Francisco Javier García Calvo, Product Manager HP Software Española.
Textos, evangelios y leyendas cuentan que, hace más de dos mil años, tres hombres sabios llegaron a Judea desde el lejano oriente. Buscaban a un recién nacido que los oráculos profetizaban como futuro rey de los judíos. Siguieron el camino marcado por la Estrella de Belén, que les condujo hasta un pórtico donde encontraron al niño con María, su madre, y postrándose ante él, le adoraron.
“Tres cofres te traemos” – dijeron entonces los sabios –, “con dones tan valiosos como simbólicos: Oro, símbolo de reyes y representación de la soberanía; Incienso, símbolo divino, que representa el buen hacer y la bendición, y Mirra, símbolo de hombres y representación de la salud y de la muerte.”
No es difícil encontrar distintos aspectos de la vida que conjugan esta tricotomía, y la analogía con las arquitecturas SOA es un sorprendente ejemplo. Sólo hay que pensar en los tres aspectos básicos que deben ser considerados al embarcase en un proyecto SOA: el gobierno de la arquitectura SOA, la calidad de los servicios implantados, y el control y operación del funcionamiento de los mismos.
El gobierno SOA (soberanía) tiene como objetivo facilitar la visibilidad y el control en tiempo de diseño del entorno SOA, para con ello poder dirigir y gestionar adecuadamente la arquitectura orientada a servicios. Este gobierno debería incluir al menos:
– La gestión del ciclo de vida de los servicios, desde que se diseñan hasta que son deprecados, pasando por sus fases de desarrollo, pruebas y producción;
– La gestión de reglas o políticas que nos permitan comprobar que en cada fase se cumplen los estándares y las pautas marcadas, se incluye la documentación necesaria, y se siguen las mejores prácticas definidas;
– La gestión de la publicación de servicios por ‘proveedores’, su descubrimiento por los ‘consumidores’ y la gestión de contratos entre ambos, que en muchos casos incluirán acuerdos de niveles de servicio y, por último,
– La gestión del conjunto, donde puedan controlarse las relaciones entre servicios, componentes y actores, y así poder realizar análisis de impacto y ofrecer informes generales de los distintos aspectos de la plataforma.
La calidad SOA (buen hacer, y bendición antes de su paso a producción) permite reducir los errores, y ofrece una mayor adaptabilidad y agilidad a cualquier cambio, reduciendo el riesgo que suponen las modificaciones sobre una base en funcionamiento. La calidad debe incluir una correcta gestión de pruebas en entornos SOA, donde se engloban tanto pruebas funcionales como las de rendimiento.
El control y operación (salud y en algún caso detección de muerte) tiene como finalidad asegurar el buen funcionamiento de la plataforma SOA en tiempo de ejecución. La operación debe tener en cuenta al menos estas tareas:
– Monitorización de los parámetros importantes de cada servicio y gestión de SLAs operacionales, con su correspondiente gestión de alarmas en caso de que se superen los umbrales establecidos;
– Aislamiento y diagnóstico de incidencias, que nos facilite la resolución de las misma y, en tercer lugar,
– Cumplimiento de políticas en tiempo de ejecución (policy enforcement) y control de seguridad.
Finalmente, y antes de partir hacia el oriente por un camino diferente al que habían traído, los tres hombres sabios se despidieron dejando los cofres junto al niño:
“Aquí quedan los tres presentes, usadlos con prudencia y sabiduría”.
