Podemos decir que el eufemismo del año es que la digitalización es enorme. Cuanto más recurren los consumidores a los canales móviles y en línea para satisfacer sus necesidades, la economía mundial se ha vuelto progresivamente dependiente de la tecnología. Analistas como Gartner pronosticaron que el 41% de los ingresos empresariales provendrán de las empresas digitales para 2020. A medida que las capacidades de los dispositivos de los usuarios son más avanzadas, los consumidores esperan constantemente nuevas experiencias y servicios más deslumbrantes al interactuar con las marcas. Esto sitúa a las empresas bajo permanente presión para impulsar la transformación digital de manera más rápida e innovar con mayor regularidad, pero no pueden permitirse el lujo de sacrificar la calidad por la velocidad. Los usuarios esperan que el software funcione perfectamente todo el tiempo, y en un mundo en el que la lealtad de la marca está disminuyendo, una experiencia digital deficiente puede erosionar rápidamente los ingresos. Esto crea una gran duda entre los líderes de TI ¿cómo lograr la agilidad que requiere el negocio, sin arriesgar todo en el proceso?
El ascenso de la nube
A medida que las empresas se enfrentan a ese desafío, las organizaciones han trasladado más infraestructura y servicios cloud para beneficiarse de la agilidad y estabilidad que brinda. La llegada de Salesforce en 1999 introdujo las posibilidades de Software-as-a-Service, pero el advenimiento de AWS en 2006 creó un potencial aún mayor a través del concepto de Infraestructura como servicio (IaaS). Más recientemente, las organizaciones han estado reestructurando aplicaciones usando arquitecturas cloud nativas, como microservicios dinámicos y contenedores, para permitirles funcionar sin interrupciones en la nube y crear incluso mayores niveles de agilidad.
La principal complejidad es que las empresas están bajo permanente presión para impulsar la transformación digital de manera más rápida e innovar con mayor regularidad
Si comparamos la rapidez a la que evolucionan las TI hoy en día, el panorama es completamente distinta al que era hace tan solo unos pocos años. La explosión de los servicios cloud de una multitud de proveedores ha brindado a las organizaciones la oportunidad de crear los mejores ecosistemas de TI para sus requisitos particulares, en lugar de utilizar una única solución para todo. Como resultado, los entornos híbridos de múltiples nubes a escala web se han convertido en la costumbre actual. Los entornos de TI modernos abarcan una amplia gama de plataformas y servicios cloud, desde AWS, OpenStack y Azure, hasta Docker, Kubernetes y OpenShift, por no mencionar la variedad de aplicaciones SaaS que ahora están ampliamente implementadas en la mayoría de las organizaciones.
El enigma de la complejidad
Sin embargo, además de brindar la agilidad que las empresas digitales modernas necesitan para tener éxito, estos nuevos entornos cloud están introduciendo una gran cantidad de complejidad, lo que hace casi imposible que los equipos de TI administren la experiencia de usuario y optimicen el rendimiento digital de manera efectiva. Investigaciones recientes de Dynatrace descubrieron que el número promedio de componentes tecnológicos que toca una sola transacción de aplicación web o móvil ha aumentado de 22 a 35 en los últimos cinco años. Como resultado las aplicaciones que se ejecutan como microservicios dinámicos en entornos de contenedores, distribuidos en ecosistemas híbridos de múltiples nubes a escala web, son mucho más difíciles para controlar dónde está todo y cómo está funcionando.
En la actualidad, existen literalmente miles de millones de interdependencias enormemente complejas e intrincadas entre los componentes de los servicios digitales. Esto crea una cantidad casi infinita de factores que pueden afectar la experiencia del usuario. Como resultado, se ha vuelto más difícil que nunca garantizar que el rendimiento no impida que los clics de los clientes se traduzcan en conversiones que generan ingresos comerciales. No solo se trata de ingresos, sino también de reputación. En la economía digital ultra competitiva y conectada, cada cliente cuenta, y una experiencia negativa puede tener un impacto incalculable en la imagen de una empresa. Por lo tanto, las organizaciones deben contar con las perspectivas de rendimiento de cada usuario, cada clic y cada toque en cada dispositivo, para asegurarse de que cada cliente reciba un tratamiento VIP. Los enfoques tradicionales para la supervisión del rendimiento simplemente no pueden proporcionar este nivel de visibilidad, ya que se diseñaron para entornos estáticos que evolucionaron lentamente con el tiempo.
De las brumas del APM a la tierra nativa de la nube
Por lo tanto, las empresas deben adoptar nuevos enfoques para la monitorización del funcionamiento y la gestión de la experiencia de usuario para tener éxito en el mundo cloud nativo. El primer paso es consolidar la multitud de soluciones de monitorización que se han acumulado orgánicamente en sus departamentos de TI en los últimos años. Los tableros separados que monitorizan cada entorno de nube pueden ser increíblemente costosos, por no mencionar que proporcionan una vista fragmentada de la experiencia del usuario. Tener una visibilidad de principio a fin y completa es esencial para minimizar el coste total de propiedad (TCO) y proporcionar una visión única e integral de la experiencia del usuario y el rendimiento digital en toda la empresa.