Hace poco escribía en esta misma tribuna la obviedad de que si conecto mi móvil a Internet estoy pillado por todos los lados. Añadía que sabrán inmediatamente todo sobre de mí y no podría hacer nada para evitarlo. Aún así afirmaba que me compensaba, por todos los servicios que obtengo a cambio de ese control.
Una vez asumido esto, y reconociendo que hay muchos ciudadanos que no pueden consentir ese riesgo, decía, que a mi me da igual que me controle el paranoico de Trump, que el partido comunista chino. Porque ésta, es la clave de todo.
Y dicho lo cual, creo que la mayoría de la gente no se ha dado cuenta de la gravedad del boicot a Huawei por parte de la Administración norteamericana. Digo bien, «Administración estadounidense» porque Google no tiene nada que ver en esto. Google tiene un ADN abierto, democrático, avanzado, profundamente técnico y comercial, absolutamente incompatible con la medida adoptada. Le han obligado a hacerlo.
La mayoría de la gente no se ha dado cuenta de la gravedad del boicot a Huawei por parte de la Administración norteamericana
De cumplirse lo anunciado, entraríamos en una guerra comercial y política sin precedentes -creo no exagerar- desde la Segunda Guerra Mundial. Es gravísimo y las consecuencias pueden ser tremendas para el conjunto de los ciudadanos del mundo occidental.
A nadie se le escapa ya, que la excusa de los smartpnones de Huawei es una cortina de humo para no poner sobre la mesa el verdadero «peligro» de Huawei: su avanzado desarrollo del 5G, tecnología que será capaz de controlar las comunicaciones futuras y todo lo que lleva consigo, de dominio de los resortes con los que se mueve la Humanidad en todos los niveles y sentidos.
Apple, Cisco, Samsung y compañía, los instigadores y supuestos beneficiarios del boicot al fabricante chino, creen haber ganado la primera batalla, pero no estoy seguro de que ganen la guerra, en la que lo único certero es que todos vamos a perder. ¡Señores, negocien!