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Aplicaciones asesinas

No se preocupen demasiado por el título. Es un sencillo recordatorio de cómo los estadounidenses llamaron, hace ya más de quince años, a las aplicaciones más importantes y usadas, esas que destacaban y predominaban en la red de redes que es Internet: killer applications (aplicaciones asesinas). No me negarán que el nombre llama la atención y, como de pasada, muestra las tendencias asesinas de una sociedad que, por desgracia, casi todo el mundo toma como modelo…

Hace una quincena de años y más se hablaba del correo electrónico (1971), la hoja de cálculo (1979) o los procesadores de texto como las “aplicaciones asesinas” disponibles. Hoy, seguro que hablaríamos de aplicaciones como Wikipedia (2001), Facebook (2003), Twitter (2006) y Whatsapp (2009).

Viene todo esto a cuento ya que, en una reciente entrevista, me preguntaron cuál de esas aplicaciones actuales me parecía de mayor importancia. Y me obligaron a pensar en ello.

Si he de decir la verdad, no veo novedades serias en Facebook pese a su gran uso en la actualidad. Lo que ofrece Facebook puede hacerse con las herramientas ya disponibles entonces en Internet como el correo electrónico o las páginas web. Comprendo que esos “Me gusta” son novedad (implementable también en cualquier página web…), como aborrezco la degradación del concepto de “amistad”. Ser amigo de otra persona en Facebook no parece que tenga que ver con el concepto tradicional de la amistad. Facebook, al menos para mí, queda descartada.

Algo parecido me ocurre con Twitter. El correo electrónico ya permitía desde sus inicios en los años setenta, enviar mensajes e incluso crear listas de correo de posibles “seguidores”. Y eso sin la absurda limitación de los 144 caracteres de marras. Difícilmente me verán decir que Twitter es la aplicación más importante de los últimos años.

WhatsApp es otra cosa. Una vez extendido el uso de los smartphones (teléfonos inteligentes), resulta evidente el crecimiento cotidiano del uso de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp. Aportan comodidad y una libertad cierta respecto de las tarifas telefónicas. Aunque, como en todo, se puede abusar de ellas. Estoy en un grupo de aficionados a los juegos de tablero de estrategia que, en determinados momentos, son capaces de generar más de cien mensajes por hora. Y no somos más de una docena. Un verdadero despropósito. Como puede deducirse, no uso Facebook ni Twitter (no me hace falta en absoluto) pero sí mensajería instantánea.

Aunque, de las citadas, mi elegida en esa entrevista fue Wikipedia. El efecto social de un proyecto inicialmente sencillo pero que con los años se ha sofisticado y completado mucho ha sido grande: casi nadie tiene ya una enciclopedia de papel en su casa (mi Enciclopedia Británica o mi Universalis se quedaron varadas en el tiempo… ya casi no las uso).

No se me oculta que no todas las informaciones de Wikipedia son igualmente fiables, pero reconozco que suele ser una importantísima puerta de entrada al conocimiento. Afortunadamente he podido leer artículos que demuestran sin ningún género de dudas que la convergencia de Wikipedia a versiones verdaderas es mucho más rápida que la de las clásicas enciclopedias de papel en las que enmendar un error suele costar años hasta la nueva edición.

Sigo creyendo que es completamente imposible saber cuáles serán las aplicaciones asesinas del futuro

Hoy en día, cualquiera interesado en averiguar cualquier dato o dar sus primeros pasos en cualquier tema, dispone de Wikipedia. No hay que quedarse ahí. Creo que eso es algo ya sabido por todos o casi todos. La misma Wikipedia puede ofrecer bibliografía u otras páginas web para profundizar ese conocimiento si de eso se tratara.

Y, como viejo profesor jubilado ya, todo lo que tiene que ver con el conocimiento y con el acceso al mismo me parece de la mayor importancia.

Por ello, ante esas opciones que se me ofrecían elegí Wikipedia, con sus limitaciones, sí, pero como una gran puerta para acceder al conocimiento, ¿Qué más se puede pedir?

Aunque no me engaño: tener opinión sobre el pasado es posible, pero sigo creyendo que es completamente imposible saber cuales serán las aplicaciones asesinas del futuro. Nadie, en los años noventa, soñaba ni siquiera en aplicaciones como Wikipedia, Facebook, Twitter o WhatsApp…

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