Cuando yo iba a la Universidad, hace unos poquitos de años, el movimiento radical estudiantil y los llamados “frentes obreros”, no tenían la menor duda de que las multinacionales eran la madre de todos los males que encarnaba el capitalismo. La pancarta decía “Multinacionales Asesinas”.
Recuerdo cómo la fabrica de la extinta ITT, que representaba aquel fatídico icono, tenía sus grandes ventanales protegidos permanentemente con plásticos: se trataba de protegerlos de las piedras que indefectiblemente, cada vez que se convocaban aquellas denominadas «jornadas de lucha» acababan lanzadas con todo el odio obrero por los manifestantes; se concluían así las protestas en esa mítica fachada, a la que se tomaba como paradigma de toda la represión capitalista, y no sólo la franquista.
Con el paso de los años, por suerte, ¡Dios mío!, no creo que exista un solo dirigente sindical que llegue a compartir, ni por asomo, aquel entonces común sentimiento.
Más bien al contrario, la mayoría pensamos que estas grandes compañías son hoy sinónimo de riqueza y bienestar allí donde se ubican.
Pero también con el curso de los años, estas empresas han evolucionado y se han profesionalizado de una forma extrema: en muchos casos, la lucha por el beneficio constante y su aumento progresivo y exponencial las ha llevado a situaciones un tanto límite.
Con la bonanza económica de los tiempos pasados, estas grandes compañías daban una seguridad casi funcionarial a sus empleados. Pero desde hace una decena de años todo ha cambiado. El empleado ya no tiene su trabajo seguro. Se reducen con terca insistencia los beneficios sociales y, en definitiva, en la mayoría de ocasiones, el trabajador es un número que si no es rentable a corto plazo se quita de en medio.
No voy a ser yo quien escriba que las multinacionales tengan que ser socializadas. No son ONGs, su fin primordial es ganar dinero y así debe seguir siendo. Pero en un mundo globalizado como el actual, donde las relaciones económicas y de todo tipo están tan conectadas con todos los parámetros sociales, no estaría de más que empresas con beneficios descomunales hicieran un “esfuerzo social” por compartir una parte pequeña de esos ingentes remanentes de dinero con el mundo más necesitado: hasta se podría plantear como una inversión a futuro.
Aunque este planteamiento no resulte demasiado ortodoxo para las doctrinas económicas convencionales, convendrán conmigo que más extraño es que la representación viva de una multinacional como es General Motors, o la gran Banca, hayan tenido que ser salvados por el Estado Capitalista por excelencia… por tanto, aquí ya tenemos una buena excusa.
Estas grandes empresas tendrían que replantearse muy en serio la relación con sus propios empleados. No es de recibo lo que venimos observando con alarmante asiduidad: directivos que se han dejado literalmente la piel por sus compañías durante todo su ejercicio laboral están siendo despedidos sin ningún tipo de consideración: en la mayoría de ocasiones, con la alevosía de ser cambiados por personas de mucha menos experiencia, con el único aval de ser más económicos a final de mes.
Por tanto, dos conclusiones: pidamos que las multinacionales no sólo actúen por el beneficio a cualquier costa y, segundo, exijamos una consideración diferente para los empleados, en especial para aquellos que han dado la vida por ellas. Y, ¡cuidado!, lo peor de todo es que este incomprensible comportamiento inadecuado de muchas compañías, está avalado –cuando no propiciado- por los propios empleados que luego, a su vez, son defenestrados. Las normas las ponemos nosotros y nosotros las podemos cambiar: algún tonto no se ha dado cuenta todavía; a base de hacer la pelota al consejo de administración, han tirado piedras contra su tejado y ahora les han llovido sobre sus cabezas.
Hasta septiembre
Por lo demás, éste es nuestro último número de Diario Informático antes de las vacaciones estivales. Volveremos a estar con todos ustedes, contándoles toda la actualidad de nuestro sector Informático, en la segunda semana de septiembre.
Hasta entonces, ¡feliz verano a todos!
