Tres años después del inicio de la pandemia, la digitalización sigue siendo uno de los pilares en los que se asienta el crecimiento de las empresas. La apuesta por la transformación digital es una necesidad a las que están llamadas todo tipo de organizaciones, desde las más grandes hasta las más pequeñas, aunque es en este último ámbito, el de las pymes, en el que debe hacerse un mayor esfuerzo para conseguir el cambio.
Las pymes tienen que superar con urgencia su déficit de digitalización. Y, para ello, deben empezar a cambiar de mentalidad desde tres perspectivas básicas. En primer lugar, la inversión en tecnología no debe verse como un coste, ya que tiene un retorno rápido —casi inmediato, ni concebirse como un recurso exclusivo de sectores y actividades económicas de alto valor añadido. Con la incorporación de la tecnología, las empresas —todas— ganan en eficiencia y productividad, mejora la relación con sus clientes y proveedores y aumentan su competitividad.
Además, las reticencias asociadas a la inversión se pueden ver actualmente superadas gracias a los Fondos Europeos Next Generation: hace escasas semanas, el Gobierno español anunció la ampliación del plazo de solicitud, hasta el 31 de diciembre de 2024, de las ayudas del programa Kit Digital, que contempla bonos digitales de hasta 12.000 euros para la digitalización de pymes de menos de 50 empleados y que suponen una gran oportunidad para las pymes, que pueden desarrollar proyectos tecnológicos que les permitan estar en la vanguardia gracias a estas subvenciones europeas.
Digitalización constante
Sin embargo, la tecnología no funciona sola. Este el segundo gran cambio conceptual que deben asumir las pymes. Implantar una herramienta tecnológica no se traduce automáticamente en una mejora de la productividad y la competitividad de la empresa. Es necesario modificar procesos, flujos de trabajo, etc., y, para ello, es imprescindible contar con talento para poder implantar y utilizar la tecnología y hacer realidad este cambio.
La apuesta por la digitalización es una necesidad a las que están llamadas todo tipo de organizaciones, desde las más grandes hasta las más pequeñas
En este sentido, resulta necesario desarrollar proyectos que estimulen la creación dentro de los departamentos y desarrollen el talento, creando un entorno propicio que sea atractivo para que los trabajadores se desarrollen y hagan crecer nuestra empresa. En un contexto laboral complejo y competitivo, debemos desarrollar una cultura organizativa gracias a la cual los equipos quieran atreverse a resolver los retos mediante la experimentación, uno de los modelos más claros de crecimiento y aprendizaje. Seamos también valientes y demos libertad a los equipos para que, de forma controlada, prueben, experimenten y aprendan. El momento demanda de esta inteligencia colectiva.
Y, en tercer y último lugar, las pymes deben entender que la digitalización es un camino dinámico que va avanzando con el tiempo y que incorpora novedades constantemente, tanto las impulsadas por el cambio legal, que de forma continuada va acelerando este proceso, como las que derivan de la propia tecnología, que evoluciona a un ritmo trepidante. No esperemos, por tanto, alcanzar una meta para poder decir que nuestra empresa ya ha incorporado las últimas tecnologías y está plenamente digitalizada. Lo que hoy nos parece lo más innovador, mañana quedará superado por el desarrollo tecnológico.
Tener esto presente es fundamental para, ejercicio tras ejercicio, actualizar y avanzar en el proceso de digitalización y, de esta manera, mantener la eficiencia y productividad de nuestra empresa. La transformación digital debe ser una apuesta continua que impregne toda la actividad de nuestra organización permanentemente con el fin de convertirla en una ventaja competitiva.