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Ana Ortin Mahou San Miguel

MUJERES TIC: Ana Ortín, Directora de Sistemas de Mahou San Miguel

Nombre: Ana Ortín Cabrerizo
Cargo: Directora de Sistemas de Mahou San Miguel
Hijos: 2
Hobbies: leer, escuchar y viajar
Estudios: Licenciada en CC. Físicas por la UAM y PDD en el IESE Business School

Entrevista con Ana Ortín, Directora de Sistemas de Mahou San Miguel

 ¿Cómo llegó al mundo TIC?

Llegué por casualidad, a través de una oportunidad laboral en una consultora. Aunque las nuevas tecnologías todavía no estaban democratizadas, fue entonces cuando las descubrí y decidí enfocar mi carrera profesional a este ámbito. Me di cuenta que las TIC nos ofrecen un sinfín de oportunidades para mejorar la vida de las personas y yo quería trabajar en soluciones para ello.

¿Qué es lo que más valora de su trabajo?

Es un trabajo muy satisfactorio, pero a la vez retador. Hay que estar sin bajar la guardia, formándose y pendiente de las nuevas tendencias para adaptarlas al día a día de nuestro negocio, para evolucionar y responder mejor a los nuevos desafíos. Por supuesto, otro de los puntos que más valoro en mi profesión es estar rodeada de un equipo lleno de profesionales emprendedores, curiosos e innovadores, del que aprendo constantemente.

En su opinión ¿qué es lo que falla para que las mujeres no apuesten más por el estudio de carreras STEM?

Creo que no se visibiliza suficiente qué aporta la tecnología y cuáles son sus beneficios, especialmente a determinadas edades. Muchas mujeres están rodeadas de tecnología en diferentes campos en los que podrían contribuir más, pero, a veces, es difícil conocerlo si previamente no se ha explicado.

En este sentido, en Mahou San Miguel, estamos colaborando, a través de nuestra marca Solán de Cabras, con el programa educativo STEM Talent Girl para incentivar las carreras de ciencias entre las niñas y adolescentes y proporcionarles las habilidades y conocimientos necesarios para que rompan este techo de cristal que todavía existe en determinados ámbitos como informática, ingenierías o comercial.

Hemos realizado bastantes avances en este campo, pero todavía queda mucho camino que recorrer. Hay que impulsar charlas, talleres que ayuden a entender qué es tecnología y quién la hace. En definitiva, dar mayor visibilidad al talento femenino, destruir los estereotipos y vencer las creencias limitantes que todavía persisten en algunos ámbitos profesionales.

¿Cree que existe el “techo de cristal” en las empresas TIC? ¿Cuál debería ser la solución?

Cada vez es más común que las empresas TIC apuesten por mujeres. De hecho, las multinacionales ya han dado grandes pasos en este sentido. Ahora bien, no podemos olvidar que, históricamente, este sector siempre ha contado con menos talento femenino y eso supone un hándicap. Es en este punto donde debemos contribuir entre todos para conseguir superar esta situación.

Tenemos que asentar las bases desde la infancia, poniendo el foco especialmente en el entorno educativo, para que tanto niños como niñas entiendan que pueden encaminar sus carreras a lo que realmente les gusta. De esta forma, podremos contar con una cantera de profesionales femeninas que estén preparadas para alcanzar cualquier nivel profesional, también en el ámbito de las Tecnologías de la Información.

¿Una política de cuotas puede resolver el problema?

Las políticas de cuotas contribuyen a que la presencia de las mujeres en los consejos de administración y cargos directivos sea mayor, pero considero que esto debe alcanzarse de manera orgánica, mediante la valoración de las capacidades de liderazgo de las profesionales.

Debemos trabajar la igualdad desde los procesos de selección, ya que es importante asegurar que tenemos candidatos de ambos sexos y poder contar con el talento que mejor encaje en cada momento.

En Mahou San Miguel ya lo estamos haciendo así y, además, hemos participado en el proyecto de Curriculum anónimo, iniciativa impulsada por el Instituto de la Mujer, para eliminar sesgos durante la búsqueda de un aspirante.

¿Qué dificultades se encontró usted para llegar a la posición que tiene actualmente?

