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Así cambiará todo el matrimonio entre IA y automatización

Una hilera de coches a medio hacer, que van pasando uno por uno por donde se encuentra un brazo robótico cuya única tarea es poner las puertas del lado derecho de los vehículos. Justo enfrente de él, otro robot se encarga de hacer lo propio con las del lado izquierdo. Una cadena de montaje es un sistema automatizado que ha permitido a la industria automovilística, desde hace años, ser más eficiente y aumentar su productividad y el número de vehículos que cada día salen de una fábrica.

El ejemplo sirve para ilustrar cómo la automatización lleva mucho tiempo entre nosotros y, sin embargo, parece que es ahora cuando la sociedad se está dando cuenta de que existen procesos que se encuentran completamente automatizados. Unos procesos que han pasado desapercibidos y que afectan a más tareas e industrias de la que los usuarios se han imaginado: ¿Qué tal funciona ese backup que se ejecuta cada vez que usted sale de la oficina en su ordenador sin que se entere?

La responsable de que la automatización se empiece a convertir en una palabra maldita tiene una culpable. Responde al nombre de inteligencia artificial y es que, éste matrimonio bien avenido promete introducir en el mundo automatizado muchos más procesos de los que nos podíamos imaginar.

Pero no es lo mismo

La automatización es software. Puro software que ha sido desarrollado para ejecutar una determinada tarea de forma recurrente. Es el ejemplo anterior de la cadena de montaje o del backup. No hace nada más (y nada menos). Sin embargo, con la aparición y desarrollo de la inteligencia artificial, los procesos de automatización van a transformarse. El software o el robot que ejecuta tareas gracias a ese software, va a poder tomar decisiones por él mismo sin ningún tipo de orden humana. Siguiendo el ejemplo de la cadena de montaje, va a poder decidir cuándo va a dejar de poner puertas, porque unos metros más adelante, el encargado de revisar el estado de los neumáticos ha parado su tarea de control del estado de los mismos y se puede producir un cuello de botella. Lo mejor es que ese brazo robótico ha detenido su labor de poner puertas no porque nadie lo haya programado, sino porque lo ha aprendido él solo. A base de recopilar datos e información y de identificar diferentes patrones, el software que controla al robot sabe a la perfección cuándo tiene que parar y cuándo ha de continuar.

¿Y qué supone este matrimonio entre IA y automatización? Básicamente, el matrimonio lo que va a aportar es un incremento espectacular de la productividad. Además, se trata de un enlace que va a afectar a todo el tejido productivo y a la práctica totalidad de los sectores. Tal y como se señala en un estudio de Microsoft y elaborado por EY en el que se ha analizado el nivel de adopción de soluciones de IA en 15 países de Europa, además de aquellos sectores más evidentes como el de la industria, las infraestructuras o el tecnológico, la IA está avanzando en sectores como el de servicios, en el que se impulsa la escucha activa de la opinión de los clientes y se pone a disposición de los empleados herramientas más precisas para el desempeño de sus tareas, por ejemplo, a través de la mejora de la asignación de recursos y habilidades. También el mundo de la salud emplea la IA y la automatización gracias al aprovechamiento de datos internos y externos se pueden acelerar los procesos de descubrimiento de fármacos, la predicción de enfermedades, la mejora de las técnicas diagnósticas y una transición acelerada hacia una medicina de precisión.

Más ejemplos: el sector del retail ya emplea herramientas cognitivas que permiten ofrecer a los clientes ofertas personalizadas, y además, al añadir inteligencia en la cadena de control de stock, se monitoriza de forma exhaustiva la percepción que los clientes tienen de las marcas. Y, ¿qué decir del sector bancario y financiero? Gracias el empleo de la inteligencia artificial, y mediante el uso de técnicas de aprendizaje automático, en la actualidad, las entidades bancarias son capaces de detectar el fraude o por ejemplo realizar una evaluación del riesgo de un cliente que quiere contratar una hipoteca sin necesidad de que ningún humano intervenga.

