Los líderes del sector de la educación valoran más positivamente el impacto de la tecnología que sus homólogos de los servicios financieros, el sector sanitario y las administraciones públicas. Así, el 90% de los líderes del sector de la educación encuestados, el mayor porcentaje entre los sectores analizados, considera que la tecnología le ha hecho más imaginativo y creativo, y un 80% afirma ser más productivo. Los datos proceden de un estudio denominado Humanos y Máquinas, realizado por Economist Intelligence Unit y patrocinado por RICOH, en el que se aborda el impacto de la tecnología en la creatividad y la intuición humana dentro de los principales sectores económicos.
La mayoría de los líderes del sector de la educación (71%) afirma que la tecnología les ha ayudado a tomar decisiones acertadas. Por su parte, un 72%, el mayor porcentaje entre los sectores analizados, coincide en que la interacción entre los humanos y la tecnología aporta grandes ventajas al conjunto de la economía.
Algo más de la mitad de los encuestados del sector (52%) afirma que el principal reto al que se enfrenta el sector es que la tecnología evoluciona a mayor velocidad que los procesos internos que la sustentan. Por su parte, el 88%, casi 9 de cada 10, coincide en que la interacción entre humanos y tecnología solo aporta valor si somos más creativos con los procesos que diseñamos para conectar ambas partes.
“La velocidad de los cambios en el sector de la educación es incesante y viene marcada por la evolución tecnológica y el mayor número de estudiantes que acceden al sistema educativo”, señala Carsten Bruhn, Vicepresidente Ejecutivo de RICOH Europe. “También hay que abordar la necesidad de que la administración y los entornos dedicados a la enseñanza revisen y modifiquen sus métodos de trabajo. Son necesarios procesos internos más eficientes e innovadores a lo largo de una serie de funciones que atraigan a nuevos estudiantes y mejoren los servicios prestados a los mismos”.
Quienes consigan seguir el ritmo de los cambios tecnológicos tienen mucho ganado. Por ejemplo, los centros de enseñanza superior pueden sacar el máximo partido del Big Data y el análisis de datos para mejorar los procesos relacionados con el alumnado y mantener su competitividad. Mediante el análisis de datos y los procesos de solicitud digitalizados, las universidades pueden obtener información personalizada sobre la formación académica y los intereses de los estudiantes. Este proceso supondrá igualmente una reducción de los costes generales de marketing y producción gracias a que la producción bajo demanda contribuye a limitar el volumen global de información generada y los costes de almacenamiento.
La gestión de la información a través de un servicio en la nube comporta otras mejoras complementarias. La optimización de los procesos aumenta la agilidad, permitiendo a las instituciones educativas adaptarse con mayor rapidez a los nuevos cambios tecnológicos. La mejora de la eficiencia supone un respaldo para las universidades a la hora de obtener financiación, no en vano la Comisión Europea destaca la necesidad de invertir cada año 150.000 millones de euros suplementarios a escala europea[1]. De acuerdo con la Comisión Europea, las universidades han de hacer gala ante todo de una utilización eficaz de los recursos existentes para poder acceder a nueva financiación.
La necesidad de mantener la eficiencia y la competitividad resulta también fundamental dada la creciente popularidad adquirida por los cursos masivos abiertos online (MOOCs). Este modelo tiene el atractivo de democratizar la educación, acercando el aprendizaje a millones de personas que de otra manera no podrían acceder a la universidad. La gran mayoría de estos cursos tienen su origen en los Estados Unidos y pueden llegar a transformar el modelo actual de estudios superiores o incluso la educación secundaria.
En un futuro próximo la competencia bien podría venir del mundo de los negocios; el estudio elaborado por Economist Intelligence Unit recoge la siguiente advertencia del holandés Wim Westera, físico y tecnólogo educativo de la Universidad Abierta de los Países Bajos: “Si la educación superior sigue como hasta ahora, anclada en un modelo de enseñanza más propio del siglo XIX, en un plazo de diez años la Universidad Google o la Universidad Walt Disney serán las que tomen el relevo”.
No obstante, los encuestados consideran que la interacción entre humanos seguirá siendo esencial en la enseñanza del futuro. Al preguntarles acerca de las actividades en las que la intuición humana resulta más crítica, la respuesta más extendida fue la propia enseñanza (34%), seguida de cerca por la elaboración de nuevos materiales didácticos (27%). Por tanto, resulta más probable que el aprendizaje potenciado por la tecnología traiga consigo la transformación del papel de los maestros y profesores en las aulas y no así su desaparición.
Bruhn añade: “Los encuestados acogen de forma positiva las ventajas que la tecnología puede aportar a los sistemas educativos en el futuro. La velocidad de los cambios y la transformación de los métodos tradicionales de trabajo son fundamentales para seguir impulsando la economía del conocimiento y responder a las necesidades y demandas de la próxima generación”.