y más rápidamente.


La globalización es un proceso económico, tecnológico, social y cultural a gran escala, que consiste en la creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo. Unifica sus mercados, sociedades y culturas, a través de una serie de transformaciones sociales, económicas y políticas que les dan un carácter global.


El principal canal que hoy nos permite “globalizarnos” es la comunicación. Actualmente todo está cerca gracias a las comunicaciones: podemos ver nacer a nuestro sobrino a miles de kilómetros en tiempo real, saber donde están nuestros amigos en cada momento, viajar entre continentes en apenas unas horas, comprar productos autóctonos de casi cualquier rincón del mundo y ponerlos en la puerta de nuestra casa en unos días, etc.


Hace unos años hablábamos de un tipo de producto muy concreto y de empresas multinacionales como los actores de la globalización. Sin embargo, ya no es así: hoy en día puedo comprar tomates raf a una cooperativa agrícola de Almería y tomarlos en Madrid al día siguiente, puedo comprar una alfombra artesanal de un pequeño taller de la Alpujarra y ponerla en Beijing en menos de una semana. Ya no hay fronteras para casi nada. Y si hablamos de los productos y servicios intangibles, ya es cierto que las fronteras y los límites dejaron de existir hace mucho tiempo.


No sé que se ha producido antes: que el software ya no se comercialice en una caja con un CD o DVD o que mi portátil no traiga lector de CD o DVD. Ya no es que me obliguen a descargar el software de la red, es que si me lo dieran en un CD o DVD tendría que buscar a alguien que me lo pasara a una memoria USB o me lo copiara por la red.


Sin duda el artífice de todo esto, del comercio global, del contacto global, de la información global, de la sociedad global, es Internet. Muchas empresas concienciadas en estos aspectos ponen todos sus esfuerzos en la red y sus productos y estrategias se centran ahí. Es en este punto cuando por mi desarrollo profesional vuelvo a mi segundo hogar en Guinea Ecuatorial y choco con “otra” realidad: es cuando mi iPhone deja de ser mi mano derecha para ser un teléfono más y mi iPad se queda incomunicado cuando me hago algunas preguntas.


Guinea Ecuatorial ha avanzado mucho, muchísimo, en los últimos 7 años que yo llevo trabajando ahí. Como en muchos países emergentes, hemos saltado etapas: por ejemplo, la telefonía fija apenas se desarrolló y sin embargo la telefonía móvil está totalmente desplegada. Aquí es donde viene parte del problema: la tecnología móvil se desplegó casi a la vez que en el resto del mundo, pero no puede soportar su ritmo de crecimiento e innovación en este tipo de países. Por ejemplo, aún medimos nuestro ancho de banda para acceso a Internet en Kbps y no en megas. Los accesos son de 128, 256, 512 o 1024 Kb, a nivel empresarial y profesional, con una penetración apenas residual a nivel particular. Es cierto que se están dando los pasos y se está trabajando en mejorar las comunicaciones en todos los países emergentes y en vías de desarrollo, pero no es menos cierto que las exigencias tecnológicas del mundo globalizado crecen mucho más rápido que las infraestructuras que deben soportarlos.


Si analizamos factores como la penetración del uso de internet en la población, o el acceso a internet de banda ancha, que es la única que me permite el desarrollo profesional a través de internet, vemos que hay una brecha digital para más del 70% de la población mundial que le impide llegar a productos y servicios que se están basando cada vez más en la red.


Desde mi punto de vista, las empresas de tecnología que quieran hacer negocios hoy en estos mercados, que quieran posicionarse como jugadores hoy para ocupar nichos de mercado en futuras oleadas, no pueden olvidar la realidad de estos países. Si solo soy capaz de ofrecer mi producto a través de una descarga de la red, si mi solución únicamente es accesible en cloud, si desprecio la optimización del uso del ancho de banda en mis soluciones, estaré negando el uso de mis sistemas a empresas y organismos que operan en estos mercados. Adaptarse entonces implicará la habilidad de ser capaz de dar soluciones a todos, soluciones 100% basadas en la red, mixtas o propietarias durante bastante tiempo todavía, subirnos a la cresta de la ola que se mueve en Occidente sin olvidar que cuando parte del mundo (“solo” un 30%) está en esa ola, el resto continua por debajo de ella. Esta otra parte presenta más potencial de crecimiento y desarrollo, y por tanto, más oportunidades de negocio, con muchísimas zonas donde el crecimiento se mide a dos dígitos en vez de en decimales.


Las empresas que sean capaces de adaptarse al cambio, de navegar en todos los mares, serán las mejor posicionadas para acompañar al “otro” mundo en su crecimiento y despliegue.

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