Si hay una app que genera dudas sobre su seguridad esa es, sin duda, Whatsapp. Los fallos de seguridad en Whatsapp se producen, sobre todo, desde que en el año 2014 fue adquirida por Facebook por unos 22.000 millones de dólares. Las primeras suspicacias surgieron prácticamente al instante. ¿Qué iba a hacer Facebook con aquellos usuarios que estaban en la app de mensajería pero no en la red social? ¿Iban a estar sus datos protegidos? ¿Cómo iba a garantizar la privacidad de esos usuarios la firma de Mark Zuckerberg? Desde entonces, la bola de nieve sobre las medidas de seguridad que implementa Whatsapp no ha dejado de crecer.
Pero, ¿qué hay de cierto en esa supuesta falta de seguridad en Whatsapp? Pues hay de todo. En primer lugar, hay que decir que cómo cualquier aplicación, Whatsapp tiene fallos de seguridad, pero eso no quiere decir que sea una plataforma insegura. Normalmente, en las diferentes actualizaciones, se solucionan esos fallos que se detectan. Pero ser una de las mayores herramientas de mensajería instantánea conlleva que cualquier fallo de seguridad ocupe los titulares de todos los medios de comunicación o se convierta en tendencia en las redes sociales.
El mayor problema actual que tiene Whatsapp, y que ha supuesto que millones de usuarios migren a otras aplicaciones como Telegram, es precisamente es su cambio en las normas de uso. Este cambio en las condiciones supone un mayor intercambio de datos con Facebook. Es decir, Zuckerberg logra el objetivo que tenía cuando adquirió Whatsapp.
A pesar de la cantidad de noticias que han aparecido acerca de este hecho, lo cierto es que este cambio en la política de uso afecta a todo el mundo menos a los países de la Unión Europea ya que el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) impide que se produzca ese trasvase de información. Pero esto no ha sido suficiente para detener la sangría de bajas del servicio de mensajería. Y aún así, ¿es cierto que no se comparten los datos?
Los datos que manejamos en WhatsApp son nuestros mensajes y todas las comunicaciones que se producen en la app son privadas entre todos los usuarios. Las conversaciones de WhatsApp están cifradas de extremo a extremo. Esto quiere decir que nadie, ni siquiera la propia aplicación, puede acceder al contenido de esas conversacione. Los mensajes que se envían a través de la app están codificados y por tanto, solo se descodifican cuando llegan al smartphone del receptor.
Pero hay un problema que son los metadatos. Y es que, WhatsApp recopila mucha información que cruza con otras plataformas de Facebook. De hecho, sus algoritmos pueden utilizar técnicas de Big Data para saber con quién conversa cada usuario, cuándo lo hace e incluso las temáticas que interesan a cada uno de esos usuarios.
Además de todo ello, se comparten datos de transacciones, información relacionada con el servicio, saber cómo se interactúa con otros cuando se utiliza la app, conocer la dirección IP, y por supuesto datos como el nombre, el número de teléfono o el dispositivo desde el que se utiliza la Whatsapp.
No es la primera vez
Como hemos dicho, ésta no es la primera vez que Whatsapp se ve implicado en un problema de seguridad. Ha habido muchas más que normalmente se solucionan con las actualizaciones que realiza la compañía. Algunas tan graves como número de teléfono que han quedado expuestos en la Red, robos de cuenta, cibercriminales que modifican mensajes para instalar malware… Han sido muchos. Tantos que, en la web Malavida, han logrado recopilar y seguir cada uno de los fallos de la popular app que la han afectado . Y lo cierto, es que los fallos, son constantes.