¿Por qué, si estamos en la época del agile, seguimos encontrando tantos problemas de productividad?. Reuniones, correos electrónicos, llamadas… Estas son algunas de las principales tareas que más tiempo ocupan a los empleados de la mayoría de las empresas, actividades que los CEOs que han participado en la 27º Encuesta Mundial de CEOs de PwC 1consideran que en el 40% de los casos, son ineficientes y suponen un coste igual que si se autoimpusieran un gravamen de 10 billones de dólares sobre la productividad.
El 12 de febrero de 2001 diecisiete críticos de los modelos de mejora del desarrollo de software, se reunieron en Snowbird, Utah para tratar sobre técnicas y procesos para desarrollar software, reuniendo sus principios y bases en lo que se denominó el Manifiesto Agile, un modelo de mejora continua enfocado en la satisfacción del cliente. Desde entonces, han surgido miles de herramientas para fomentar esta metodología que, a menudo, se han olvidado de los elementos clave para el buen funcionamiento de una empresa: los empleados, las personas.
Manifiesto Agile
El factor humano tiene cada vez un mayor protagonismo. así lo demuestra la encuesta realizada por PwC, según la cual dos tercios de los CEOs confiesan estar reasignando el 20% de los recursos financieros y humanos, con el objetivo de aumentar su eficiencia y por consiguiente su rendimiento. Sin embargo, la productividad sigue siendo uno de los principales retos de la economía global, pero ¿cuál es la solución?
Desde la creación del Manifiesto Agile, como hemos indicado anteriormente, han surgido miles de herramientas destinadas a mejorar la eficiencia, automatizar procesos y reducir los tiempos de entrega; no obstante, no basta con ser punteros tecnológicamente hablando, hay que volver a las bases y poner la vista en el sistema de organización de trabajo y los equipos para hacer que, junto a las últimas herramientas tecnológicas, todo encaje como los engranajes de un reloj.
A diferencia de lo que muchas personas creen, la metodología ágil no se define por una serie de actos o técnicas de desarrollo específicas, sino por un grupo de procesos comprometidos con ciclos de feedback recurrente y mejoras continuas en la que los protagonistas son las personas.
Desde la creación del Manifiesto Agile han surgido miles de herramientas destinadas a mejorar la eficiencia, automatizar procesos y reducir los tiempos de entrega
Compartir objetivos, progreso e información relativa a la organización son los tres pilares fundamentales de toda empresa para conseguir un entorno de trabajo distribuido capaz de dar una respuesta eficiente sin necesidad de recurrir a cientos de reuniones, hilos de correos electrónicos interminables o llamadas para aclarar dudas.
Bajo esta perspectiva, alinear el trabajo a objetivos empresariales, planificar y hacer un seguimiento de tareas así como generar y compartir el conocimiento que cada empleado tiene sobre ciertas áreas no solo añade valor al equipo, sino también contribuye a obtener esa eficiencia que todas las empresas buscan.
Permitir que cada equipo ponga en práctica la metodología ágil según sus necesidades basadas en la mejora continua y la alineación de objetivos no solo permitirá aumentar el compromiso del empleado hacia las tareas asignadas, si no que repercutirá de forma positiva en la finalización de la tarea de forma rápida, eficaz y a tiempo.
Entender a la empresa como un organismo con verticales, departamentos, equipos y personas que deben colaborar con sus clientes y entre ellos mismos para entregar una solución que resuelva el problema de forma personalizada y única, es esencial para aplicar las metodologías de trabajo de forma adecuada y eficaz. Por ello, es indispensable tener preparadas soluciones integradas, en una sola plataforma, donde la conversación y feedback continuo como ejes harán que todas las personas trabajen de forma colaborativa y comprometida por un mismo objetivo, misión principal del método ágil.