La Innovación Extendida como modelo de negocio se está implantando cada vez más en las empresas. Podríamos definir este concepto como la combinación de ideas internas (de la propia compañía) y externas (mercados, proveedores, competencia) para lograr el desarrollo de las soluciones tecnológicas. De esta manera, se consigue aumentar tanto la eficiencia como la eficacia de los procesos de innovación dentro de las corporaciones.
La innovación es un término que está relacionado estrechamente con la actitud. Hablar de innovación supone referirse a una forma de actuar que permite a las entidades que la practican desarrollar valores y actitudes que potencien ideas y cambios, los cuales se traducen su vez en mejoras que van más allá de la excelencia empresarial. La apuesta por la innovación extendida no puede entenderse como un elemento aislado del trabajo diario de una organización, o como un proceso paralelo del resto de procesos de la empresa, sino que más bien, las actividades en este campo han de percibirse como un proceso que está a la escucha, y cuya entrada de información proviene, por lo general, de otros canales. De ahí la importancia del término “extendida”.
Esta evolución del proceso de innovación implica convertir a toda la compañía en una gran antena de información relevante y en un enorme generador de propuestas, todo ello dentro del desempeño de las tareas habituales, lo que supone un cambio de filosofía con respecto a lo que venía haciéndose hasta ahora en empresas del sector de las tecnologías. Implícitamente, la innovación extendida conlleva una variación en la manera de percibir el negocio y el entorno, donde todos los agentes implicados en el proceso (los trabajadores, proveedores, partners, clientes, etc.) participan en ella. De este modo, la corporación logra una visión global de su red de relaciones de negocio y de la información que proviene de cada una de ellas para articularla e integrarla de forma simultánea con las nuevas propuestas tecnológicas. Se facilita así la gestión de estas relaciones empresariales y se materializan sus propuestas en soluciones nuevas que satisfacen sus necesidades y las del mercado, y donde la ventaja decisiva pasa por mejorar el rendimiento a través de una gestión de costes rápida, óptima y sostenible.
Cualquier empresa, desde el momento de su fundación, debería diseñar una estrategia que contemplara un plan de innovación extendida coherente. Esto implica que si la empresa opera en distintos mercados debe estar presente de forma directa en éstos para conocer a los clientes en profundidad, analizar sus necesidades y dar una respuesta adecuada a las mismas y a las características intrínsecas de cada mercado, así como ser capaz de desarrollar un producto propio y diferenciado.
Sin duda esto supone un notable esfuerzo, tanto individual como colectivo, además de conllevar la utilización de una importante cantidad de recursos financieros que otros modelos de innovación no exigen. Pero las empresas debemos tener en cuenta que de estas inversiones brotan luego sus recompensas en forma de ventajas competitivas que ayudan a cambiar el status quo de lo ya definido, provocando un nuevo estado de excelencia que permita tener una situación de liderazgo en el mercado y, por tanto, mayores garantías de éxito a largo plazo.
En definitiva, contar con programas de innovación extendida se ha demostrado que es rentable y, ¿por qué no?, podríamos decir que es estratégico para todo el entramado empresarial, puesto que contribuye a potenciar la competitividad y la capacidad de adaptación a los cambios tan bruscos impuestos tanto por la economía como por la globalización de los mercados, permitiendo que la corporación salga reforzada, incluso en los momentos de incertidumbre económica.
Por tanto, las valiosas características que aporta este modelo colocan a la empresa en la senda correcta y son un ingrediente más en las garantías de su estabilidad por encima de las diversas coyunturas económicas. Además, esto también permite tener información de primera mano para el proceso de Inteligencia de Negocio y Vigilancia Competitiva, proveniente de los mercados y del departamento de Investigación. Esta información se procesa y convierte posteriormente en los productos, soluciones y servicios que luego son desarrollados en los centros de I+D+i. Se completa así el proceso de Innovación Extendida en la compañía, en el que se involucran desde los clientes, de forma directa o indirecta, hasta la totalidad de los empleados.
El beneficio más destacado de todo este proceso es, sin duda, el efecto sobre los productos. Pero no es el único, ya que también influye en la flexibilidad, tanto de la organización como de cada solución que se desarrolla, necesaria para adaptarse sobre la marcha a situaciones cambiantes; en la capacidad de enfocarse en hacer aquello que realmente se necesita en el mercado, obviando funcionalidades estériles; en la adaptación al cliente, mejor y antes que los competidores y, por último, en la toma de decisiones en la gestión de los productos con mayor celeridad, adaptándose a las necesidades percibidas en los mercados en los que el grupo opera.
En conclusión, adquirir ideas externas, implicar a clientes, proveedores y empleados en el proceso de desarrollo de las soluciones tecnológicas y mezclarlas con las desarrolladas dentro de la compañía, así como el buen hacer de la corporación, permite lograr el objetivo de que una empresa pueda convertirse en modelo de referencia de la Innovación Extendida.