Una de las tecnologías que más papeletas tiene para convertirse en la referencia del sector de las TIC en los próximos años es RFID. La radiofrecuencia cambiará radicalmente la forma de trabajar de numerosas empresas. Actualmente, las más interesadas en implementar este tipo de soluciones son aquellas relacionadas con el sector de la distribución: grandes almacenes, empresas de transporte urgente, multinacionales de la alimentación, etc. Sin embargo, compañías farmacéuticas, del sector del automóvil, e incluso administraciones públicas empiezan a dar forma a proyectos basados en la radiofrecuencia.
En estos momentos, todo lo que suene a RFID parece tener garantizado el éxito, pero son numerosos los expertos que aseguran que en la actualidad esta tecnología puede estar pasando por la misma crisis que afectó a las “puntocom” en el año 2000. Los síntomas son parecidos: todos los grandes de la informática han visto en RFID el caldo de cultivo para mejorar sus ingresos y ampliar sus soluciones. Se están derrochando, en muchos casos, ingentes cantidades de dinero en ampliar la gama de soluciones. Hay que estar en RFID a toda costa.
RFID, sin embargo, va a tener que ser regulada por los Gobiernos de turno, porque de la misma forma que sirve para identificar productos y mercancías, también puede ser utilizada para identificar personas. Son numerosas las asociaciones (sobre todo en EE.UU.) que están surgiendo para frenar las intenciones de algunas empresas de seguridad y de algunos Gobiernos que incluyen en sus planes la incorporación de etiquetas RFID, que incluso se introducirían debajo de la piel de las personas, y que permitirían un control total de éstas. Así que RFID traerá consigo el eterno debate, cada vez más habitual en estos tiempos, entre seguridad y libertad.