Es habitual que las compañías, a lo largo del tiempo, necesiten una actualización de sus sistemas, una situación que presenta diversas dificultades que es necesario resolver: ¿Dónde colocar los nuevos equipos que van a adquirirse?, ¿qué sucede si una organización tiene problemas de espacio?, ¿y el consumo eléctrico? En un primer momento, la solución más común consistía en añadir más servidores en torre o rack, pero lo cierto es que la llegada al mercado de los servidores blade supuso un soplo de aire fresco por su diseño caracterizado por su eficiencia y rendimiento.
En este sentido, un servidor blade es una máquina pensada para los centros de procesos de datos que reduce el consumo energético y aprovecha de manera inteligente el espacio disponible, y cuya densidad es mucho mayor que la de un servidor normal. Los puntos clave son su montaje en bastidores y su arquitectura: adopta la forma de una especie de tarjeta horizontal donde se aloja el procesador, la memoria y los buses. En el caso de los elementos de refrigeración, como los ventiladores, la fuente de alimentación o la tarjeta de red lo que se hace es llevarlos a un bastidor o un armario rectangular que ocupa una determinada altura (por ejemplo, 4U, 6U u 8U).
Los beneficios que proporciona son varios, destacando su versatilidad, porque no es necesario interrumpir el servicio en el caso de querer incluir nuevos servidores o retirarlos. Además, como no incluyen elementos mecánicos la posibilidad de que fallen es menor. Un servidor blade puede gestionarse en la distancia y consumen menos cantidad de energía de espacio; por ejemplo, es posible colocar 16 servidores en un espacio donde como máximo cabrían cuatro; en cuanto a la gestión, se lleva a cabo desde una única consola que unifica todos los elementos disponibles.
En ámbitos como la informática de alto rendimiento, el cloud computing, el big data o infraestructuras web es habitual utilizar este tipo de máquinas.