Los smartphones y sus aplicaciones se han convertido en una realidad paralela a través de la cual realizamos muchas de nuestras actividades diarias. Pero… ¿estamos corriendo el riesgo de convertirnos en adictos al móvil?
Móviles, Smartphones, Tablets, Ipods, Pc’s… Las opciones para disfrutar de las nuevas tecnologías y sus ventajas son tantas que hemos perdido la cuenta. Los usuarios utilizamos cada vez más los dispositivos móviles en numerosas situaciones de la vida cotidiana, como por ejemplo búsqueda de restaurantes o locales interesantes, compra de entradas, buscar aparcamiento, o incluso para consultar y operar con bancos, agencias de viajes, etc… La penetración actual de los “teléfonos inteligentes” en nuestro país ha llegado a un 82%. De hecho, los dispositivos móviles se han convertido en “soporte de vida”, es decir, herramientas que nos ayudan mucho en nuestro día a día. Nos conectan con amigos y familiares, capturan y comparten contenidos, y nos permiten experimentar el mundo desde un nuevo punto de vista.
Sin embargo, el móvil puede ser considerado también una nueva forma de adicción que afecta a jóvenes y adultos, tanto a hombres, como a mujeres. Precisamente, el uso de estas nuevas formas de comunicarnos y relacionarnos con el entorno nos hacen reflexionar si se trata de un cambio estructural en nuestras vidas o si realmente es una adicción.
Los problemas de dependencia relacionados con las nuevas tecnologías, especialmente con los smartphones, que junto con las redes sociales han cambiado nuestra comunicación, pueden conllevar a padecer nomofobia. Un término inglés que representa la abreviatura de la expresión “no-mobile-phone phobia” e indica el miedo irracional a salir de casa sin teléfono. La palabra fue creada en 2011 después de un estudio inglés que determinó que algunas personas sufren de estrés, pánico, sudoración y ansiedad cuando no pueden utilizar sus dispositivos. La separación del teléfono podría causar angustia, principalmente a mujeres y jóvenes. Según la encuesta, los jóvenes entre 18 y 24 años son los más propensos a padecer la nomofobia. Si se considera que los menores españoles se inician en el uso de estos dispositivos a la temprana edad de diez años y que entre los adolescentes un 89.2% tiene móvil, esta dependencia del siglo XXI, si se la puede llamar así, por lo que merece una reflexión.
En España, más que en otros países, tales como China o Francia, el 96% de la población tiene un móvil. De ellos, una tercera parte usa su teléfono para navegar on line y millones de personas disponen de WhatsApp. La penetración de Internet móvil entre los usuarios españoles ha alcanzado el 84% en 2013, registrando un aumento del 8% respecto a 2012. El alto porcentaje de smartphones en España nos ha convertido en el líder europeo en este sentido. Los usuarios de telefonía, tan numerosos y siempre en búsqueda de nuevos servicios y opciones, tienen como objetivo el ahorro máximo, sin renunciar a las prestaciones, así que las compañías telefónicas batallan para adaptar su oferta para hacerla más atractiva económicamente, con un abanico más amplio y variado de tarifas para satisfacer sus necesidades.
En palabras de Miguel Carrasco, director general Least Cost Routing Telecom (LCR), “el mundo se ha convertido en social y móvil. Por eso, las operadoras deben alinear sus estrategias con un entorno conectado. En el futuro, prevemos que se multiplicarán los servicios móviles, con la
aparición de nuevas aplicaciones, principalmente de mensajería multiplataforma, tales como Whatsapp”.
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estas herramientas nos acompañan a lo largo del día. “Es incuestionable la manera en que determinados servicios y aplicaciones están cambiando nuestro concepto de ver las cosas. En este contexto, las compañías telefónicas proporcionan sus servicios para cumplir su objetivo primario, que nos es generar aislamiento e incomunicación, sino facilitar la vida, conectar a las personas, que estén cerca o lejos, y crear un mundo conectado”, concluye Carrasco.