Hace unos meses tuve un problema con el Office de Microsoft que tenía instalado en mi ordenador. Por aquello de no molestar en primera instancia a mis “conocidos” de esta empresa, intenté solucionarlo por la vía convencional del servicio técnico de la marca. Infructuoso procedimiento: tras más de una semana de llamadas telefónicas e intercambio de correos, no lo logré (hay veces que no nos queremos dar cuenta de que el español que se habla en algunos países de Sudamérica –como en el que soporta este centro de MS- no somos capaces de entenderlo algunos habitantes de nuestra península).
La frustración me llevó a tirar del “amigo” de Microsoft para que me resolviera el asunto. Como alternativa, me ofrecieron cambiarme a Office 365 con una suscripción gratuita por un año. Abusando de nuevo, les propuse que me “pasaran” la versión On Premise, pero no lo vieron factible, como no podía ser de otra forma.
Mi instinto ahorrador, cercano a la cutrez, y algún otro factor que no viene ahora al caso citar, me llevó a declinar su generosa solución. Busqué alternativas, y, en poco tiempo, me di cuenta de que podía tener las mismas herramientas de trabajo sin pedir favores y de forma gratuita.
Comento esta anécdota porque me parece paradigmático de los problemas que acechan a la multinacional de Bill Gates: lleva ya mucho tiempo intentando vender productos o soluciones que no son competitivos o que otros regalan. Se pasan más tiempo lamentándose del daño que les está haciendo Google, que de establecer una verdadera política de reestructuración de productos que les permita seguir siendo un referente en el software mundial.
O Microsoft cambia su rumbo completamente o los 16.000 empleados que ahora va a dejar en la calle van a ser una mínima parte de las necesidades de ajuste futuras.
Mientras tanto, en la filial española continúan con su política errática de comunicación, despreciando al sector especializado, sin darse cuenta de que fue el que los encumbró y sin el que no podrán salir de su dramática situación.
Pobrecitos los trabajadores de Nokia. Como norma, siempre que Microsoft compra una empresa, asegura que va a respetar la independencia de la marca adquirida y sus puestos de trabajo. La realidad nos demuestra que ha fagocitado todo lo que ha pagado y la gente se olvida rápido. La compra de Nokia fue un absurdo y, lamentablemente, lo acabarán padeciendo sus trabajadores. Y, si no, al tiempo….
Completamente de acuerdo. Están empeñados en llevarnos a la nuve, solo ven un enemigo (Google) y se están estampando. En España parecen un pollo sin cabeza. Soy distribuidor de informatica desde hace 26 años, Partner de Microsoft desde hace 20 o mas (desde el principio con el Sr Costa), y ahora ni sé que puedo vender, ni como. No conozco a nadie dentro donde pueda acudir, todo son televentas que cambian cada año o menos. Y lo de la nube me parece una estafa: ceerles mis clientes para que estos estén exclavos de cuotas anuales, sin que ni mis clientes ni yo ganemos nada a cambio. No creo en esta nube.
Los distribuidores tradicionales estamos de sobra. Ojo! también los mayoristas. Que no le pase nada al usuario, cuando tras haber pagado por un producto profesional, se encuentre con que los servicios están el ‘la nube’, las soluciones en algún foro, escarbando entre los cientos de estupideces que vierten algunos a cambio de un minuto de gloria.
La última: Vodafone (prestigiosa marca reconocida por la calidad de sus servicios :-)) comercializa Office 365 haciendo dumping de precios. Bye bye Microsoft.