Este matrimonio que conforman IA y automatización no va a acabar en divorcio. La relación entre ambos es tan fructífera e intensa que los sectores y las aplicaciones de uso van a ir en aumento en los próximos años. “Es prácticamente imposible descartar ningún ámbito de automatización, ni sectores tan aparentemente “humanizados” como la administración de justicia o la medicina están fuera del alcance de la IA y la automatización. La clave se encuentra en buscar los límites prácticos, que merecen la pena automatizar, y qué procesos no serán deseables de automatizar bajo criterios de eficiencia. Es la inteligencia artificial, precisamente, la que marca los limites prácticos de la automatización. La toma de decisiones complejas a partir de datos incompletos es a día de hoy más rentable si la realiza un humano, entendiendo “toma de decisiones” en un sentido amplio, desde cómo es necesario lijar una tuerca para que se fije a qué línea de productos debemos potenciar en la campaña de otoño-invierno”, afirma Manuel Vilchez, product manager de repcon Factory.

¿Y qué supone este matrimonio entre IA y automatización? Básicamente, el matrimonio lo que va a aportar es un incremento espectacular de la productividad.

En definitiva, la automatización ha supuesto la puerta de entrada a la aplicación de la inteligencia artificial en entornos empresariales. Al entrenar a los robots de software a través del aprendizaje automático, es posible conseguir que tomen mejores decisiones en casos difíciles con menos excepciones. Y casi todo y, gracias a la IA, puede ser automatizado. Tal y como afirma Frank López, director general de UiPath para el Sur de Europa, “las tareas que pueden ser completadas por las máquinas de IA son aquellas que anteriormente dependían en gran medida de los seres humanos para la toma de decisiones e incluyen, por ejemplo, la planificación financiera y la detección de fraudes. Aunque la IA puede ser costosa en algunos casos, los beneficios de la IA incluyen una mayor precisión y exactitud en las tareas y el reemplazo de la tediosa y lenta mano de obra. Además, mientras que la automatización y la IA son tecnologías poderosas por derecho propio, la combinación de RPA (automatización robótica de procesos) e inteligencia artificial permite que surjan capacidades complejas que abren una amplia gama de posibilidades aún no imaginadas”.

El factor miedo

A mayor automatización, menor número de puestos de trabajo tradicionales. Este es el principal reto al que se enfrentan las sociedades modernas. Serán muchos los trabajos que se queden por el camino ya que la inteligencia artificial y la automatización hacen que este tipo de labores sean más eficientes, productivas y menos costosas si las realiza cualquier tipo de máquina o de software. Por eso se incide en la necesidad de formar a nuevos profesionales en las nuevas tareas que van a aparecer y por ese motivo surgen ideas variopintas para frenar los posibles efectos que el matrimonio entre IA y automatización pueda traer a la acomodada clase media occidental. Ideas como cotizar por cada robot que utilicen las empresas empiezan a estar en la mesa de algunos gobernantes.

Entre otros factores, hay uno muy importante que permite al ser humano evolucionar. Se trata del miedo. Y ahora mismo, son muchas las voces infundadas que alertan sobre un futuro apocalíptico derivado del empleo de la automatización y la IA, que no hacen más que generar un tremendo temor entre las sociedades. Sin embargo, es precisamente ese miedo el que posibilitará que las sociedades evolucionen a mejor para poder contar con individuos más formados que puedan hacer otras tareas mucho más relevantes. Ese miedo es el que está haciendo que las sociedades y las administraciones públicas y algunos Gobiernos tengan un pensamiento cortoplacista, sin pensar en el sinfín de posibilidades que ofrece el binomio IA-Automatización. Jesús Garrán, videpresidente ejecutivo y director de operaciones de Capgemini pone algunos ejemplos: “Pensemos en el sector de la salud. Cada vez serán más los usos sanitarios de la robótica, tanto para el diagnóstico como para las intervenciones en quirófano. Para estas nuevas utilidades van a ser necesarios nuevos perfiles de expertos que atiendan a su manejo, mantenimiento y desarrollo. Son conocidos como expertos en ingeniería médica o medicina robótica. Además, con la automatización inteligente, la seguridad de los sistemas se convierte en una condición sine qua non, de manera que se necesitarán especialistas en ciberseguridad de nueva generación”. Se pueden poner múltiples ejemplos, pero la realidad es que el ser humano ha ido evolucionando con el paso del tiempo. También las sociedades. Y ahora mismo nos encontramos en un momento evolutivo trascendental, que debería permitir sacar lo mejor del ser humano, para hacer sociedades más justas. Algo que la IA y la automatización van a permitir puesto que los nuevos empleos que van a surgir serán de mayor calidad. Sólo es necesario formar a los actuales empleados y a los futuros en las nuevas tareas y eso involucra al conjunto de empresas, administraciones y Gobiernos. En este sentido, Moisés Rivera, principal solution Architect – Cloud, Automation & Infrastructure Team Lead de Red Hat, cree que actualmente “estamos ante una época de cambios importantes: la manera de buscar trabajo, de ver la televisión, incluso de relacionarnos, etcétera, han evolucionado y el cambio es algo con lo que tenemos que aprender a vivir. Creo que en el desarrollo de los futuros trabajadores, los Gobiernos tienen un papel fundamental, y deben ser los catalizadores de ayuda a los ciudadanos, impulsando mucho más la educación y conocimientos de las nuevas tecnologías y adoptando más proyectos como podría ser el Open Data”.

