Tanto tiempo llevamos hablando de los Millennials, que casi sin darnos cuenta, ya tenemos aquí a la siguiente generación, a los primeros miembros de la Generación Z, graduándose esta primavera. Mientras estábamos intentando entender las diferencias y peculiaridades de la generación más disruptiva y diferente, que se suponía representaban los Millennials, casi sin darnos cuenta, tenemos ya incorporándose al mercado laboral a esta otra generación nacida a partir de 1995.
Si bien los Millennials eran una generación tremendamente bien preparada desde un punto de vista profesional, paradójicamente, han sufrido a la hora de su inserción laboral. Han padecido el enorme desacople entre aquello para lo que la sociedad les preparó, tanto desde un punto de vista técnico como de percepción de la realidad, y aquello que de verdad el mundo laboral les demandaba.
Esta separación / clasificación de generaciones no es baladí, ya que las diferencias no son pocas. La ventaja de la nueva Generación es que han tenido tiempo de aprender de muchas de las cosas que les pasaron a sus predecesores los Millennials. Han crecido en tiempos de incertidumbre, con lo que son mucho más realistas. El entorno familiar donde se han criado les ha hecho que sean jóvenes muy maduros, autosuficientes y creativos. Se han educado en un mundo donde tienen toda la información a un clic, con lo que los Z son autodidactas, son “Do It Yourself”. De hecho, los problemas con la incorporación al mundo profesional de sus mayores les han hecho más emprendedores. Se han formado en un entorno donde lo digital lo es todo, pero son conscientes ya no solo de la importancia de usar la tecnología como usuario final, sino que quieren dar un paso más, pasando de espectadores a actores; mientras que muchos de los Millennials, en ese uso de la tecnología, se limitaban a compartir contenidos, la Generación Z no se conforma con compartir: quieren crear.
Todas las nuevas características de la Generación Z cobra más importancia con el hecho, de que en 2020, este grupo constituirá el 36 % de la fuerza de trabajo mundial, y en 2050, será el grupo de edad más numeroso, y con más de cincuenta años estarán en su plenitud profesional. Serán el motor del nuevo entorno económico mundial; la Generación Z está llamada a aprovechar, e incluso dirigir, los grandes cambios sociales que se producirán en los próximos 30 años. Esta generación es la que nos va a llevar al futuro. La generación que está llamada a escribir los siguientes capítulos de nuestra historia. Y además, lo hará en un mundo que, como les ha pasado a ellos, será marcadamente diferente al que hemos tenido hasta ahora. Es apasionante imaginar cómo cambiará su mundo.
Así, cada año, la cumbre anual del Foro Económico Mundial en Davos nos permite reflexionar sobre la realidad que estamos viviendo y la que nos traerá el futuro. Es difícil prever y, claro, acertar cómo será el mundo en 2050, pero sí que hay algunas tendencias que ya se tienen claras y que influirán particularmente en el mundo que se encuentren los miembros de la Generación Z en torno al año 2050. Tanto que el propio Foro Económico Mundial las destaca y está trabajando en algunas de ellas: la rápida urbanización del planeta y la hiperconectividad. Estas dos dinámicas crearán una experiencia humana apenas reconocible para otras generaciones, al integrar nuestras experiencias físicas y digitales en una única realidad que lo fusione todo.
Hoy las ciudades, conteniendo la mitad de la población mundial, solo ocupan el 2,6 % de la corteza terrestre. En 30 años, la ONU estima que la población mundial crecerá hasta los 9.600 millones de personas, y ya serán dos terceras partes las que vivirán en esas áreas urbanas.
Habrá que reinventar esas ciudades del futuro en las que la mayor parte de nosotros viviremos, para esta nueva realidad urbana, donde tendremos que conectar absolutamente todo y a todas las personas. Edificios inteligentes, tecnologías informáticas más inmersivas y contextuales, fabricación personalizada y cercana al cliente, o la conectividad integrada prácticamente en todo, serán constantes en nuestras vidas.
Esto ya se ha empezado: en 2020 habrá 50.000 millones de dispositivos conectados, y en 2021, la cobertura 4G llegará a alrededor del 75 % de la población mundial. Y todavía mejor, la tecnología 5G ya está llamando a la puerta. Con ella será posible superar las barreras actuales en cuanto a alta movilidad, velocidades entre 100 y 1.000 veces mayores que las actuales, menores consumos y, sobre todo, mínima latencia (apenas 1 milisegundo). Esto no solo permitirá el despliegue masivo de esa hiperconectividad de todo con todo y con todos, sino incluso el poder ofrecer servicios críticos, imposibles con la tecnología de hoy.
La combinación perfecta será cuando a esto se una el despliegue ya generalizado de los sistemas de Inteligencia Artificial, que están evolucionando rápidamente en los últimos años. Veremos como esos sistemas superarán la capacidad humana en determinados ámbitos, aportando rapidez, eficacia y nuevas formas de abordar problemas. De todas formas, la sustitución total del hombre no es algo que ninguna de las generaciones actuales veamos. La amplitud de la mente humana o aspectos como la empatía, son de momento irremplazables.
Esta combinación perfecta de nuevas necesidades sociales, junto con la hiperconectividad, de nuevas tecnologías y nuevos sistemas de inteligencia artificial, y sobre todo, de esa Generación Z ya adaptada para sacarle el máximo partido, hará que los límites entre el mundo físico y el mundo digital desaparezcan en casi su totalidad. Es lo que nosotros llamamos la “blended reality”. Es probable que alguno de los miembros de la Generación Z que entren a trabajar en una compañía de biotecnológica este verano, consigan antes de 2050 poder devolver la visión a una persona ciega o que eliminar los infartos sea ciencia, no ciencia ficción. También hacer realidad que a un enfermo le opere al lado de su casa con total precisión el mejor especialista del mundo desde un hospital en otro continente. O que el conseguir reducir a prácticamente cero los accidentes de tráfico, ya no sea solo un deseo.
El resultado de todas estas tendencias es nuestro camino imparable hacia la realidad inmersiva o “blended reality”: la intersección de nuestro mundo digital y físico; la combinación del hombre y la máquina para una vida mejor. A su paso, las ciudades se transformarán, la población se reinventará y viviremos nuevas experiencias. El futuro de la Generación Z es realmente fascinante.