Siempre he sostenido que la marcha de nuestro sector, como no podía ser de otra manera, está vinculado a la salud económica del país y muy sensible a los cambios normativos bruscos. Por eso, cuando dependemos de políticos como Pedro Sánchez, me asusto sobremanera.
Tras nueve meses de su gobierno, el crecimiento ha empezado a bajar y el ritmo de crecimiento del empleo se ha estancado. La exhumación del dictador Franco (o inhumación, como dice la ministra encargada), me da que no ha servido para vender más soluciones tecnológicas, que es lo que nos viene bien a nosotros. En todo ese tiempo, los periodistas del sector sólo hemos recibido una convocatoria del Gobierno (para presentar un estudio de los hábitos de Internet). Un desastre auténtico de abandono.
Con todos los años que acumulo de ver, conocer, aguantar, soportar, padecer, y poco disfrutar, de políticos de todo tipo, con nuestro último presidente del Gobierno, he experimentado una sensación que no me había ocurrido con un personaje público: el menosprecio de mi pobre inteligencia con mensajes que nadie en su sano juicio puede creerse. Cada vez que le veo, o le escucho, me debe reventar alguna neurona que me hace padecer un dolor intestinal que solo remite con buscapina o similares.
Como, además, las alternativas que tenemos tampoco son para tirar cohetes, yo me rindo
Es una mezcla de rabia e impotencia: la primera por constatar cómo miente de forma compulsiva y la impotencia de no poder subvertir la idea de que nos va a volver a gobernar: somos lo suficientemente memos como para votar a un tío que, como decía un periódico madrileño, no miente más porque no tiene más tiempo. Estoy convencido de que en un país con un nivel cultural medio (lamentablemente en España no lo tenemos), tipo Suecia o Dinamarca, un personaje como Sánchez no sacaría cuatro votos.
Como, además, las alternativas que tenemos tampoco son para tirar cohetes (Casado compitiendo con VOX, ¡madre mía!), yo me rindo: como sé que todos vais a ir a votar (principio básico del sistema democrático, en el que creo), yo me voy a aprovechar y me daré un paseo divino por mi monte de Boadilla.
Como he dicho en otras ocasiones, tenemos que hacer abstracción de toda esta fauna y dedicarnos de lleno a trabajar, innovar e invertir en tecnología, que es el futuro para todos.