Desarrollo de software

Como hemos venido recalcando el matrimonio entre la automatización y la inteligencia artificial es poderoso. Siguiendo con el apartado laboral, la concepción general es que este binomio va a afectar a aquellos empleos de baja cualificación. Si bien esta afirmación es cierta a día de hoy, no es menos cierto que otros empleos más cualificados también van a verse afectados y lo harán a mejor.

Un ejemplo claro es el de los desarrolladores de software. En general, a un programador nos lo imaginamos sentado frente a una pantalla escribiendo código sin parar, para poder sacar adelante las aplicaciones que exigen en su empresa. Esa imagen va a ir desapareciendo. Tecnologías como el low-code que, a través de una plataforma preconfigurada, y sin apenas escribir código, permiten lanzar aplicaciones empresariales en cuestión de días e incluso horas, van a hacer que el tradicional empleo de desarrollador varíe de forma sustancial. No solo eso, existe ya el denominado, no-code, donde el código no es necesario para crear aplicaciones. Y lo mejor: muchas de esas tareas también pueden ser automatizadas gracias a la implementación de la inteligencia artificial.

Otro ejemplo es el de los departamentos de marketing. En este caso, la inteligencia artificial y la automatización son la combinación perfecta para acercarse al cliente. Por ejemplo, hasta ahora, cada vez que se lanzaba una campaña, había dos formas: o a cañonazos, es decir, lanzarla a toda la base de clientes de una firma, lo que suponía poder perder una parte de ellos, ya que el contenido no era interesante para ellos o de forma individualizada, por lo que un equipo de personas, debía ir seleccionando a los clientes a los que se les iba a enviar la información uno por uno, lo que suponía una importante pérdida de productividad. El maridaje entre la IA y la automatización hacen de esta tarea una labor más sencilla, y lo que es más importante, más específica y productiva para los departamentos de marketing de una empresa ya que esa personalización de la campaña se realiza de forma automática y atacando de forma muy efectiva al cliente que realmente está interesado en ella lo que redunda en un negocio más eficiente y en equipos de trabajo infinitamente más productivos. Sin embargo, y tal y como apunta el portavoz de Cap Gemini, para que todo esto llegue a buen puerto es importante saber qué se quiere conseguir y realizar a conciencia una hoja de ruta: “Para obtener las ventajas de la automatización y la IA es importante definir las tareas a automatizar bajo una perspectiva integral, que contemple las prioridades en términos de negocio, no de funcionalidades por si mismas. Si no se hace con este enfoque, se llevarán a cabo procesos inconexos entre sí que no revertirán en rendimientos de valor. En definitiva, la automatización bien planteada y diseñada —y ahora especialmente la “automatización inteligente”— es palanca de competitividad de la empresa, conjugada con la formación”, concluye.

Los riesgos

Como en todo, la inteligencia artificial y la automatización no están exentas de riesgos. Fiarlo todo a las máquinas no es una opción correcta puesto que por muy avanzadas que estén siempre pueden cometer ese error que puede solucionar el ser humano. Un ejemplo de ello es la reciente crisis de los Boeing 737 MAX. Los dos accidentes sufridos por este modelo de avión han puesto de relieve la peligrosidad de confiar al 100% en la máquina. En este caso una mala configuración producía el fallo en el avión, pero el principal problema es que el piloto no podía actuar sobre ella. Por ello es necesario, en cualquier sistema automatizado, dar la posibilidad de intervención al ser humano ya que automatización y personas son complementarios. En este sentido, Luis Montero, director de soluciones Data, IoT & AI de Microsoft cree que “para actuar de forma ética y garantizar la seguridad es necesario hacer una combinación entre lo tecnológico y lo humano. Para ello, resulta imprescindible que cualquier operación que se realice con soluciones de automatización e IA, se haga cumpliendo los principios de privacidad, seguridad, equidad, inclusión, transparencia y responsabilidad. Porque solo así garantizaremos que el uso de esta tecnología en cualquier ámbito sirva para potenciar y amplificar la inteligencia humana y evitar riesgos que una máquina o una persona por sí solas no podrían identificar”. Y es que, como afirma Manuel Vilchez, “las máquinas no suelen ser buenas improvisando ni haciendo cosas diferentes. Por ejemplo, no vna a innovar ni a adaptar la producción de modo dinámico si no se les ha enseñado exactamente cómo, así como tampoco van a conocer el efecto secundario de sus acciones si éstas no están directamente implícitas en su programa. Una máquina no da por supuesto nada, ni tiene “sentido común”, depende totalmente de su programación y  si se le da una orden va a obedecerla sin tener en cuenta el entorno”.

