
Vivimos tiempos en los que la velocidad de desarrollo de la IA nos desborda, en muchos casos, impulsada por innovaciones que están transformando sectores de todo tipo, desde industriales, hasta servicios o creativos tanto públicos como privados. Estas tecnologías se consolidan, también en España, en el tejido productivo y social, incrementando la productividad, transformando el mercado laboral y mejorando la calidad de vida.
Son muchos los campos que están viviendo una auténtica revolución con la llegada de la IA. Un claro ejemplo es el mundo de la generación y edición de imágenes. Ejemplos como GPT-4o, lanzado en marzo de 2025, permiten crearlas y modificarlas a partir de instrucciones en lenguaje natural.
Este modelo integra el procesamiento visual y textual para conseguir imágenes con alta coherencia y precisión. La facilidad de uso, combinada con la capacidad de refinar iterativamente a partir de nuevos inputs, está transformando el sector audiovisual y la publicidad digital, lo que se traduce en una reducción de jornadas enteras de técnicos de imagen y postproducción a una cuestión de pocos minutos.
Retos y oportunidades de la IA
Está claro que lo que se conoce como Inteligencia Artificial generativa ha supuesto un boom económico desde 2023. ¿Cuál es entonces el siguiente paso? Es momento de hablar de la automatización de procesos mediante agentes autónomos. Modelos como Auto-GPT, Operator o Manus demuestran que la IA puede generar sus propias instrucciones y gestionar tareas de forma iterativa sin intervención humana constante.
Estos agentes son efectivos en la recolección de datos y en la elaboración de informes -OpenAI Deep Research, Gemini Deep Research- así como en tareas de programación que requieren detectar y corregir errores. No obstante, cuando se trata de tareas complejas que involucran múltiples herramientas, los sistemas actuales están todavía muy limitados, ya que la mayoría operan en entornos aislados sin conocer las diversas aplicaciones disponibles en nuestro escritorio o en la empresa.
Un paso muy interesante, que se espera ver emerger en 2025, es la integración con sistemas operativos. Un buen ejemplo es Model Context Protocol (MCP), un estándar abierto que permite a los agentes de IA acceder de forma homogénea a bases de datos, aplicaciones y APIs, facilitando la interoperabilidad entre diferentes sistemas. Empresas como Microsoft con Copilot Studio o Apple con Apple Intelligencie han prometido avanzar en esta dirección, aunque el progreso alcanzado es todavía muy incipiente. Tampoco podemos olvidar, entre las tendencias actuales, la ejecución de la IA localmente en nuestros dispositivos en lugar de depender de servidores remotos, lo que encarece el proceso y compromete la privacidad.
En este sentido, empresas como Qualcomm y Apple están liderando esta iniciativa. En el caso concreto de Qualcomm, la multinacional ha presentado chips como el Snapdragon 8 Elite, que incorporan unidades neurales especializadas para ejecutar modelos complejos directamente en el móvil. Esto permite analizar voz, imágenes y contexto en tiempo real, reduciendo la latencia y protegiendo la privacidad del usuario al evitar la transmisión de datos a la nube.
Por último, la robótica, en especial la de robots humanoides, está avanzando rápidamente. Aunque siempre han sido protagonistas de la ciencia ficción, cada día se acercan más a la realidad. El último año ha sido testigo de avances titánicos, sobre todo en cuanto a los costes de fabricación de robots como Unitree (16.000 dólares) u Optimus Gen 3 de Tesla, que podría llegar a tener un coste de salida de 8.000 dólares.
Sin embargo, en este campo todavía quedan muchos retos por delante. Uno de los más importantes es el desarrollo de un sistema de control y navegación robusto, que permita al robot desempeñar cualquier tarea doméstica o industrial con precisión y velocidad. Se pensaba que las mejoras en la generación de vídeo como Sora o Veo 2 de Google permitirían al robot soñar con nuevos entornos en los que, mediante aprendizaje por refuerzo, probar nuevos comportamientos. Pero los últimos avances apuntan a que todavía se necesitan años para desbloquear los casos de uso más importantes y rentables.
Son muchos los campos que están viviendo una auténtica revolución con la llegada de la IA. Un claro ejemplo es el mundo de la generación y edición de imágenes
Todos estos innovadores avances nos llevan a hablar ahora del cambio radical que están produciendo en nuestra sociedad. Se estima que hasta un 65% de los puestos de trabajo podrían ser asistidos o complementados por IA, lo que implica que más de la mitad de los trabajadores verán transformadas sus funciones mediante la automatización de tareas rutinarias. Trabajos que antes eran comunes –traductores, operadores de call centers, técnicos de postproducción o atención al cliente– ya están desapareciendo. Este aumento de la productividad podría ser especialmente clave en el sector público, donde la automatización de tareas burocráticas permitiría que los funcionarios se dediquen a acelerar y modernizar los servicios para los ciudadanos.
También profesiones que requieren la intervención humana para tareas complejas, como redactores, transportistas, o agentes de viajes, seguirán existiendo en el mediano plazo, aunque se prevé una fuerte reducción del número de personas necesarias para realizarlas.
Sin embargo, sectores vinculados a la informatización y automatización como los consultores, programadores y analistas de datos experimentarán un auge, mientras que profesiones manuales que requieren una alta precisión, como fontaneros, electricistas o bomberos, serán cada vez más valoradas debido a su dificultad para ser automatizadas. Por último, campos con un fuerte componente humano, como el sanitario, el educativo, el comercial y las relaciones públicas, seguirán siendo robustos ante la digitalización.
La revolución impulsada por la IA está transformando radicalmente el panorama tecnológico, económico y laboral en España. Una realidad que comenzará a formar parte de nuestras vidas y a la que no debemos temer, sino de la que es importante que comencemos a ser partícipes. Tenemos la responsabilidad de abrazar este cambio y usarlo con eficacia y responsabilidad para forjar entre todos un futuro más próspero.