En Back To The Future podemos ver una escena en la que Marty McFly (interpretado por Michael J. Fox) ve su mano desvanecerse a cuenta de sus acciones en el pasado. ¿La recuerdan? La metáfora es muy sencilla y, a simple vista, parece una perogrullada: toda acción en el presente tiene una consecuencia en el futuro. Por eso Marty, ve peligrar su existencia cuando desvía el curso de los acontecimientos que le dieron la vida.
Pese a su obviedad, esta máxima no parece respetarse por usuarios y marcas cuando nos trasladamos al ámbito digital y son multitud los Marty McFly que vuelven del futuro intentando enderezar lo que aconteció en el pasado (borrando tweets, eliminando artículos o exigiendo el derecho al olvido en Google). El problema tiene un nombre: La gestión de la reputación digital.
Desde el minuto uno que interactuamos en el entorno digital -redes sociales, blog, diarios digitales, entidades oficiales, etc.- estamos edificando una huella digital y muchas de nuestras acciones, por mínimas que sea, podrían afectar a nuestro yo en el futuro. Esta máxima fundacional debería ser objeto de pedagogía en los espacios destinados a la educación digital. Basta un usuario que juzgue para mal una de nuestras acciones en la red -personal o corporativa- para tener un potencial problema de reputación.
En este artículo vamos a destacar diez puntos clave para que no te veas como Marty McFly, contra el reloj, intentando corregir el pasado:
Punto uno. Debes ser consciente de que con cada uno de tus share en las redes estás escribiendo tu propia historia.
Punto dos. El online y el offline están íntimamente relacionados. Por mucho que tu imagen en la red sea impoluta, si fuera de ella tu comportamiento es discutible, tarde o temprano trascenderá al apartado digital. Da igual las apariencias, el algodón no engaña.
Punto tres. Es mejor que seas tú quien controle tu historia con iniciativas propias, antes de que lo hagan terceros juzgando las mismas. El ataque de pánico de ciertas empresas y personas a tener actividad en la red se justifica así. Si van a hablar de ti de todas formas, ¿por qué no proyectar el relato oficial desde tu punto de vista?
Punto cuatro. Compórtate en la red como lo harías en sociedad, de forma correcta y acorde a valores que fomenten la sana convivencia.
Punto cinco. Generalmente, las buenas prácticas conllevan buenas noticias. Controlar tu reputación digital puede ser el primer punto de encuentro -un networking pasivo- entre tus futuros socios, compañeros de proyectos profesionales o nuevas amistades.
Punto seis. Si aún no lo has hecho, no está mal dedicar un tiempo a estudiar tu reputación digital, depurarla y sacar conclusiones. ¿Qué he aprendido tras autoevaluarme? ¿Qué imagen tenía yo de mí mismo? ¿Qué imagen me ha generado? Hay decenas de herramientas gratuitas fáciles de usar que te pueden ayudar a ello.
Punto siete. Intenta que tu historia tenga coherencia. Si das demasiados bandazos en la imagen que exportas, proyectarás desestabilidad y dudas en torno a tu figura. Si en tu vida has dado algunos giros de guion, pues reconócelo sin problemas y hazlo público: “Decidí dar un giro a mi vida”.
Punto ocho. Mostrar tus pasiones proyecta tu humanidad y los valores que atesoras. Hoy en día, las personas que se interesan en una marca personal o corporativa también quieren conocer el aspecto humano de las mismas. Sin ser excesivamente transparentes, está bien que des rienda suelta a tu yo más amable (y se te vea practicando deporte, leyendo, tomando un café, con amigos, etcétera). Si eres responsable de una empresa, intenta transmitir los valores corporativos de los que presume tu organización, de manera que marca personal y marca corporativa mantengan sintonía.
Punto nueve. No te avergüences de todos tus fracasos. Como en la vida, asumir y superar nuestras frustraciones es parte del proceso de aprendizaje. No borres cada paso dado como si fuera una mancha reputacional, dale un sentido de superación. Muchas veces, sentarte con un nuevo empleador, socio o amigo y explicarles los proyectos que salieron mal y los porqués, juega en tu beneficio. Todo ser humano comprende que tenemos un pasado. Quien no lo acepte, está fuera de la realidad.
Punto diez. Selecciona cuándo, cómo y dónde. Estar en la red no significa estar omnipresente, a todas horas y en todo momento. Es una cuestión de observación y análisis, pero filtrar en qué canales y a qué comunidad proporcionamos información es clave en la gestión de nuestra reputación. Con los fieles ganarás engagement, y al tiempo, te ahorrarás haters.
Bonus track. En caso de duda, no publiques. Si crees que una publicación en una red social puede ser controvertida, herir a un colectivo o está en el alambre de lo políticamente correcto, mejor déjalo para otra ocasión. Tampoco conviene publicar bajo el imperio de emociones negativas. Recuerda que como personas, consumidores, profesionales y ciudadanos tenemos una responsabilidad compartida con la sociedad que estamos construyendo.
Javier López Menacho
Autor de SOS, 25 casos para superar una crisis de reputación digital.
Social media y Escritor
www.javierlopezmenacho.com