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Miquel-Barceló esperanza matemática

Delenda est politica

Recuerdo cuando les explicaba a mis estudiantes que las leyes solían llegar siempre tarde ante los fenómenos informáticos. De ahí la primitiva indefensión ante hackers, virus y todo tipo de malas acciones informáticas.

Distinguíamos entre delito y fraude informático precisamente para tener en cuenta que una actuación informática podía estar mal, pero no haber sido todavía sancionada por las leyes. Un evidente delito acababa, en esos primeros tiempos, siendo tan solo un fraude por retraso en la legislación.

El título de este Temporal intenta reflejar como esos datos han sido, según parece, utilizados en política

En realidad, cuando la sociedad llegaba a ser consciente del posible daño de una mala actuación informática, tal vez se pusiera en marcha el procedimiento legislativo para tipificarla y sancionarla. Pero lo cierto es que los tiempos de las leyes son mucho más dilatados que los de la realidad informática y cuando, si ocurría, esa mala conducta era tipificada y sancionada, lo cierto es que la informática ya podía haber abandonado ese mal comportamiento y sustituirlo por otros nuevos, igualmente dañinos pero que ya no quedaban sometidos a esa reciente y tal vez ineficaz tipificación.

Parece que el problema sigue.

Hemos visto estos días (escribo a finales de marzo) como Facebook ha sido acusada de no tratar con la suficiente seguridad los datos de más de cincuenta millones de usuarios (pecata minuta ante los dos mil millones de personas que se dice que usan sus servicios…).

El título de este Temporal intenta reflejar como esos datos han sido, según parece, utilizados en política. Ya sea en las votaciones del Brexit o en las que hicieron presidente de los EEUU a Trump. Y es difícil, pero no impensable, que también lo hayan sido en otras elecciones.

Vayan por delante mis dudas sobre ese posible “robo” de datos… Nunca olvido que Facebook inauguró un nuevo tipo de negocio: vender los datos que sus usuarios le regalan graciosamente, sin coste alguno. Parece raro, muy raro, que Facebook haya dejado que le robaran precisamente aquello que mantiene en marcha su negocio…

Pero, sea como sea, lo que en los dos últimos siglos ha venido siendo la política tradicional en algunos lugares del mundo (no en todas partes se goza de la democracia representativa con elecciones libres…) ha resultado claramente alterada. De nuevo, la realidad informática ha llegado antes que las leyes. Y éstas están tardando en adaptarse a la nueva realidad…

Se ha hablado también de la interferencia de los hackers de otros países en algunas elecciones recientes. Les ayuda, y mucho, la excesiva importancia que gran parte de la población está otorgando a las redes sociales, una especie de nuevo evangelio (“buena nueva” según la traducción clásica) de nuestros tiempos. De nuevo, la tradicional política de la democracia representativa basada en elecciones libres queda en entredicho, esta vez por efecto de la tecnología y sus efectos perniciosos que incluye la credibilidad absurda de la mayoría de la población. Un efecto en el que, simplemente, nadie había pensado a priori.

El mecanismo parece sencillo. Divulgar noticias falsas (fake news) que los más ignorantes de los usuarios de las redes sociales retransmiten una y otra vez hasta convertirlas en aparentes verdades que tienen efectos demoledores en la democracia. Así parece que está ocurriendo al menos en los escasos países del mundo (una clara minoría) donde el sistema democrático electoral parecía funcionar correctamente.

Pero eso no es todo. Las leyes anticuadas siguen usándose. Presuntos delincuentes como algunos políticos catalanes fueron castigados recientemente con la retirada del pasaporte, posiblemente un procedimiento tradicional para evitar que huyeran del país. Pero lo han hecho, y no uno ni dos personas, sino bastantes más… Al fin y al cabo, todos sabemos que podemos salir de España sin pasaporte mientras nos movamos por Europa. Pero las leyes o el comportamiento judicial parece que todavía no se ha enterado.

Cada vez estoy más convencido de que la realidad informática (o, si quieren, de las TIC o las infotecnologías) está alterando, si no lo ha hecho ya de manera irreversible, nuestro mundo. Incluso de maneras que, si las hubiéramos pensado antes, hubiéramos intentado evitarlas. La política lo está sufriendo en sus viejas carnes…

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