La verdad es que no he encontrado dificultades específicas. En el terreno personal, siempre he contado con el apoyo familiar que me ha permitido decidir libremente y adquirir puestos de mayor responsabilidad. A nivel profesional, tengo la suerte de formar parte de otra gran familia: Mahou San Miguel, una compañía que apuesta decididamente por las personas, por la diversidad, sin importar el género, la nacionalidad, raza, religión, edad u orientación sexual.

Mis dos familias han sido esenciales para ayudarme a impulsar mi carrera profesional y llegar hasta mi cargo actual. Si es cierto que, a lo largo de mi trayectoria, he visto circunstancias diferentes en otras mujeres.

Un 35% de alumnos no logra ni acabar el bachillerato ni la FP equivalente, ¿está en la educación el problema de la falta de perfiles especializados?

La formación es necesaria para garantizar los conocimientos y habilidades a la hora de acceder al mundo laboral. No obstante, hay que analizar el avance social que estamos experimentando, el creciente acceso a las tecnologías que tienen los alumnos y velar por una evolución del sistema educativo adaptado a la actualidad.

Bajo mi punto de vista, hay que crear un sistema educativo atractivo, que huya de memorización y promueva la motivación, la capacidad de espíritu crítico y aprendizaje. Aprender no es estudiar, sino tener interés y estar motivados por algo concreto. Ese “algo” que nos ayudará a crecer y estar mejor preparados a futuro.

¿Le han servido los estudios que hizo para realizar su labor actual?

Por supuesto. Aunque no lo parezca, entre la física y las nuevas tecnologías hay muchos puntos en común que, sin duda, me han servido para desempeñar mis funciones actuales. La física implica la capacidad de conceptualización y análisis, la resolución de problemas o el diseño de diferentes metodologías que he tenido que aplicar a mi labor en la compañía como Directora de Sistemas.

Solucione el problema de la educación en España…

¡Qué difícil! Creo que esta pregunta nos daría para hablar largo y tendido durante varios días, incluso meses. Como decía anteriormente, el sistema educativo tiene que evolucionar y adaptarse a la nueva realidad que estamos viviendo. Hay que analizar bien el contexto y ser capaces de generar nuevas formas de aprender que susciten interés entre los futuros profesionales.

La pandemia, ¿mejorará la situación de la mujer en el sector TIC?

Está claro que la crisis sanitaria ha impulsado la aceleración de las nuevas tecnologías tanto en nuestra vida personal como laboral y la creciente necesidad de perfiles especializados es cada vez más evidente. Van a surgir un sinfín de oportunidades en este ámbito y no podemos desaprovecharlas.

Además, si somos capaces de conciliar adecuadamente y tenemos en cuenta todas las ventajas de las TIC, tendrá un impacto positivo.

¿Hacia dónde cree que va el sector TIC? En su opinión, ¿cuáles van a ser las tendencias que realmente van a transformar la sociedad?

Machine Learning, Big Data, Inteligencia Artificial, Blockchain, robotización, Realidad Aumentada y Virtual… Cada vez más tecnologías se introducen en nuestro día de una forma natural, sentando las bases para el futuro no solo del sector TIC, sino también de la sociedad. Todas ellas aplicadas de forma conjunta darán lugar a una transformación en distintos ámbitos y abrirán también un abanico de oportunidades que tendremos que aprovechar compañías, organizaciones e instituciones.

Tenemos que analizar cada una de ellas, ajustarlas y adaptarlas a nuestras necesidades para generar mejores experiencias en nuestra vida cotidiana y profesional. No habrá una tecnología ganadora porque todas serán útiles.

De lo que estoy convencida es que las TIC no cambiarán, en ningún caso, su esencia: servir de ayuda para seguir mejorando la vida de las personas.

IA, automatización, robótica, ¿de verdad cree que el futuro pasa por las personas?

Sin lugar a dudas. La tecnología está hecha para las personas y sin ellas no es sostenible, acaban desapareciendo. Los humanos somos quienes las usamos y, a la vez, quienes las aplicamos en función de nuestras necesidades.

Ni la tecnología más puntera, ni el algoritmo más sofisticado, ni la mejor de las transferencias de datos significan nada sin el talento de las personas que deben tomar decisiones y responder creativamente a los retos que se nos plantean. No es factible una sociedad sin tecnología, pero tampoco una sociedad sin personas.

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