La historia es vieja, pero de alguna manera parece haberse recrudecido en los últimos meses. La atención al tema de los ciberataques renació mundialmente con la película The Interview. Se trata de una comedia política que ridiculiza al dictador de la República Popular de Corea del Norte, Kim Jong-un, a quien los protagonistas, un par de periodistas, pretenden asesinar aprovechando la excusa de esa entrevista de que habla el título.
Primero, en junio de 2014, Corea del Norte ejerció presiones y amenazó con acciones de todo tipo si Columbia Pictures estrenaba la película. Ese estreno se retrasó del 3 de octubre al 25 de diciembre. Pero, en noviembre de 2014, los sistemas informáticos de Sony Pictures Entertainment, la matriz de la productora, fueron atacados por un grupo que parecía vinculado a Corea del Norte, pidiendo que se suspendiese la exhibición de la película. Y así se decidió hacer, al menos en Estados Unidos, aunque sí se puede ver en otros países.
Incluso el presidente Barack Obama intervino, a mediados de diciembre, para decir que había sido un error cancelar ese estreno y, al final, Sony decidió proyectarla, como había sido previsto, hacia el 25 de diciembre, pero sólo en unos poquísimos cines elegidos.
Otro presidente de menor altura de vuelos, Artur Mas, el presidente de algunos catalanes, anunció también que los sistemas informáticos de la Generalitat catalana habían sido atacados por hackers con ocasión del simulacro de votación del 9 de noviembre. Recordemos que ese día, cuando estaban llamados a pronunciarse 5,2 millones de catalanes en una consulta, Mas sólo consiguió que 1,8 millones, una tercera parte de los llamados, secundara su propuesta independentista. Aunque lo que aquí importa es destacar como se habló de ciberataque generalizado, de casi colapso informático de los sistemas informáticos del gobierno catalán, casi como una manera de reivindicar la importancia de esa votación tan mal atendida por sus destinatarios. Si no eres atacado informáticamente, no vales nada. Sea como sea, los ciberataques están de moda y ya sean ciertos o reclamados por el victimismo habitual de algunos, lo cierto es que la conocida vulnerabilidad de los sistemas informáticos muestra día a día el clásico hecho de la creciente dependencia de la tecnología con todas sus consecuencias.
La tecnología ha sido siempre un monstruo de dos caras, como Jano, uno de los muchos dioses de la mitología griega. En una de esas caras, la que siempre nos muestra el capitalismo de consumo en que vivimos, podemos ver las muchas cosas positivas que una nueva tecnología nos ofrece, mientras que se nos suele ocultar la otra cara, la negativa, que indefectiblemente acabará presentándose.
La tecnología, toda tecnología, nos ofrece nuevas posibilidades pero también nuevos peligros. Hace cien años, un accidente de aviación sólo acarreaba un número limitado de muertes pero hoy, con mayor número de vuelos y capacidad de los aviones y, por ende, de pasajeros, un accidente de un avión puede dar al traste con centenares de vidas. Ésa es la realidad de la tecnología: nos hace más poderosos al mismo tiempo que más vulnerables.
Las estadísticas dicen que el número de ciberataques en España crece a un ritmo de 10.000 al año. En 2013, se registraron 60.000 ciberataques, mientras que en 2014 han sido ya 70.000. No son pocos, casi unos doscientos por día, festivos incluidos. Según se dice, esa cifra nos sitúa en el tercer lugar de los países más atacados informáticamente, sólo por detrás de Estados Unidos y Gran Bretaña.
La mayoría de esos ataques se dirigen al mundo financiero y empresarial. El Instituto de Estudios Bursátiles (IEB, centro adscrito a la Universidad Complutense de Madrid) cifra en 14.000 millones de euros anuales el gasto de las empresas españolas para reforzar la seguridad informática. Esa actividad, también según el IEB, ocupa a 50.000 personas (no hay mal que por bien no venga…) con una facturación privada en torno a los 6.000 millones de euros anuales.
Sorprendentes cifras derivadas de un mal desarrollo de la seguridad en los sistemas informáticos y de la creciente dependencia de la tecnología informática lo que nos hace día a día un poco más vulnerables. Sic transit gloria mundi.