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Integración Tesorería – Banco: La búsqueda de la excelencia

En la publicación “The Treasurer” de Junio de 2012, Monie Lindsey (Managing Director en Treasury Strategies) hacía mención a una evolución de la Tesorería denominada “3.0”. Las versiones 1 y 2 correspondían a la recolección de datos y la correcta utilización de los mismos respectivamente. La Tesorería 3.0 hace mención a la inteligencia, es decir, convertir los datos en información válida para la toma de decisiones.

Esto es extrapolable al mundo de la Tecnología. Simplificando al máximo, estaríamos hablando de la evolución de la adaptación hacia la adopción. ¿Por qué hemos de adaptar tecnología, formatos y aplicaciones cuándo podemos adoptar procesos y herramientas que nos ofrecen un servicio adecuado a nuestro Negocio? ¿Por qué hemos de dar cabida a funcionalidades adaptando aplicaciones cuándo podemos adoptarlas en herramientas que tenemos al alcance de la mano?

Hace ya algún tiempo, antes incluso de la llegada del euro, algunas Tesorerías pioneras en la Banca Corporativa comenzaron a  solicitar a sus entidades financieras servicios transaccionales. Fue entonces cuando se acuñaron y dieron a conocer las siglas STP: “Straight Through Processing”. STP era el axioma de la búsqueda en la eficiencia y automatización de los procesos bancarios tradicionalmente manuales, así como la migración de procesos Batch hacia el tan deseado Online. No obstante, la adopción del STP por parte de las entidades bancarias mantuvo una clara orientación hacia el mundo interbancario.

Un poco más tarde, y de manera más generalizada, la Tesorería de las Empresas unió a sus demandas diferentes iniciativas de racionalización, conforme la bonanza económica iba tornando en dificultades para la financiación y gestión de Tesorería. Adicionalmente, se buscaba una relación de partnership con las entidades financieras, más allá de la mera provisión de servicios bancarios.

El objetivo del presente artículo no es tratar sobre los Procesos de Tesorería más óptimos (ya está todo inventado), pues los modelos y políticas de negocio y producción corporativos son siempre diferentes en cada casa. Lo que se pretende desarrollar es cómo la tecnología puede trasladar al trabajo de campo todas aquellas ideas que, en la teoría, facilitan la Gestión de la Tesorería.

En los últimos tiempos, al menos de 10 años para acá, ha existido una tendencia a la elección de buenas herramientas para, posteriormente, realizar una asignación de funcionalidades sobre ellas. Esta política, tan correcta como cualquier otra, dotaba de funcionalidades muy específicas a dichas herramientas. Gaps no contemplados de manera intrínseca por el fabricante eran cubiertos por adaptaciones y workarounds.

Todo esto suponía fuertes inversiones con un retorno a medio plazo. La realidad hoy parece no sugerir inversiones elevadas y, caso de haberlas, exigen un retorno rápido, casi inmediato. Sin embargo, la evolución en la Banca Transaccional Corporativa (debido a regulación, tendencias, gestión del TCO,…) y esa racionalización y optimización de procesos está obligando, cada vez más, a una adecuación tecnológica.

¿Cómo es posible buscar un punto de encuentro entre ambas premisas? Planteando un cambio en el entendimiento del enfoque para la Tecnología al servicio de la Tesorería: Agrupación de funcionalidades para, después, seleccionar las herramientas que las den cobertura.

Sin pretender ser exhaustivo ni ortodoxo, podemos plantear el siguiente inventario de funcionalidades, o agrupaciones de procesos y tareas:

Por otro lado, la categorización de herramientas podríamos realizarla de la siguiente manera:

A partir de aquí, el quid de la cuestión es la agrupación de los diferentes bloques de tareas y procesos (Funcionalidades) y seleccionar los facilitadores de las mismas (Herramientas y Partner de Tesorería).

Resultaría presuntuoso hablar de un modelo dogmático que pudiera cubrir las necesidades (siempre diferentes) de cada Tesorería. Por ello, esbozamos 3 posibles modelos:

La ruta ERP à TSM à Comunicaciones Bancarias sigue un orden descendente en cuanto a inversión y política de gasto. Un ERP es un entorno que, en la gran mayoría de los casos, se adquiere y gestiona en propiedad. Por contra, la tendencia de los últimos años lleva a pensar en una herramienta de comunicaciones bancarias explotada en modo servicio o mediante pago por uso. Y, sobre el TSM, existe cierta paridad de criterios hacia uno u otro lado.

Una elección adecuada de la tecnología que proporcione un sólido sustento (nunca al revés) al modelo de Gestión de Tesorería elegido nos acercará a los tan ansiados procesos automatizados y optimizados. Pero, sobre todo, minimizará el esfuerzo e inversión que será necesario afrontar en los próximos tiempos debido a la evolución en el mundo de las comunicaciones C2B, fruto de la globalización, regulación y realidad financiera.

Ahora bien, ¿nos permitirá todo esto alcanzar la excelencia en la integración de una Tesorería con sus partners bancarios? Si tenemos en cuenta que los intereses, tendencias y velocidad de crucero de Empresas, Bancos y Tecnología son muy dispares, la respuesta es NO. Eso sí, la correcta interpretación de sinergias entre ellas nos permitirá estar un poco más cerca.

Los casi diez años de experiencia en colaboraciones profesionales desde ambos lados de la barrera (proveedores y clientes de servicios financieros) de la Banca Corporativa Transaccional nos permiten, sin duda, llegar a la siguiente conclusión: Debemos adoptar la tecnología siguiendo el camino marcado por la “Tesorería 3.0”, es decir, la solución no está en las herramientas sino en aquél que evalúa cuáles y cómo pueden dar soluciones a las necesidades de mis Procesos.

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