Actualmente, existen dos tendencias tecnológicas que están apoyadas por proveedores muy solventes, que cuentan con un desarrollo suficiente y con experiencia demostrable a través de muchos casos de éxito. Por un lado, están las soluciones de puesto de trabajo basadas en VDI y virtualización de aplicaciones, estas herramientas buscan incrementar la productividad de los usuarios y, si es posible, reducir los costes ligados a ellos. Por otro, el cloud computing, este gran conocido que permite a los CIO prestar menos atención a la infraestructura y más a los servicios que usa la organización.
Si hemos aprendido algo del pasado es que debemos saber aprovechar las ventajas a corto plazo, pero sin hipotecar el medio y el largo. Es decir, la experiencia demuestra que no debemos lanzarnos a adoptar de manera generalizada ningún paradigma nuevo, ya sea la virtualización ligada al usuario (virtualización de aplicaciones, VDI, etc.) o el cloud computing, sin haber analizado de manera adecuada la estrategia apropiada para hacerlo.
En su momento, las ventajas de la virtualización de servidores, sobre todo en los procesos de consolidación, dieron lugar a un crecimiento incontrolado de servidores virtuales. En poco tiempo, algunos CPDs habían reducido los problemas de crecimiento desmesurado de hardware físico y lograron reducir los tiempos de provisión de nuevos servicios, pero habían incorporado un problema muy grave: la existencia de servicios incontrolados. El principal problema es que estos servicios se habían habilitado gracias a la facilidad de su puesta en marcha y a la inexistencia de procedimientos que lo impidieran, estos procedimientos no fueron tenidos en cuenta en su momento, pues no existía la tecnología que los requiriese.
En el caso de cloud computing, es imprescindible establecer una estrategia y habilitar todos los mecanismos internos precisos para que sus ventajas no se vuelvan en contra de las empresas que adoptan esta tecnología y más teniendo en cuenta que ante el servicio somos simples clientes. No existe ni la propiedad ni el control efectivo de la infraestructura que presta los servicios, ni de los equipos de administración y operación. En muchos casos no serán identificables, pues están en la nube.
En el caso de soluciones de puesto de trabajo, muchas veces podemos vernos tentados por los fabricantes e integradores que nos hablarán de reducciones de costes instantáneas, retornos de inversión inferiores al año e incrementos de funcionalidad exponenciales para los usuarios. Estos beneficios son tanto o más inmediatos que en el caso de la virtualización en el CPD, pero las posibilidades de errar también lo son.
Por ese motivo, el camino adecuado para abordar soluciones de virtualización en el puesto de trabajo comienza por realizar un completo análisis de las necesidades actuales de los usuarios y una previsión de las futuras, analizar los dispositivos existentes y definir escenarios alternativos para sustituirlos cuando sea el momento, estudiar cual es el mix de escenarios más adecuado para ofrecer servicios a los usuarios (entornos SBC, escritorios VDI, aplicaciones virtualizadas, escenarios clásicos de PCs y dispositivos móviles), realizar todas las proyecciones económicas y analizar qué cambios deben acometerse en la organización de SSII de la compañía para acompañar la puesta en marcha de este modelo (formación, orientación a servicios, etc).