A falta de un día para su clausura, se puede afirmar con rotundidad que el Mobile World Congress inaugurado el pasado lunes en Barcelona ha sido un completo éxito. Tras asistir a la reordenación de las grandes ferias clásicas, visitar este certamen ha sido poder recordar acontecimientos como el Comdex de Las Vegas de sus mejores años. Aquel en el que todo el espacio estaba vendido con años de antelación y donde hasta el hall de los hoteles se utilizaba como espacio de exposición. Se mascaba el negocio. Nadie iba a pasear, a pasar el tiempo: todo eran profesionales y ejecutivos ávidos de cerrar acuerdos, compras y ventas.
Pues bien, algo parecido hemos observado en la Ciudad Condal esta semana.
La organización (extranjera), a pesar de no utilizar el catalán y el castellano para nada, ha sabido entenderse con todos los estamentos políticos, económicos y mediáticos para conseguir un apoyo pleno. Y, lo más importante, el respaldo de todas las grandes compañías, que han respondido comprando metros cuadrados de exposición hasta agotarlos.
Desde el mismísimo Presidente de la Generalitat, quien inauguró el certamen, hasta el Alcalde, pasando por el Ministro de Industria, todos se han volcado con la feria. Los directivos de la firma organizadora han sabido mover la información con soltura e inteligencia: han conseguido estar presentes en la actualidad de todos los medios de comunicación, no sólo especializados, si no también los noticieros de las principales televisiones públicas y privadas. A los periodistas de medio mundo les han mimado con todo tipo de detalles, desde ofrecerles Wifi gratis a regalarles el transporte público durante los cuatro días de la feria.
No ha quedado una sola habitación de hotel libre en toda la ciudad. Las salas de espectáculos llenas. Los taxis a tope. Los asistentes al Congreso felices, porque encontraron auténticas novedades, porque les fue bien el negocio, por el tiempo primaveral y por las comodidades de esta preciosa ciudad. ¿Qué más se puede pedir?
