En la separata local barcelonesa de La Vanguardia (Vivir) y no en el periódico “normal”, se hallaba el 3 de noviembre un pequeño artículo (firmado por eso que los periódicos designan como la “Redacción”) sobre el posible “retorno” de los ciudadanos a la información de la prensa escrita por la creciente desconfianza en las Redes Sociales.
El articulo partía de un estudio realizado por Kantar, sobre las noticias falsas (fake news), publicado el día anterior, 2 de noviembre. Ese estudio procedía de entrevistas hechas a 8.000 ciudadanos de Brasil, Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos de Norteamérica.
La conclusión del estudio es que la difusión de falsas verdades ha deteriorado y mucho el prestigio de las redes sociales como posible fuente de información veraz. También, una gran mayoría de los individuos consultados (“un porcentaje significativo de la población” dice el estudio: un 69% en Brasil y un 47% en los Estados Unidos) están convencidos que esas falsas noticias han causado un serio impacto en el resultado final de procesos electorales.
Los proveedores de información y su grado de confianza, según el estudio de Kantar, van del 72% (revistas impresas de noticias) a un 33% (redes sociales). Y todo lo que se refiere a prensa consolidada (ya sea escrita, en radio o televisión) tiene porcentajes de confianza y credibilidad superiores al 65%.
De todo esto sabemos bastante en Cataluña. Y les pido disculpas por hablar de ello. Vaya en mi descargo que, en Cataluña, en estos días, no se habla de otra cosa… Y no olvidemos que periódicos de solera (El País) y el Senado de los Estados Unidos afirman que el espionaje ruso ha intervenido en el proceso independista catalán intoxicando cuánto ha podido…
Las redes sociales, al menos en Cataluña, son un verdadero prodigio de falta de información y de conocimientos tergiversados siempre en bien de la causa a defender: el independentismo.
La prensa en Cataluña parece que intenta hacer su trabajo de forma honesta y responsable (eso sí, nadando y guardando la ropa que, en este caso, suele ser la subvención que se recibe de la Generalitat…). Aunque hay periódicos y cadenas de televisión tan “comprometidos con la causa” del independentismo que sesgan claramente sus informaciones como hacen, por poner algunos ejemplos claros, TV3, Ara o El Punt. Aplican la post-verdad, esa palabra que fue la elegida del año 2016 por el Diccionario Oxford y que significa: “Relativo a o denotando circunstancias en las que hechos objetivos son menos influyentes en la formación de la opinión pública que la apelación a la emoción y a la creencia personal“.
Las redes sociales, al menos en Cataluña, son un verdadero prodigio de falta de información y de conocimientos tergiversados siempre en bien de la causa a defender: el independentismo.
Alguien parece haber resucitado en Cataluña la idea de Goebbels (ministro de Ilustración Pública y Propaganda del Tercer Reich) de que una mentira repetida muchas veces acaba convirtiéndose en verdad para la mayoría. Las redes sociales en Cataluña parecen seguir a rajatabla el método del nazi. Todos sabemos lo sencillo que es retwittear un mensaje y así, con la ayuda de la más moderna tecnología, las tesis de Goebbels se van haciendo realidad. E intoxicando a mucha gente.
En las redes sociales catalanas hemos tenido que soportar falsedades como que el mítico 1714 fue un enfrentamiento entre Cataluña y España, o que la guerra civil de 1936-39 fue entre Cataluña y los españoles franquistas. Y así muchas falsas verdades y corrompidas post-verdades sobre lo que está ocurriendo estos días (obviando siempre los posibles delitos cometidos por ciertos independentistas…).
La tecnología es siempre un monstruo de dos caras. Por una parte ofrece maravillas que interesan y hacen que esa tecnología se use y arraigue. La otra cara, que suele descubrirse después, nos acaba mostrando lo que podríamos llamar el “lado oscuro de la tecnología”, esos efectos negativos de los que nadie nos habló pero que existen.
Estos días está ocurriendo con las redes sociales. Se trata de una herramienta fascinante y muy potente, pero que mal utilizada acaba mostrando ese “lado oscuro” indeseado.
En conclusión: las redes sociales (y, estudios internacionales aparte, Cataluña es el ejemplo que tengo más cerca) no sirven en absoluto para transmitir información veraz.