El concepto de Industria 4.0 está en la mente de todos los que desean innovar en sus procesos de negocio, sumándose al fenómeno de la cuarta revolución industrial, convirtiendo sus fábricas en inteligentes.
Es indudable que trae consigo muchas eficiencias, ahorrándonos recursos (RRHH, materiales, energía, tiempo…), y permitiendo gracias a la información suministrada a través de múltiples sensores que seamos proactivos antes incluso de que aparezcan los problemas. Con su incorporación podemos mejorar la competitividad y la rentabilidad de nuestras organizaciones mediante la aplicación de las TIC, la integración de procesos, la colaboración y la automatización.
Todo el ecosistema tecnológico formado por proveedores de hardware, software y servicios están bombardeando a las empresas para que adopten sus soluciones en aras de este milagro que viene de la mano de la hiperconectividad. Y no les falta razón, la verdad sea dicha.
Pero este nuevo hito en la evolución industrial no está exento de riesgos, pues nos acechan nuevos enemigos que se suman a la tradicional competencia sectorial de nuestros negocios, y a la que de un tiempo a esta parte se sumaron los otros players procedentes del fenómeno de la globalización. Tener a la competencia a un golpe de clic gracias a Internet ya no es el único problema.
Un reciente informe de Trend Micro, líder global en soluciones de ciberseguridad, y bajo el título “Resumen de Seguridad de la Primera Mitad de 2017: El Coste del Compromiso”, nos demuestra que los dispositivos conectados pueden poner en peligro a las fábricas inteligentes.
Ya en su pronóstico de seguridad para 2017 mencionaron que los ciberdelincuentes realizarían ataques distribuidos de denegación de servicio (DDoS) usando malware similar al usado en la infame botnet de Mirai que causó algunos de los incidentes más notables durante el año 2016. El pasado abril ya habían descubierto una pieza de malware que justo coincidía con su predicción: un botnet de IoT que tenía como objetivo más de 1.000 modelos de cámaras IP basados en diversos productos de fabricantes OEM. A finales de abril, más de 120.000 cámaras IP habían sido vulnerables al malware.
Pero las cámaras expuestas son sólo una fracción del problema de los dispositivos conectados que generan riesgos de seguridad. Cuando se exponen a este tipo de ataques, otras máquinas de mayores dimensiones y aplicaciones de software asociadas podrían ser explotadas y podrían ser motivo de gran preocupación para las empresas.
En su trabajo de investigación «Rogue Robots: Pruebas de los límites de la seguridad de un robot industrial«, en colaboración con el Politécnico di Milano (POLIMI), han podido demostrar que es posible que los robots industriales se vean comprometidos. Fueron capaces de alcanzar nada menos que a 83.000 routers industriales y 28 robots industriales expuestos a través de motores de búsqueda como Shodan, ZoomEye y Censys. Los robots industriales hackeados podrían dar lugar a pérdidas de productividad, productos defectuosos e incluso lugares de trabajo inseguros.
Cuando optemos por estas tecnologías IoT, confirmemos que los proveedores nos aportan protección proactiva y el asesoramiento que esta problemática en crecimiento requiere.