Es la educación, estúpido

Nos encontramos ante un mundo cambiante y sólo hay un camino para llegar al final del túnel con éxito: Educación. Nuevos empleos, nuevos retos, nuevas oportunidades. Como sociedad es necesario conseguir que la gran mayoría de los ciudadanos tengan alcance a ellos y eso sólo se puede conseguir a través de la formación. Así, las empresas deberán formar a sus trabajadores actuales en conseguir las habilidades necesarias para desempeñar las nuevas tareas que están apareciendo en las organizaciones. Gobiernos y Administraciones son los encargados de formar a las nuevas generaciones para que puedan afrontar los nuevos retos que debido a la automatización y la IA tenemos por delante.

Y es que, la educación es el factor más relevante en este nuevo mundo porque, además, la carencia de talento irá en aumento a medida que se incremente la demanda en nuevas especialidades. En este aspecto, Jesús Garrán cree que “aunque las empresas destinan cada vez más esfuerzos a la actualización y desarrollo de competencias de los empleados, es importante que salgan fuera, para establecer vínculos con universidades, escuelas de grado superior y otros agentes del ecosistema educativo. Los esfuerzos redundarán en beneficios colectivos. Desde Capgemini, por ejemplo, estamos presentes en muchas ferias de empleo, participamos en programas para impulsar las carreras STEM, tenemos programas de becas y cátedras con la Universidad de Oviedo y la Universitat de València para conducir nuevas líneas de investigación y cursos de alta especialización que fuera de otros entornos no pueden encontrarse”.

Las empresas son cada vez más conscientes de estos nuevos retos, y comienzan a incorporar planes de formación específica para sus empleados. Sin educación es imposible afrontar estos nuevos retos y por eso, las empresas son conscientes de que impulsar el conocimiento y la formación es prioritario porque garantiza su propio futuro como compañía. Un ejemplo de cómo esta formación se introduce cada vez más en el mundo empresarial es UiPath, un proveedor de soluciones RPA (Robotic Process Automation) que en abril de 2017, creó su Academia UiPath, que permite a personas de todo el mundo capacitarse en línea y de forma gratuita con la solución UiPath RPA Platform. El interés es la formación por parte de los alumnos es significativo: a finales de 2018, más de 200.000 personas se han inscrito en la Academia UiPath, con más de 2.000 diplomas de certificación otorgados cada mes.

En definitiva, formar a profesionales expertos en tecnologías de IA es uno de los frentes a los que hay que prestar especial atención, tanto desde la perspectiva empresarial como desde la gubernamental a la hora de plantear los programas educativos. Y es algo urgente. Según la Comisión Europea, en el próximo año ya habrá medio millón de puestos de trabajo de perfiles TIC sin cubrir, lo que frenará las fases de desarrollo e implantación de nuevas soluciones. Otro ejemplo: la multinacional Indra, hace un par de meses fue incapaz de encontrar los perfiles técnicos necesarios para cubrir la demanda. Por ello y como afirma el portavoz de Microsoft, “además, es enormemente necesario fomentar la cooperación entre el mundo empresarial y el educativo para impulsar nuevos programas de formación que den la vuelta a la situación que tenemos en la actualidad y se avive el interés por estudios relacionados con ciencia, matemáticas, tecnología e ingeniería. Y no solo a nivel universitario, sino que es crucial ofrecer propuestas alternativas en ciclos educativos previos, donde las empresas abran sus puertas a programas de prácticas para que los alumnos puedan vivir la experiencia y su interés por carreras STEM se afiance desde una edad más temprana”.

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